Una vez amarrada y clavada la tela al palo, los negros apoyan jalando la soga o maroma.
En los tijerales, todos colaboran.
Nadie lo pensaba que en menos de 45 minutos el gallardete ya estaba en el aire, causando sorpresa y admiración a los presentes. El presidente de la hermandad Wlfredo Arévalo dijo ser un milagro del panchito.
En el hueco, todos apoyaron con los palanazos de tierra.
Poco a poco se fija el madero.
Enderezando el palo.
El gallardete del "taita pancho" flamea en el cielo huamachuquino.
Celebrando
Texto y fotos: Beto Mendoza