" AÑO DEL BICENTENARIO, DE LA CONSOLIDACIÓN DE NUESTRA INDEPENDENCIA, Y DE LA CONMEMORACIÓN DE LAS HEROICAS BATALLAS DE JUNÍN Y AYACUCHO "

martes, 29 de marzo de 2011

NIÑOS COBRAN 100 SOLES POR "APOYAR" EN ASALTOS

Parado en las faldas de este poblado cerro que se ha convertido en el fortín de la delincuencia en el distrito más convulsionado de Trujillo, El Porvenir, es difícil evitar preguntarse cómo es que esta gente ha aprendido a convivir con la muerte, el asalto y la extorsión siempre al asecho. Es nada menos que "La Cruz Blanca", un arenoso espacio surtido de piedras sobre el cual decenas de familias se instalaron hace más de tres décadas y que, lamentablemente, ahora es conocido por ser el terruño de la temible banda de "Los Pulpos", encabezada por la familia Cruz Arce. Son las 11 y media de la tarde del último martes, la vista se torna paciente y el sol arrecia sobre la aún transitable cuadra 11 de la calle Gabriel Aguilar, una de las perpendiculares al bloque 7 de la avenida María Parado de Bellido. El lugar es un circuito dotado de vías de escape estratégico para cualquier plan de fuga, en especial si es para una fechoría de rutina. No podemos caminar más arriba pues la vía fenece en la cuadra 7 de la calle Cahuide, el epicentro de "Los Pulpos". SIN LÍMITES. Robar no tiene horario ni fecha en el calendario. Son diez robos de automóviles por día los que se daban en la intersección de la Gabriel Aguilar y la María Parado de Bellido. No sólo la noche era un secuaz fugaz de los asaltantes sino, también, la luz madrugadora, cuando los niños se visten y desayunan antes de ir a la escuela inicial San José, situada justo enfrente de donde ocurren los atracos sazonados con balaceras. A veces los disparos sirven como despertadores involuntarios. Pero pasó mucho tiempo para que los vecinos venzan a la indiferencia y al temor; además de acabar, de una vez por todas, con ese silencio cómplice que no hace más que fortalecer a quienes pretenden mantener el pie sobre el cuello de la frágil y débil tranquilidad. Sus hijos merecían algo mejor para vivir y la cobardía de mudarse a otro lugar no pasó por sus cabezas. VIEJOS CONOCIDOS. Rubén Ponce tiene 38 años de edad, muchos de estos vividos al compás de las inevitables palomilladas chiboleras. Sin embargo, ahora es el presidente de la junta vecinal Virgen de la Puerta, la cual desde diciembre del año pasado se armó de fe y desde entonces busca el tónico a base de voluntad para enfrentar a la violencia impuesta por los delincuentes, a quienes muchos de ellos los conoce desde pequeño. Paralelo al coraje de las ocho personas que conforman este equipo de vecinos, la Policía en coordinación con la Municipalidad Distrital de El Porvenir instalaron uno de los tres vitales Puestos de Auxilio Rápido (PAR I) que se levantaron en las zonas más álgidas de la jurisdicción zapatera. "De hecho que nos da temor, pero ante tanta delincuencia y tanto daño y al vernos impotentes nos decidimos a luchar contra ellos (asaltantes)", comenta Rubén Ponce, quien de manera pragmática culmina su idea con una frase sincera: "no se va a acabar la delincuencia, pero estando unidos queremos que los vecinos traten de luchar". Según datos de la PNP, la banda "Los Pulpos" ocupa el territorio y se alía a delincuentes de otras zonas para someter a quienes se atrevan a transitar por su "área de protección". UNA ESCENA REPETIDA. Con esa misma franqueza, Rubén Ponce confirma lo que los medios de comunicación difunden a diario sobre los nuevos inquilinos del hampa. "Hay chibolos que por cien soles se prestan para traer a las víctimas.Chiquillos y chiquillas de 12, 13 años participan como carnadas de los choferes. Ellos toman una carrera de taxi y los traen por acá, luego bajan los delincuentes con armas y secuestran a los conductores. Los suben al cerro y los golpean, otros se llevan el vehículo y una vez que esconden los carros sueltan a los choferes". Ese relato ocurría todos los días e incluso ha sido testigo presencial de un atraco que casi le cuesta la vida."Una vez estaban golpeando a un anciano y yo me metí para que ya paren de pegarle.(correo)