Escribe: César Lévano
Un diálogo sin agenda y sin discrepantes: eso es lo que se realizará mañana lunes por convocación del presidente Ollanta Humala. Lo más cercano a una orden del día de la conversa la ha dado Nadine Heredia: hay que hablar de cosas que interesan al país, como al crecimiento de la economía y las inversiones.
Para eso no hacía falta ningún diálogo plural. Bastaba con lo que ella y el ministro de Economía acuerden, bajo el recetario del FMI.
Significativo es que entre los invitados a la cita no haya ningún dirigente de los organismos sociales: CGTP, Confederación Nacional Agraria, Confederación Campesina del Perú. Todos los partidos de la derecha han sido convocados; pero ninguno de la izquierda. Están el PPC, Solidaridad Nacional, el estadounidense Pedro Pablo Kuczynski, César Acuña, el rector universitario que nunca lee un libro, etc.
Entre los invitados figura Salomón Lerner Ghitis, de Ciudadanos por el Cambio, que es un personaje de insistente presencia en prensa, radio y televisión, quizá porque su organización no se define de izquierda.
La señora Heredia, gran auspiciadora del encuentro, debería explicar por qué ha excluido a personajes como Mario Huamán, de la CGTP, o el congresista Manuel Dammert, o Marco Arana, del partido Tierra y Libertad, que cuenta con registro electoral. Grandes ausentes son también los dirigentes juveniles que en días recientes demostraron su autoridad y su representatividad.
El régimen, que acaba de padecer una derrota política monumental, ha pedido demostrar cierta habilidad política convocando también a esos sectores, que expresan un amplio espectro de ciudadanos que producen, estudian y luchan por los intereses del país y de la gente de a pie.
Parece que Humala no ha captado un mensaje contenido en The Economist del 7 de este mes: “Humala corre el peligro de perder el control del Congreso en los 18 meses finales de su gobierno”.
Dado ese marco, es lícito adelantar que nada importante va a surgir de la reunión convocada, con campanadas de desesperación, por un gobierno cada vez más aislado.
El politólogo italiano Giovanni Sartori definió la democracia como “el gobierno mediante el diálogo”. Pero el diálogo auténtico no es la conversación monocorde entre quienes piensan lo mismo. En este caso peruano, más que un diálogo, se ha engendrado una charla. Charlar, dice el diccionario, significa “conversar por pasatiempo”.
La etimología puede iluminar el escenario del monólogo polifónico y cacofónico convocado por el poder: charlar viene del italiano ciarlare, que significa hablar mucho y sin substancia.(diario uno)