A las 9:38 de la noche de ayer dejó de existir uno de los dirigentes históricos del Partido Aprista Peruano. Sus compañeros afirman que su vida y su obra política se identifican con sus más de ochenta años de militancia.
Martín Hidalgo
y Patricia Hoyos.
"Yo nunca moriré porque el Apra nunca muere". Esa es una de las últimas frases que arrojó Armando Villanueva del Campo desde la Clínica San Felipe a sus compañeros.
Y esa será la frase más recordada en el ideario aprista tras conocer su muerte, a las 9:38 de la noche de ayer. La salud de Villanueva se había deteriorado desde inicios de la semana, en la que se vio rodeado de la cúpula del Partido Aprista, liderada por Alan García.
Con varios de ellos sostuvo algunos diálogos, breves pero llenos de sabiduría. García incluso publicó una foto en Twitter el pasado de 4 de abril después de una de sus visitas.
Días posteriores, don Armando respondería solo por momentos, especialmente cuando los dirigentes apristas gritaban a viva voz, liderados por García: "¡Viva el Apra!".
Ayer, en su último día de vida, solo tuvo un momento de lucidez, en el que solo atinó a pedir los periódicos que solía leer en las mañanas para estar al tanto de la coyuntura.
UNA ERA DEL APRA
En opinión de muchos de los apristas, la muerte de Armando Villanueva representa el adiós del último de los grandes, a quien reconocen sobre todo por su consecuencia.
"Es un referente moral importante. Su muerte debe servir para recuperar los principios y las emociones que en la frialdad del pragmatismo muchas veces se pierden", asevera el dirigente Javier Barreda.
Esto tras recordar su consecuencia, que lo llevó a siempre dar la cara por el partido y nunca quejarse de su pasado. Ni siquiera de las persecuciones y arrestos. "Nunca quiso volver atrás, siempre estuvo orgulloso de su pasado", agrega Barreda.
Mauricio Mulder, quien postergó un viaje a Venezuela para acompañar a su compañero, concuerda con Barreda en que Villanueva fue un "revolucionario a carta cabal".
Recuerda que en las épocas difíciles por las que atravesó el Apra en los 80, Villanueva colaboró con el fortalecimiento del partido que llevó a un joven Alan García a asumir su primer mandato presidencial en 1985.
"Doctorem aprismun", lo llamó alguna vez su gran amigo Víctor Raúl Haya de la Torre por su férrea defensa de la doctrina aprista desde los 15 años de edad, cuando se inscribió en el Apra para luchar la dictadura de Sánchez Cerro.
Villanueva siempre recordó sus primeros años en el Partido de la Estrella, cuando en la Federación Aprista Juvenil acuñaron la frase: "Nada por mí, todo por una nueva sociedad".
De allí en adelante su vida y su obra política estuvieron enmarcadas por el transcurrir partidario del APRA.
TRASCENDENCIA POLÍTICA
Sufrió prisión en varias ocasiones por su filiación política. En 1940 fue desterrado a Chile. Durante el gobierno de Fernando Belaunde Terry (1963-1968) fue diputado por Lima, luego presidente de la Cámara de Diputados (1966-1967) y, muerto Haya de la Torre, quedó al frente del Partido Aprista.
Postuló sin éxito a la Presidencia de la República en 1980. Fue senador entre 1985 y 1992, llegando a ser presidente del Senado. Durante el primer gobierno de Alan García también fue ministro de la Presidencia, entre 1988 y 1989. Al final de ese mandato pasó a encargarse del Ministerio de Interior.
Pero su trascendencia política va más allá de los cargos que ocupó. Surgió desde la postura más crítica dentro del partido, incluso frente al mismo Haya de la Torre.
"Logré que el compañero jefe desentendiera presiones oportunistas y derechizantes que en algunos momentos cobraron negativa influencia, ratificándose en lo que había mantenido ya en 30 años de aprismo respondiendo a quienes procuraban o sostenían el abandono de la posición inicial", contaría el mismo Villanueva en sus conversaciones sostenidas con Pablo Macera.
Ese espíritu revolucionario tendría raíces familiares. Villanueva contaría en reiteradas oportunidades las historias de su abuelo materno, Manuel Ezequiel del Campo, a quien la Asamblea Constituyente de 1885 declaró benemérito de la patria porque preparó torpedos e hizo uso eficaz de ellos para hundir con otros compatriotas la Loa y la Covadonga.
De igual manera, su abuelo paterno, quien fue jefe de la estación de ferrocarril durante la Batalla de Chorrillos, en determinado momento se hizo encargado del telégrafo y cayó preso, aunque logró ser salvado del fusilamiento.
"Yo nací en un tiempo trágico para la humanidad, a fines de 1915, cuando la primera guerra mundial estaba en su plenitud. Si fuera astrólogo, mejor diría que nací bajo el signo de la indefinición, que todavía estamos observando en el Perú y en el mundo", explicaría en otro pasaje de su extensa conversación con Macera que fue publicada por el Congreso.
Quizás por esa entereza, Villanueva no es recordado solo por los viejos líderes apristas.Para el joven dirigente Jaicec Espinoza, Villanueva es el claro ejemplo de que un político nunca se jubila. Disciplinado hasta el final de su vida.
Según cuenta, sus últimos suspiros fueron dedicados al Apra, preocupado por su unidad: "¡Hay que defender al Partido!".
Y así el último de los grandes se fue exactamente 23 años después de que Alan García fuera reelegido presidente or primera vez... con su ayuda.
CLAVES
Los restos del líder histórico del Apra serán velados hoy en la intimidad de su vivienda.
El martes su ataúd será trasladado hasta la Casa del Pueblo, en la Av. Alfonso Ugarte, en donde recibirá el último adiós de los militantes apristas.
El miércoles, el Congreso de la República le rendirá un homenaje póstumo.(la república)
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