sábado, 12 de enero de 2013

El fenómeno gringasho


Por: Dionicio Mantilla León         

Allá, en lo más recóndito de una sociedad marginada, abandonada por el Estado y su crecimiento económico injusto e hipócrita emergen los buenos frutos o los malos frutos. Y allí, hace 17 años, en el barrio de Río Seco, en el distrito de El Porvenir, emergió un fruto que muchos califican de “malo”, ”sanguinario” y” miserable”: A.M.P.G. Huérfano, sin el calor de un hogar, abandonado por sus padres a quienes no conoció, sólo al cuidado de una abuela anciana descuidada y teniendo un entorno negativo de gente que de la extorsión, el robo y el crimen hicieron su profesión.

Sin un modelo paterno ni materno positivo a quien admirar y a quien seguir tuvo que cobijarse bajo la protección de un familiar, su tío, Roberto Gutiérrez Guzmán, o simplemente “El Soli”, jefe de la banda “Los malditos de Río Seco”, avezado criminal que purga pena en el penal de “Cachiche” de Ica, quien desde la tierna edad de A.M.P.G. fungió de su maestro. Y, como una consecuencia indeseada del abandono y esa crianza perversa siguió por el mal camino sumergiéndose desde los 11 años en el mundo de la delincuencia.

Según el Coronel (r), Elidio Espinoza, los elementos de mal vivir que rodearon a este adolescente: “Le incentivaron a frecuentar un bar en donde le daban alcohol, drogas, le ponían mujeres y armas. Le indicaban a quien tenía que matar y le adiestraban en el manejo de armamento”. La ex autoridad policial, que conoció muy de cerca a A.M. P.G., lamenta que “a este joven lo hayan convertido en un sicario, en un asesino”. Luego sería estigmatizado por los “custodios del orden” con el alias de “Gringasho” por lo blanco de su cutis. Con ese apelativo se ha convertido hoy, gracias a la campaña informativa de la prensa, en el sicario más joven del país y en un ícono de una juventud negativa. Un sicario que acumula un triste currículum que comenzara a formarse en el 2009 con el crimen de 2 personas. Poco después, sería involucrado en diez homicidios más por ajuste de cuentas entre bandas de hampones. Por ello fue condenado a 6 años de prisión a pasarlo en el Centro de Rehabilitación de Menores (Ex Floresta) de donde se escapó el 28 de abril del año pasado. Recapturado e internado en el Centro de Rehabilitación de Maranguita, también se escapó la noche del 31 de diciembre.

Hoy, inmerso en un torbellino de insultos y deseos del peor de los castigos Gringasho halla alivió sólo en su enamorada Jasmy Marquina quien le socorre con el alimento y la ropa por cuyo hecho amenazan con llevarla a prisión. Una joven que cree que es una persona buena, que requiere ayuda para salir del fango.”Eres una persona buena e importante en mi vida”, dice en su facebook. Pero, no todos creen que es bueno y entre ellos están los sicólogos que dicen que es un sicópata y hasta el mismo Presidente Humala que lo llama “miserable” y propone enviarlo al penal de Shallapalca aunque la ley no lo permita. ¿Normal o sicópata? ¿Bueno o miserable? ¿Ángel o demonio? Lo cierto es que “Gringasho” de acuerdo a la ley es un infractor que merece ser sancionado de acuerdo a sus faltas o delitos, fehacientemente comprobados, pero sin ensañamiento.

Sin embargo, preguntamos: ¿Y quién ha producido el fenómeno Gringasho? ¿Acaso Dios lo ha creado malo, sicópata y miserable? ¿Porqué nadie piensa en sancionar a los responsables de su formación? ¿Qué hay de los padres que lo abandonaron? ¿Qué hay de la abuela que lo descuidó?¿Qué hay del tío Soli que lo convirtió en delincuente y sicario?¿Qué hay de la sociedad y el Estado que no se preocuparon de él? ¿Acaso el gobierno de Ollanta Humala tiene una política de rehabilitación de nuestros infractores juveniles? ¿No es verdad que La Floresta y Maranguita son conducidos por elementos corruptos e incapaces? ¿Todos ellos no merecen también ser sancionados? ¿Por qué la cuerda se tiene que romper por el lado más débil? Muy fácil es calificar a nuestra juventud equivocada de “psicópata” y “miserable”, pero que difícil es aceptar las propias responsabilidades.

¿Por qué en lugar de pensar en endurecer las leyes para sancionar a nuestros jóvenes no gestar leyes y obras que sean nuevas alternativas de formación y estímulo para nuestros niños y jóvenes? ¿Por qué no crear leyes que sancionen severamente a los padres que incumplen su deber y abandonan a sus hijos? ¿Por qué no crear albergues para menores en abandono moral que AUN NO CAEN EN LAS GARRAS DEL DELITO? ¿Por qué el gobierno no reorganiza los Centros de Readaptación Juvenil? ¿Por qué nuestras instituciones educativas no fomentan las Escuelas para padres? ¿Por qué la prensa en lugar de hacer apología del delito y la violencia no promueve los buenos ejemplos y hechos positivos?

Hoy, abandonado a su triste suerte a Gringasho sólo le queda el apoyo de Jasmy, su pareja, quien le dice “Te estaré esperando” con la seguridad de que el amor romperá las barreras de la prisión, sentimiento que le dará fuerza para cambiar y seguir el camino del bien del que nunca debió apartarse si hubiese contado con padres buenos, con una sociedad y un gobierno responsables y cumplidores de su deber como protectores de nuestra juventud.