lunes, 6 de enero de 2014

Verano y los juegos de antaño en Trujillo

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es quizá la última década romántica a juegos clásicos.

Verano y los juegos de antaño en Trujillo
Créditos:RPP/Mariadhela Aguilar

Hasta hace algunos años, los juegos en conjunto tenían como escenario a la calle, la pista, las paredes y los jardines, lugares donde los niños volcaban su espíritu y cuerpo de descubridores y exploradores.

  • En estos tiempos existe temor a la delincuencia y crecimiento de parque automotor.

Tras observar el jolgorio comercial alrededor de la Navidad y Año Nuevo con la venta de juguetes y ropa de todo tipo, me siento inmediatamente capturado por la añoranza y conducido a “los años maravillosos” que muchos hemos experimentado cuando niños.

En la actualidad, resulta difícil observar a pequeños mozalbetes jugando al trompo o a niñas con trenzas maniobrando sus jaxes por las calles de la ciudad de Trujillo. Otros juegos han reemplazado a las prácticas añejas y se posicionan en el corazón de los menores.

Claro, para todos los que vivimos determinadas épocas, “todo tiempo pasado fue mejor”, o en todo caso, “todo juego pasado fue más divertido”.

Entonces, vale la pena recordar aquellos juegos clásicos del verano en los ochenta y mediados de los noventa, los mismos que, obviamente, no son exclusividad de Trujillo, pues según el lugar de procedencia del infante, cada práctica lúdica tuvo sus matices.

Hasta hace algunos años, los juegos en conjunto tenían como escenario a la calle, la pista, las veredas, las fachadas, los muros, las paredes, los sardineles y los jardines, lugares donde los niños y niñas volcaban su espíritu y cuerpo de descubridores y exploradores.

Hoy, resulta cada vez más riesgoso para los chicos salir a jugar sin temor a convertirse en presa de la criminalidad, quizá por ello muchos se encierran en los juegos electrónicos y las redes sociales.

Juegos como el kiwi, el mata gente, las escondidas, las famosas chapaditas, los encantados, la gallinita ciega, la soga, el bolero y deportes como el fútbol y vóley, eran la excusa perfecta para no vivir encerrados en casa, tal como sucede con los jóvenes de este milenio que practican deporte solo de maneras virtual, en completa soledad y con el ordenador como único soporte emocional.

Qué tiempos aquellos, cuando la imaginación y creatividad fluían a borbotones en las actividades recreativas tradicionales como el hacer una cometa, jugar al mundo o rayuela, divertirse con el coche predecesor del skate, con las bolitas o canicas, el yoyó, o simplemente con trepar a un árbol.

Memorables recuerdos de los juegos de barrio, de los que ya no se ve en una ciudad donde el parque automotor creció, las cálidas casas se vuelven fríos departamentos y la inseguridad lleva al temor extremo de obligar a las familias a enrejar las calles.

Los veranos de mi niñez cada vez más lejana los recordaré toda la vida. Momentos aquellos cuando mi padre salía a silbarme a las seis de la tarde para volver a casa con las rodillas raspadas y el cuerpo sudoroso y exhausto pero infinitamente alegre.

Los tiempos cambiaron, sin duda, pero a pesar de todo, seguro habrá alguien que dentro de unos 30 años exprese también que su niñez fue la mejor.

Por: Davinton Castillo A. (RPP)