domingo, 9 de diciembre de 2012

Perú-Chile: cuando de la estrategia militar y geopolítica se pasa a la actividad diplomática


Contrapunto. Ambos militares en retiro, Daniel Mora y Juan Cheyre, intercambiaron puntos de vista con respecto a cómo han percibido las actuaciones de ambos países en La Haya, pero también dan su versión acerca de cómo el pasado marcó este caso.
La corte de La Haya como espacio de medición de fuerzas

Daniel Mora Zevallos
General (r) del Ejército Peruano y ex ministro de Defensa.
Congresista de la República del Perú.

El 3 de diciembre se inició la fase oral del proceso por la delimitación marítima con Chile en La Haya. En mi opinión, y en este orden de ideas, considero que la teoría del Hito número uno (H-1) es nuestra principal fortaleza, el tratado de 1929 es clarísimo en relación con el punto de inicio de nuestra frontera terrestre con Chile, que es el punto de la Concordia en la orilla del mar. Ningún país en su sano juicio hubiese trazado el paralelo del supuesto límite marítimo por encima del punto de la Concordia, es decir el H1, violentando su propio tratado, "El paralelo por encima del punto Concordia". Y el territorio entre Concordia y el H-1, ¿a quién pertenece? ¿ Es un pasaje internacional?

Es según este hito número uno que Chile comienza a construir su propia frontera marítima. Pellet ha mencionado con sarcasmo pero con buen juicio que la posición chilena es frágilísima y pretende crear un embrollo jurídico, amputa radicalmente al Perú su acceso al mar y que una aceptación de esa naturaleza por parte del Perú sería la expresión de un masoquismo irrazonable. Evidentemente el Perú no hubiese renunciado a ese derecho sin una cláusula explícita.

Otro aspecto importante es lo relacionado con el logro de una solución equitativa mencionada por Bundy, y cómo la configuración geográfica de una frontera cóncava al final de la frontera sur del Perú y norte de Chile donde su dirección cambia bruscamente a casi una vertical. Ha sido analizada en muchos países que han presentado problemas en su delimitación y la solución a todos estos casos ha sido la equidistancia y que en el caso de Perú y Chile esa equidistancia se da con la bisectriz que es casi perfecta. En estos casos la jurisprudencia de la Corte de Justicia de La Haya es la solución equitativa que desbarata por completo la teoría de los paralelos.

Además, la parte chilena no ha logrado demostrar en ningún momento que haya existido un tratado de límites marítimos, lo mostrado no resiste el menor análisis. La declaración de Santiago no sigue los protocolos internacionales para que un documento de esta naturaleza sea denominado tratado de límites, no existen mapas, descripciones detalladas de una serie de aspectos que debe contener un tratado de límites. Jamás se pensó que el acuerdo de 1954 fuera un tratado de límites, solo se definía un corredor pesquero para evitar incidentes, tal como lo describe el propio Embajador Bakula.

Es a partir de 1982, con la suscripción de la Convención del Mar, que se establecen los parámetros para que países con costas adyacentes establezcan sus límites marítimos.

En sus últimas intervenciones, Chile ha presentado otras partes inconexas de su propio rompecabezas, como pruebas de que se trata de un tratado, textos escolares, incidentes pesqueros, los faros del 68 y 69, etc., hechos anecdóticos que a su juicio configuran una frontera marítima pero que, como bien lo ha señalado la cancillería, no se puede presumir que estas prácticas puedan definir un límite marítimo porque según el derecho internacional tiene que ser expreso, un tratado específico que Chile hasta hoy no ha logrado exhibir.

La interrogante planteada por el juez Mahomed Bennouna sobre si Chile y Perú pueden podrían haber fijado un límite marítimo en 1952 de acuerdo con el derecho internacional no me deja lugar a dudas: la Declaración de Santiago fue de naturaleza política, no de límites. Esta interrogante a estas alturas nos puede dar indicadores de las posturas que se perfilan en este contencioso.

Chile y sus vecinos:
el momento
de la política

Juan Emilio Cheyre
Ex jefe del Ejército de Chile.
Director del Centro de Estudios Internacionales UC.

Chile pocas veces había estado tan movilizado y atento a los temas internacionales. La demanda del Perú paradójicamente llevó a nuestra población, en general apática, a tomar posición en relación con asuntos vitales. Hemos visto debates y opiniones de ciudadanos y ciudadanas sobre temas como la importancia de nuestra frontera; la defensa de la soberanía; la necesidad de potenciar los vínculos con la región o la conveniencia que el Perú no solo acate el fallo, sino que de una vez por todas se comprometa a dar por cerrada la seguidilla de nuevas demandas que hace tantos años nos mantienen en tensión.

El ámbito de preocupación de los chilenos no ha estado solamente en La Haya. Las declaraciones del presidente Evo Morales han puesto sobre la mesa el sueño boliviano de llevar a nuestro país a un tribunal internacional, desconociendo el tratado plenamente vigente que opera todos los días en beneficio de ellos.

El interés del fallo que pueda emitir la CIJ ha hecho nacer en Chile preocupaciones acerca del tipo de relación que el país debe tener fundamentalmente con sus vecinos. De allí que ha llegado el momento de que la política chilena amplíe su mirada incorporando los temas internacionales como variable importante de la que preocuparse.

El país necesita asumir los asuntos internacionales como un tema fundamental, especialmente en el ámbito de las relaciones vecinales. Constituye un desafío mantener nuestros vínculos privilegiados con el Asia Pacífico, pero al mismo tiempo lograr una relación alejada de tensiones con la vecindad.

Hasta la fecha, hemos tenido un actuar de Estado basado en principios que nos ha permitido –a través del tiempo– mantener nuestras fronteras, asegurar la paz y proyectarnos al mundo. Estamos enfrentando la demanda peruana con sólidos fundamentos en derecho y sería esperable que se respete nuestro límite incuestionable. Sin embargo, para alcanzar el Chile desarrollado al que aspiramos se requiere de una vez por todas lograr con Perú y Bolivia una relación que salga de las controversias y los litigios.

Chile requiere acrecentar su proyección al mundo y particularmente al Asia Pacífico. Ello se facilita y potencia con una sólida posición vecinal de carácter integrador, acompañada con un quehacer regional armónico y conducente a objetivos compartidos donde actores como Brasil y México son fundamentales. Una tarea como la descrita tiene eminente contenido político. El país ha encontrado en lo jurídico elementos claves para su quehacer internacional. Sin embargo, en la fase que viene pienso que la política, en su más alto sentido, debe marcar un claro centro de gravedad que genere una visión exterior de Estado con más contenidos que aquellos que nos han permitido sortearlos actuales momentos.

El desafío internacional de Chile no puede limitarse a esperar el fallo de La Haya y esperar una posible demanda boliviana. Es tiempo de actuar creativamente. Se necesitan nuevas ideas y amplios consensos. Einstein nos da una lección de Estrategia cuando sentenció: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.

Necesitamos resultados distintos. Constituye una prioridad resolver las ataduras del pasado con vecinos con los cuales hace más de cien años logramos la paz. Sigue pendiente la construcción de una relación plena que abandone las demandas y pase a la construcción de un proyecto compartido. (La Tercera)