domingo, 7 de diciembre de 2014

La cumbre mundial sobre el cambio climático


Por: Dionicio Mantilla León

Del 1 al 12 de este mes Lima viene siendo escenario de la Cumbre Mundial sobre el cambio climático: COP 20 (Vigésima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático). Más de diez mil delegados de 195 países del orbe se han dado cita para debatir y tomar acuerdos orientados a solucionar el dramático problema de la contaminación ambiental y su terrorífica secuela: el calentamiento global con gravísimas consecuencias para nuestro planeta. En el cónclave mundial se viene invirtiendo 54 millones de dólares y su organización está a cargo de las Naciones Unidas en coordinación con el gobierno peruano.

El objetivo principal de la COP 20 se orienta a establecer un borrador para lo que sería “El nuevo acuerdo mundial sobre el calentamiento global” que reemplazaría al “Protocolo de Kioto” el mismo que debe cambiar el sistema actual de producción industrial que es la causa principal de la emisión de 2.2 % anual de gases de efecto invernadero, situación que, de no modificarse, significaría el aumento, hacia el final del siglo, de la temperatura promedio del planeta a 4 grados lo que produciría grandes estragos ecológicos como el retroceso de las reservas de agua al derretirse los glaciares, así como grandes desequilibrios naturales pues por un lado soportaríamos asoladoras sequías y por otro, terroríficas inundaciones y friajes, dejando como saldo cuantiosas pérdidas agrícolas y pecuarias, así como muerte y desolación.

Como es conocido, tanto China como EE.UU. son los países con mayor emisión de gases con efecto invernadero de allí que la totalidad de naciones del mundo vienen planteando la urgente necesidad de disminuir dicho límite. El tema no deja de motivar nuestra preocupación y angustia y, como es fácil intuir, tiene una raíz económica, es decir, tiene que ver con el excesivo afán de enriquecimiento de las grandes potencias del mundo entre ellos China, EE.UU., Rusia, Japón, Francia, Inglaterra, Alemania, Brasil, entre otros, todos ellos enfrascados en una feroz competencia industrial sin importarles el incremento del efecto invernadero. Sin embargo, no solo son las grandes potencias industriales las causantes del problema, también lo son los países denominados emergentes entre ellos, nuestro país.

Todos ellas, naciones desarrolladas y emergentes, carentes de conciencia y cultura ecológica son las propiciadoras del estado crítico en que hoy se debate nuestro planeta y si bien se ha lanzado, desde hace algunos años, la feliz iniciativa de las COP no le auguramos mayor sinceridad en la adopción de los acuerdos a los que se arribe este 12 de diciembre al concluir la COP 20 de Lima porque resulta una quimera pensar siquiera que las grandes potencias industrializadas quieren ceder en sus apetitos y pretensiones económicas.

¿Y ante esta dramática realidad que vive nuestro planeta cuál es nuestro comportamiento en nuestro país? Sencillamente de indiferencia y hasta de sadismo consciente. A sabiendas de que la contaminación ambiental la destruye continuamos con nuestra obstinada tarea de seguir contaminándola. Desde nuestros gobernantes de todos los niveles, compañías transnacionales, empresarios nacionales y hasta nosotros mismos diariamente nos dedicamos sino es a fabricar contaminantes a sumirnos en la negligente actitud de mantener abandonado el ambiente natural que nos rodea. ¿Y sino por qué nuestro actual gobierno continúa concesionando y promoviendo tierras que son cabeceras de cuenca, ríos y lagunas (Ejemplo: Conga)?

¿Por qué las empresas mineras formales continúan arrojando los relaves mineros a los ríos, entre ellos el río Moche? ¿Por qué los mineros informales continúan envenenando nuestras tierras y ríos con contaminantes (Huamachuco, Pataz?) ¿Por qué nuestros hermanos campesinos continúan con su torpe costumbre de quemar los pastizales? ¿Porque se permite la deforestación inmisericorde de nuestros bosques? ¿Por qué nuestras autoridades municipales fabrican botaderos municipales y no crean rellenos sanitarios? ¿Por qué se permite el arrojo de residuos orgánicos a los ríos y no se construyen pozas de oxidación en sus jurisdicciones?

Es hora pues de reconocer nuestro negativo comportamiento para con nuestra madre tierra de la cual obtenemos alimento, medicina, vivienda y lo necesario para nuestra subsistencia todo ello prodigado con inmenso amor mientras que nosotros, al contrario, no sólo no la agradecemos sino no vacilamos en entregarle con odio los contaminantes que la destruyen y con ella nosotros mismos. Es hora de cambiar de actitud y ser gratos con ella cuidándola y defendiéndola. A través de este medio hacemos llegar nuestra fraterna exhortación a la nueva administración edil encabezada por Arturo Rebaza López a fin de que considere como prioridad A1 el tema de la salubridad de la ciudad de Huamachuco, tema que involucra los esenciales servicios comunales del agua potable, alcantarillado, poza de oxidación, relleno sanitario y camal municipal y, de otro lado, gestionar la formalización de la minería informal.