Por: Dionicio Mantilla León
Cada día que pasa aquella famosa frase del pasado creada por aquel insigne pensador peruano, Manuel González Prada, queda muy pequeña y hasta obsoleta ante el negro panorama que se viene dibujando en nuestro país en donde con incontenible fuerza se viene imponiendo la delincuencia y la corrupción. Ahora, “al poner el dedo ya no sale la pus”, sino la peor sustancia nauseabunda para la que ya no existe una palabra en el diccionario con la cual poder calificarla.
Si tres décadas atrás nos quedábamos estupefactos ante los cuadros de rapiña y ladronaje que se operaban desde los más elevados escalones del poder político durante el primer y segundo gobierno de Alan García y, luego, durante la dictadura de Fujimori y Montesinos, hasta los más pequeños personajes de los más recónditos parajes del país, hoy, estos protagonistas y escenarios han rebasado los límites de la razón y el entendimiento, así como de la capacidad de resistencia y paciencia de la población.
En efecto, nuestro país viene ocupando, sin lugar a dudas, uno de los primeros lugares en América latina, en lo que se refiere al imperio de la inseguridad y la corrupción, males sociales que, lamentablemente, pareciera no tienen cura porque, al parecer, las autoridades de todos los niveles no tienen ningún interés en eliminar o, en todo caso, hacen manifiesto una evidente incapacidad para afrontarlos con éxito.
Tanto ha crecido la inseguridad que ahora ya la extorsión y el crimen viene ingresando al respetable recinto de los templos católicos asaltando a sacerdotes e instituciones educativas tal como lo prueba el asesinato, frente a un grupo de niños de dos vigilantes de una I.E. en el distrito de San Juan Luringancho en Lima porque la directora no pagaba una extorsión, el asesinato de un director, la fijación a los padres de familia de una I. E. de una cuota de 10 soles para pagar a extorsionadores, entre otros casos.
La corrupción ha llegado a tal límite que ahora la ola delincuencial ha llegado a la PNP en donde malos efectivos vienen siendo detenidos por dedicarse al asalto y el narcotráfico y, lo que es más condenable aún, un buen número de empleados y funcionarios del Estado como son los del Banco de la Nación se han dedicado a robar sin ninguna vergüenza a los ancianos pobres que periódicamente reciben una propina mensual de parte del Estado de acuerdo al Programa Social Juntos establecido por este gobierno. Censurables hecho que se han cometido en varias localidades de Cajamarca por un monto ascendente a dos millones y medio de soles con el cual los ladrones se han dado la gran vida en playas del extranjero.
Pero, lo que hiere lo más profundo de nuestra sensibilidad es lo que habrían venido perpetrando indeseables empleados del Banco de la Nación de Huamachuco que, según todos los medios noticiosos nacionales y regionales, le habrían robado miserablemente, la propina de pensión del “Programa Juntos” y “Pensión 65” a ancianos analfabetos y de extrema pobreza, específicamente de Chugay, Cochabamba y otros zonas de nuestra provincia descubriéndose, por lo pronto, hasta diecinueve casos de víctimas.
Sinceramente, nos resistimos a creer noticias negativas por el respeto que tenemos a Huamachuco. No podemos aceptar que el ladronaje descarado y, sobre todo, a personas indefensas como son nuestros hermanos y hermanas campesinas analfabetas y de extrema pobreza haya llegado a nuestro pueblo. La dimensión de nuestro afecto por Huamachuco no permite aceptar que la ola maldita del robo sin escrúpulos que viene imperando en todo nuestro territorio nacional haya llegado a nuestra comunidad.
A través de este medio demandamos enérgicamente a las autoridades que corresponda una profunda investigación de estos robos y que a los ladrones les caiga todo el peso de la Ley. Urgimos a nuestros hermanos dirigentes de la Central Única de Rondas Campesinas de la provincia a pronunciarse respecto a este caso pues nuestros humildes hermanos y hermanas campesinos afectados no pueden quedar en el desamparo y sin defensa. Confiamos en la predisposición de los directivos del Banco de La Nación a brindar las facilidades al Poder Judicial para que este escandaloso robo se esclarezca. No a la impunidad. En esta hora difícil en que vivimos en el país, prisioneros como estamos de rateros, criminales y corruptos, urge adoptar las medidas que el caso amerita.