Por: César Lévano
Como era de esperar, Chile no ha respondido respecto al caso de espionaje contra el Perú. Mejor dicho, Chile nos ha dado la callada por respuesta, al afirmar que “Chile no acepta ni tolera espionaje”. Eso se coloca en la tradición de nuestros vecinos del sur.
Hace pocos años, nuestro canciller Manuel Rodríguez Cuadros exigió que Chile se disculpara por el contrabando de armas –un verdadero arsenal– enviado por Chile a Ecuador durante el conflicto de 1995 entre el Perú y Ecuador. Se trataba de un hecho grave y comprobado. Las armas estaban destinadas a matar soldados peruanos y poner en peligro nuestra integridad territorial.
¿Chile se disculpó alguna vez? Nunca. Lo más que hizo fue firmar un comunicado en que se mencionaba, en una línea, esa acción.
¿Reaccionó el gobierno de Alberto Fujimori de manera digna? No. Años después, cuando un general ecuatoriano reconoció públicamente el contrabando, el expresidente Fujimori admitió que había conocido oportunamente el hecho, pero no lo había denunciado porque Chile era garante del Tratado que en 1941 puso fin a otro conflicto armado con Ecuador.
Fue una evasiva antiperuana que, al contrario, requería la protesta más enérgica del Perú.
También Argentina envió armas a Ecuador en aquel momento. Pero en Buenos Aires el periodista argentino Daniel Santoro denunció el alijo. Allá, se exhibió el escándalo y hasta se enjuició y encarceló al principal responsable, el entonces presidente Carlos Menem, el corrupto mandatario que hundió a la Argentina con su política servil a los dictados de Washington.
Algo más, hace pocos años, la presidenta de Argentina Cristina Kirchner visitó al Perú expresamente para pedir disculpas por ese gesto inamistoso del neoliberal Menem.
Digamos que esa diferencia entre Chile y Argentina hacía esperar la actitud evasiva de La Moneda en el actual caso del probado espionaje.
En la coyuntura presente, el presidente Ollanta Humala ha reaccionado con cierta energía verbal, pero sin firmeza factual. El expremier Carlos Ferrero sugiere una actitud adecuada: suspender nuestra participación en la Alianza del Pacífico, que Humala aplaude y elogia.
Hemos señalado antes que esa Alianza, según confesión de Roberto Abusada, heraldo del neoliberalismo, se la sopló él a Alan García. Washington la había planeado para contrarrestar los organismos integracionistas e independientes de Nuestra América. En esa Alianza están coligados Perú, Chile, Colombia y México. México, el socio más poderoso, está en crisis, igual que Chile. Colombia ya no sigue el rumbo entreguista.
Bueno sería para la dignidad del Perú separarse de esa añagaza fabricada por Washington.(diario uno)