Por: Luis Peña Rebaza
Lic. en Educación
luisprebaza1@hotmail.com
Como sistema de gobierno, la democracia sin duda adolece de una serie de errores y omisiones, los cuales es menester ir corrigiendo. Pero lo que jamás debe dejar de ejercer, son los mecanismos que permitan su mínima defensa ante aquellas ideologías que tratan de destruirla mediante el uso de la violencia; en vista que tal como reza el dicho: La dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer. En tanto que la democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.
Este comentario viene a propósito de la pretendida inscripción del MOVADEF, un movimiento de fachada de Sendero Luminoso, que entre otros fines persigue la amnistía para aquellos asesinos, manuales e intelectuales, que denominan presos políticos.
La democracia y los demócratas no podemos pecar de tontos o ingenuos. Aprendamos de los hechos acontecidos en otras latitudes. Casos similares se han dado en Europa, con aquellos grupos de descerebrados neonazis que reivindicando la triste memoria y legado del ex cabo austriaco, pretendían inscribirse como partidos políticos. De igual modo en Italia con los seguidores del fascismo del otrora Duce o en España con Batasuna, disuelto por ley en marzo del 2003, al comprobarse de manera fehaciente que constituía uno de los brazos armados del terrorismo vasco de la ETA. .
Algunos incautos han creído ver en el MOVADEF ciertas similitudes con personajes y movimientos insurgentes de Uruguay, Colombia y Centroamérica, quienes al hacer abandono de las armas, reinsertarse a la vida civil y constituirse en partidos políticos, lograron conseguir determinados consensos que en breve tiempo posibilitaron su llegada al poder. Obviamente las diferencias saltan a la vista, esos partidos o movimientos hicieron real abandono de sus tesis violentistas para la toma del poder, caso muy distinto el de este grupúsculo en cuyo ideario presentado justamente para su pretendida inscripción, persisten en reivindicar el marxismo, leninismo, maoísmo, pensamiento Gonzalo, como su esencial doctrina, no demostrando además la mínima evidencia de un sincero arrepentimiento.
Soy un convencido que la acción y reacción de las instituciones y ciudadanos, no solo debe circunscribirse en rechazar la inscripción de este maléfico engendro, sino en su desenmascaramiento y en el correspondiente deslinde político e ideológico a realizarse, sobre todo para el conocimiento de los sectores juveniles. Aquellas generaciones de jóvenes, que por fortuna, no vivieron las sombrías etapas de violencia, caos y destrucción que imperaba en el campo y en las ciudades, cuando las explosiones de bombas y coches bomba hacían patético coro a los alaridos de ¡cercar las ciudades desde el campo!, ¡destruirlo todo para volver a levantarlo desde las cenizas!, de aquel grupo de fanáticos, que partiendo desde Ayacucho, extendió sus tentáculos al resto del país. Una larga y trágica noche que ojala jamás se vuelva a repetir, y que ocasionó incalculables pérdidas materiales y decenas de miles de muertos, la mayoría indefensos y humildes pobladores de las zonas alto andinas, en muchos casos degollados o demolidos sus cráneos a pedradas, para no desperdiciar balas, era uno de los argumentos de quienes dizque buscaban construir así una nueva sociedad.
En definitiva, es totalmente incompatible el ejercicio de la política con la invocación, defensa o justificación de la violencia como método válido para su ejercicio.