Por: César Lévano
Omar Chehade realizó el martes 17 un enroque oportuno: renunció a la segunda presidencia de la República y con ello consiguió evitar que la Comisión Permanente del Congreso le sancionara con el desafuero, la acusación constitucional y la inhabilitación a cargo público durante cinco años.
La Comisión registró 13 votos contra la acusación constitucional que proponía la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales. Hubo 12 votos a favor. De los 13 votos favorables a Chehade, nueve fueron de Gana Perú. Tal expresión masiva refleja sin duda un acuerdo político interno del oficialismo.
Chehade ha recibido sólo una suspensión de 120 días en sus funciones de congresista.
Chehade había sido denunciado por convocar a una reunión en el restaurante Brujas de Cachiche a tres generales de la Policía, vinculados a acciones respecto a un conflicto por la hacienda azucarera Andahuasi, que el Grupo Wong pretende.
Las explicaciones que el vicepresidente dio para esas invitaciones no convencieron a la opinión pública: que había querido agradecer por la seguridad que la Policía le brindara durante la campaña electoral; que deseaba averiguar sobre el asesinato de un hincha del Alianza Lima en el Estadio Nacional.
Ahora, gracias a la mayoría en la Comisión Permanente del Congreso, el caso no podrá ser investigado a fondo. Si se hubiese aprobado el informe de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, el Poder Judicial se hubiera encargado de esclarecer el caso. Con el voto del martes, Chehade ha salvado su curul y evitado la investigación.
Ese es el tamaño de la responsabilidad que la Comisión Permanente ha asumido frente a la opinión pública y frente a la historia.
Cuando se inició el escándalo, Chehade, con el apoyo de muy pocos, se quejó de que contra él se había desatado un cargamontón. Ahora parece haber logrado un cargamontón a su favor.
Sin embargo, dejamos constancia de que algunos de los flamantes moralistas que se pronuncian contra Chehade también tienen su historia. La congresista Cecilia Chacón, por ejemplo, rehúsa acudir a los tribunales a esclarecer acusaciones de enriquecimiento ilícito. Fue elegida, además, gracias al auspicio de la ONG Reflexión Democrática, cuyo inspirador es Roque Benavides, el de Yanacocha, el de Conga.
Otro prohombre de la moralina es el congresista José Luna Gálvez, gerente general y propietario de la Universidad privada Telesup (a bordo de una camioneta de ese centro de estudios se movilizó Luis Castañeda, cuando acudió a rendir su instructiva por Comunicore). Cabe recordar que Luna Gálvez fue suspendido del Congreso en 2002, bajo la acusación de haber recibido dinero de Vladimiro Montesinos para pasarse de Solidaridad Nacional al Fujimorismo.
¡Qué tiempos! ¡Qué costumbres!
(la primera)