Trujillo.- Ya está decidido, Daniel Salaverry será candidato a la alcaldía de Trujillo por Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori. Pero las dudas ya empezaron a aflorar, aún está por verse si esta nueva apuesta del disidente aprista terminará siendo una jugada favorable o, como ya algunos han augurado, terminará siendo el hundimiento de quien se suponía era el más serio candidato para suceder a César Acuña y su partido en el sillón municipal.
¿Y por qué las dudas? Porque la gente se suele llevar por percepciones, y no será fácil que Salaverry convenza a todos o casi todos que renunciar al Apra fue una decisión positiva y saludable si es que finalmente, tras amagar con el intento de inscribir su partido DSV ante el Jurado Nacional de Elecciones, se pone la camiseta naranja (¿agridulce?) del fujimorismo.
Salaverry proclamó, poco después de renunciar al Apra, que iba a la caza de ese voto anti aprista ahora que estaba suelto en plaza. Pero esta vez deberá lidiar también contra ese techo que le pone el fujimorismo en un momento en el que su líder de siempre, Alberto Fujimori, viene siendo procesado por el caso de los diarios chicha. Si existe un voto anti aprista, pues también existe un voto anti fujimorista.
Es verdad que Salaverry apela al componente partidario naranja y a sus bases distritales, sobre todo en torno a la imagen de Keiko Fujimori. Sin embargo ¿no le daba el Apra un componente aún mayor con una organización que ya estaba concientizada en votar por él porque era precisamente el llamado a recuperar Trujillo para el aprismo?
A la luz de los hechos actuales, me da la impresión de que Daniel Salaverry deberá volver a trabajar para ganar la confianza de quienes ahora lo ven con ojos de confusión, apristas disidentes incluidos. Porque con el Apra ya tenía todo listo para simplemente dar el último gran esfuerzo en la campaña. Hoy, sin embargo, con esta clima enrarecido a su alrededor, parece empezar a perder la fuerza que tenía antes y hasta poco después de su renuncia.
Lo cierto es que el disidente aprista se acoge hoy a los brazos del fujimorismo porque tampoco le queda otra. Y será difícil que allí le dejen hacer lo que intentó hacer hasta el final en el Apra: imponer su gente.
Me pregunto si a Salaverry no se le antoja a estas alturas arrepentirse -aunque sea por unos momentos- por haber renunciado al Apra.(correo)
