lunes, 1 de junio de 2015

Entrañas de la prensa

Por: César Lévano

En días recientes hemos dado cuenta del gran libro de Umberto Eco Número Cero. Nos complace haber ubicado una entrevista con el gran escritor y semiólogo en la revista francesa Le Point, edición del 7 de mayo El entrevistador, Christophe Ono, precisa que en el diálogo Eco toma el pulso de la prensa y que su diagnóstico es inapelable.

En la introducción se lee: “1.- La prensa está enferma desde los años 90. 2.- Está condenada a dispararse al sensacionalismo para sobrevivir todavía un poco. 3.- Los lectores se han evaporado porque ya saben todo, pero también porque están persuadidos de que les cuentan cualquier cosa con tal de ocultarles lo esencial.

Cuando le dijeron a Eco: “Número Cero ofrece una mirada muy sombría del mundo europeo contemporáneo. ¿Qué es exactamente lo que le inquieta?”.

La respuesta fue: “¡Oh, yo no me inquieto por mí! tengo 83 años, puedo abandonar el mundo, pero me inquieto por mis nietos. El mundo en que van a vivir está infestado por el terrorismo, lo que significa que se vivirá en inquietud permanente; pero también será un mundo que carece de memoria. Esta nueva generación que vive con la Internet no conoce más que el presente”.

Explica el entrevistado que un joven de hoy puede recibir grandes fragmentos del pasado, pero es incapaz de decodificar esta información. “Pero es importante conocer los errores cometidos en el pasado para construir nuestro presente. Si Hitler hubiera conocido mejor a Napoleón o leído La guerra y la paz de Tolstoi no habría invadido Rusia”.

En la extensa y densa entrevista, Eco se refiere a las fuentes a que recurre (o inventa) la prensa de hoy. “Hubo un tiempo”, expresa, en que se conoció la fuente de las informaciones: Las agencias de prensa. Con la aparición de Internet ya no se sabe quién habla”.

Un columnista de ultraderecha, especializado en insultar y mentir, aseguró en estos días, una vez más, que bajo la dictadura de Francisco Morales Bermúdez yo me fingí enfermo para evitar el destierro. Como si no fuera cierto el hecho de que me enviaran al hospital de Policía, gracias al reclamo colectivo de la dirigencia de izquierda, mis compañeros de prisión. Radiografías demostraban mi gravedad.

El azar me hizo encontrar un testimonio sobre el momento en que fui internado y operado de urgencia en el nosocomio policial. Fue enviado por Gregorio Martínez, el autor de Canto de Sirena, a un amigo. Dice así:

“Los tontos gendarmes, al verme el corte milico de pelo, aceptaron mi alegato de ser el coronel Martínez y se me cuadraron y luego me abrieron cancha para llegar hasta donde estaba César Lévano, incomunicado y apartado del mundo por rejas y vigilantes.”(diario uno)