sábado, 24 de mayo de 2014

¿Acaso los medios deciden las elecciones?

Con medios en manos de un grupo se debilita pluralidad
Cuando se habla de los riesgos de la concentración mediática una de las mejores coartadas es decir que los medios no son tan influyentes; que no lograron elegir a Vargas Llosa en 1990, ni a Lourdes el 2006 ni a Keiko en el 2011.
Sí pues, pero no porque no lo intentasen, y a la mala. Lo que pasó es que erraron en entender las tendencias de fondo de la sociedad y la psicología del elector. Y es posible que para el 2016, vuelvan a equivocarse.
 
Algo de eso ya se está viendo en la creencia de que se puede tener un escenario donde todos los candidatos respondan a la misma orientación de extrema derecha, que fue precisamente lo que hizo ganar a Humala.
 
Pero otra vez, van a seguir intentando manejar el país a punta de periodicazos y cuando no puedan decidir quién gana intentarán lo de Alan, es decir determinar quién o qué propuesta no puede ser ganadora para demolerla como lo hicieron con Humala, y luego con Susana Villarán y otros.
 
El tema, insisto, no es si no lo consiguen, sino la conclusión que han sacado de sus propios fracasos. En vez de considerar que la saturación y el apaleamiento, pueden terminar influyendo en sentido opuesto al que se proponen, lo que tienden a creer según todas las evidencias es que lo que pasó es que la dosis que aplicaron la vez anterior fue insuficiente, que faltaba más concentración y monopolización de los mensajes. Y esto, por cierto, amenaza con arrasar la libertad de los que no piensan como ellos.
 
La compra de EPENSA está inscrita en esa lógica de copamiento de la información. Y si existe algo ahí de disputa comercial, es porque un competidor con una línea que desencaja en algunos puntos con la del grupo dominante, amenazaba con acercarse a una relación más equilibrada con ellos.
 
Después de todo, los periódicos de los Agois no expresaban una línea diferenciable de los Miró Quesada, pero sí podían moverse más hacia el centro si el grupo La República pasaba a tener una influencia mayoritaria sobre ellos.
 
Obviamente se trataba de un asunto político antes que comercial. Por eso no les cuesta nada el acuerdo de “respetar” la línea editorial del comprado, lo que se ve a cada momento con los titulares casi copiados de un medio a otro, las campañas en la misma dirección y los editoriales que dicen las mismas cosas.
 
El poder de la prensa es algo que hace muchos años practica la gran familia. Pero nunca como ahora se habían alineado tan claramente en la extrema derecha.
 
Lo que significa que el 60% de los diarios, el 80% de la circulación, el 90% de la publicidad, milita entusiastamente en la DBA y en una zona difusa entre el fujimorismo y el aprismo ¿Refleja eso al Perú que se ha expresado políticamente en las elecciones?
 
Raúl Wiener (la primera)