jueves, 14 de mayo de 2015

José Miranda, la vieja promesa aprista que vuelve a la escena

Este es el perfil político de quien asume la dirigencia del Apra en la región.

José Miranda, la vieja promesa aprista que vuelve a la escena
La Libertad, Trujillo.- Aunque algunos hoy no lo sepan o no lo recuerden, hubo un tiempo en que el hoy electo secretario general del Partido Aprista Peruano en La Libertad, José Miranda Prado, encarnó el nuevo rostro del Apra. Y no es exageración.

Fue en el año 2005, exactamente diez años atrás. Mirando Prado, a quien le pusieron el apelativo de “Pepón” –váyase a saber por qué-, tenía entonces el cargo de regidor provincial de Trujillo en la última gestión del aprista José Murgia. Era él un joven concejal del oficialismo, aprista, y sin embargo, empezó a hacerse notar como un fiscalizador feroz y entusiasta que no dudaba en oponerse a la propia gestión edil.

El presidente del directorio de la Caja Trujillo de esos tiempos, Augusto Ñamó, lo debe recordar muy bien. José Miranda cuestionó con energía las cifras que, de acuerdo a los informes oficiales, dejaban a la entidad prácticamente como un paraíso fiscal. En su condición de regidor, emplazó a Ñamó –hombre de entera confianza de Murgia- en más de una vez desde el mismo Concejo Provincial de Trujillo.

Pero el choque más duro que tuvo el joven fiscalizador José Miranda se dio contra la por entonces todopoderosa dirigente de su partido, Miriam Pilco. De ese choque, justamente, no saldría ileso.

TARIFA SOCIAL. Miriam Pilco, que era secretaria general del Apra en La Libertad, venía precedida del sobrenombre de la “Dama de hierro”, y no era en vano. El joven regidor aprista lo comprobó.

José Miranda lanzó desde el concejo, su cotidiano campo de batalla, una auténtica bomba que alborotó a Trujillo: la tarifa social de Sedalib, destinada a gente necesitada (que pagan 7 soles al mes por el servicio de agua), tenía como beneficiarios a personas a las que no les hacía falta precisamente dinero. Entre estos beneficiarios estaban el gerente general de la misma empresa Sedalib, Roberto Vigil, y –oh sorpresa- la dirigente aprista Miriam Pilco. El caso, como no pocos recordarán, fue un bombazo mediático que desnudo los manejos que se hacían en la entidad que venía siendo por años manejada por el partido de la estrella.

El joven fiscalizador apareció en todos los medios levantando el dedo acusador contra la propia dirigente de su partido, algo inusitado en la cuna del aprismo. Y ello trajo consecuencias: Pilco no solo lo llamo “figureti” sino que su dirigencia se encargó de enviarlo a Disciplina y retirarle sus derechos partidarios por haberla difamado. Estaba con un pie fuera.

El “Pepón” no solo fue silenciado, sino que fue dejado solo. Después de eso no volvió a ser el mismo. Al menos políticamente hablando.

DILUIDO. La novedosa aparición de Miranda Prado como una de las jóvenes promesas del Apra se fue diluyendo. No pudo ser candidato en el año 2006, pese a que un año antes había quienes lo veían incluso como el llamado a suceder a Murgia en la alcaldía.

Estuvo así alejado de la política, aunque no de la administración pública, ejerciendo como asesor de bajo perfil en alguna comunas de gobierno aprista.

Intentó volver a la escena en el año 2009, cuando hubo nuevas elecciones internas. Competía justamente contra la principal responsable de su ostracismo: Miriam Pilco. Pero quien resultó siendo dirigente fue otro: Carlos Martínez Polo.

Por esa época además había vuelto a la gestión pública como funcionario. El presidente regional José Murgia lo designó en un cargo de confianza: subgerente de Defensa Nacional en la región. Pero ese periplo no acabó bien para Miranda: en el 2010 dejó el cargo en medio de unas denuncias internas que ponían en tela de juicio el buen manejo del cargo. Salió por la puerta trasera, sin que Murgia siquiera pueda abogar por él.

EL RETORNO. La carrera política de José Miranda Prado parecía ser la repetición de tantas otras en el Apra: truncada a sus inicios, ahogada en la orilla. Pero una circunstancia cambió su historia.

Elías Rodríguez, el congresista aprista, se había empeñado en ser dirigente de su partido. Una directiva partidaria vigente, sin embargo, se lo impidió. Eso generó que todo un grupo representado por el parlamentario se quedara sin candidato. Vieron entonces alrededor y encontraron, junto a Elías Rodríguez, a José Miranda. Y fue elegido como candidato por esa facción que le haría la pelea a los “cuarentones”, otra facción fuerte en disputa.

Así, sin pensarlo, como jugando, José Miranda terminó yendo a una elección interna en la que se alzó como ganador, gracias –qué duda cabe- a la gran capacidad de movilización y convocatoria que ha detentado Elías Rodríguez.

Ahora el “Pepón” es menos joven que hace diez años, frisa los cuarenta, pero tiene otra vez, después de una década, la posibilidad de darle un nuevo aire a su partido, tan venido a menos en estos años.(correo)