domingo, 8 de diciembre de 2013

Mitos detrás del fokker

Los 'Potrillos', una generación extraordinaria perdida absurdamente.

Alfredo Tomasini está vivo. El avión traía droga. Marcos Calderón fue abaleado. 26 años después de la caída del Fokker de Alianza Lima, nos sumergimos en las leyendas urbanas que suscitaron una de las mayores tragedias del fútbol peruano.

Texto: Óscar Miranda.
Fotografía: Archivo La República y Archivo Armando Leveau.

Armando Leveau estaba en la cabina de Campeonísimo, el programa de radio que dirigía Tito ‘el Tigre’ Navarro, cuando entró el doctor Luis Espejo, médico, oficial de la Policía y habitual comentarista. Se derrumbó sobre una silla. Estaba llorando.

-Vengo del reconocimiento del cadáver de mi hermano Marcos Calderón –dice Leveau que dijo.

El Fokker F-27 había caído dos semanas atrás y los cuerpos de las 42 víctimas fatales iban apareciendo según el capricho del mar. Ese día le tocó a ‘El Chueco’ Calderón, el mejor entrenador peruano de todos los tiempos.

-Tiene ocho balazos de FAL en el cuerpo –le dijo Espejo a Leveau.

Y, según cuenta, enterró la cabeza entre sus brazos. Y siguió llorando.

Leveau es el historiador no oficial de Alianza Lima. El que más sabe del club, de sus glorias y tristezas. Dice que no cree en mitos ni leyendas. Que para él la explicación oficial de la tragedia, la del error humano, conocida en 2006 por un informe de La Ventana Indiscreta, “es lo más cerca que hay a la verdad”.

Y, sin embargo, él dice que le escuchó a Espejo contar que a Calderón lo balearon. Y aunque nunca más volvió a tocar el tema con su viejo amigo, dice, quién sabe... Que nadie conoce completamente la verdad de lo que ocurrió.

-Solo la conoce el piloto. Edilberto Villar. Y a él nadie lo ha entrevistado.

La verdad sí, pero no toda la verdad. La duda. La incertidumbre. De ahí al mito, solo unos pasos.


GENERACIÓN PERDIDA

Hoy, 8 de diciembre, se cumplen 26 años desde que el maldito F-27 se precipitó a las oscuras aguas del mar de Ventanilla. Murieron 16 futbolistas, seis miembros del comando técnico, cuatro dirigentes, ocho barristas, tres árbitros y seis tripulantes. Entre ellos Marcos Calderón, el técnico campeón de la Copa América del 75, el del Perú mundialista del 78. José ‘Caíco’ Gonzales Ganoza, guardameta histórico, tres veces campeón con la blanquiazul. Y Luis ‘Potrillo’ Escobar, entonces la máxima promesa del balompié peruano.

Una generación magnífica de futbolistas se perdió absurdamente.

El secretismo que la Marina, dueña de la aeronave, impuso en las labores de búsqueda y rescate de las víctimas provocó que en torno a la tragedia se tejieran toda suerte de conjeturas e hipótesis. Nunca hubo una explicación oficial del episodio. El teniente AP Edilberto Villar, el piloto, el único sobreviviente, nunca se reunió con los deudos ni concedió una entrevista a los medios y se fue, con absoluta discreción, fuera del país. Durante muchos años nunca nadie supo bien qué fue lo que ocurrió.

Esa incertidumbre hizo que con el tiempo las hipótesis adquirieran la condición de mitos y leyendas urbanas. Y hay gente que cree en ellos.

"LOS SECUESTRARON"

“Yo lo tengo claro: el avión traía droga y los marinos se bajaron el avión. Tengo indicios. La libreta electoral de mi esposo estaba casi intacta, solo con un poco de agua. ¿Tú crees que con el agua salada del mar esta libreta se va a quedar así?”.

Quien habla es la viuda de uno de los futbolistas fallecidos en el accidente. Su versión fue recogida por los investigadores Aldo Panfichi y Víctor Vich en su ensayo “Fantasías políticas y sociales en el fútbol peruano: la tragedia del Alianza Lima en 1987” (incluido en el libro Ese gol existe, PUCP, 2008), que analiza algunos de los principales mitos y leyendas surgidos tras la tragedia de Ventanilla.

“Estoy segura (de) que a los muchachos los secuestraron con la intención de desaparecerlos, y así lo hicieron”, continúa la viuda. “Yo creo que los jugadores que no aparecieron son porque estaban baleados. Seguro ellos se opusieron a los militares (sic)”.

Un barrista, fundador de los Cabezas Azules, sostiene la misma hipótesis: “El avión había venido cargado de cocaína y los marinos lo derribaron. Fue parte de una guerra del narcotráfico”. Y también un veterano periodista deportivo: “Se dijo que el doctor Orestes Rodríguez (médico del equipo) tenía un orificio de bala en la nuca; que Caíco había sido baleado y que algunas prendas de Marcos Calderón ni siquiera estaban mojadas. Seguro el avión traía coca y lo estaban esperando, por eso cuando quiso dar la vuelta lo derribaron; eso fue lo que sucedió”.

El propio Aldo Panfichi, que es hincha de Alianza, vio el surgimiento de algunas de esas historias. El día en que se conoció el accidente fue al estadio de Matute. Muchos hinchas y amigos de las víctimas estaban allí, en las graderías. Las horas pasaban, no había noticias y, encima, llegó la información de que la Marina no dejaba que los familiares ayudaran en la búsqueda con embarcaciones alquiladas. “La gente decía ‘no quieren que vayamos’, ‘qué quieren ocultar’, y ahí ya se empezó escuchar el tema del avión con droga”, dice el sociólogo.

EL PILOTO QUE NO VIAJÓ

Hay otra historia extraña de esas quehacen dudar a Armando Leveau: la noche del 8 de diciembre, el entonces técnico del Deportivo Pucallpa, el equipo al que los 'Potrillos' habían vencido ese día, acudió a una reunión social y encontró allí a Edilberto Villar. El piloto se había quedado en Pucallpa. Según esta historia, quien había conducido la aeronave a Lima habría sido el copiloto, un inexperto. Tras la caída, para evitar el escándalo, la Marina fue a traer a Villar y lo metió en el mar. Por eso este habría aparecido ileso. Y por eso se habrían demorado varias horas en iniciar las labores de rescate.

Otra historia sobre la caída es recogida en el libro de Panfichi. Según esta versión, el avión se cayó debido a que uno de los futbolistas –¿quizás ‘Caíco’ Gonzales Ganoza, a quien aterrorizaba volar, se puso muy nervioso y contagió su pánico a sus compañeros. El piloto habría dejado la cabina para tranquilizarlos y, entonces, la nave, fuera de control, se habría precipitado sobre el mar.

Pero quizás la leyenda más extraña de todas fue la del destino de Alfredo Tomasini.

HISTORIA DE APARECIDOS

Tomasini sobrevivió. Al menos, a la caída, de acuerdo al testimonio del piloto. Flotó junto a él durante algunas horas, aferrado a una de las alas del avión y luego a un bidón de agua. Pero, al final, con la pierna fracturada y sin fuerzas, se dejó tragar por las aguas. Nunca apareció su cuerpo (ni el de Escobar, José Mendoza, William León y ‘Pacho’ Bustamante). Y eso alimentó la creencia de que no había muerto.

Un día, llamaron a la casa de los Tomasini a decir que Alfredo había aparecido en una playa de Huacho (donde el mar ya había varado los cuerpos de varias de las víctimas), que lo estaban operando en una clínica y que necesitaba sangre con urgencia. La familia se movilizó desesperadamente a esa ciudad, pero nunca encontraron ni la clínica ni ningún rastro del futbolista.

En otra ocasión, llamaron a decir que estaba en Los Ángeles y que había sido secuestrado por unos narcotraficantes. Y otra vez que lo habían visto tomando en una cantina, en Huacho, a él que en su vida no probaba el alcohol.

Las ‘apariciones’ de Tomasini se volvieron frecuentes. Una versión lo ubica en Murcia, España, adonde supuestamente lo envió la Marina otorgándole una nueva identidad y haciéndole prometer que jamás revelaría lo que sabía de la tragedia. Otros dijeron que lo vieron en Japón. Otros, en el norte del país, con una nueva vida porque a causa del accidente había perdido la memoria. Hay hinchas blanquiazules que todavía hoy, en sus borracheras, aseguran haberse tomado un par de cervezas con el ídolo. A estas alturas tendría 49 años.

Pero no hay ningún indicio de que Tomasini esté vivo, como no lo hay de que la caída del F-27 fuera provocada. El informe de la Marina dice que esa noche el panel de mandos señalaba que el tren de aterrizaje no había bajado, así que el piloto se vio obligado a pasar delante de la torre de control del aeropuerto para que le dieran una confirmación visual. Cuando intentó una segunda pasada, para asegurarse, le dio el mando al copiloto mientras revisaba un manual de procedimiento en inglés (y él no entendía bien el inglés). Villar tenía miedo. Ni él ni su copiloto se dieron cuenta de que la aeronave perdía altitud. Cuando el ala derecha chocó con el mar y se partió, ya no hubo nada que pudieran hacer.(la república)