martes, 19 de mayo de 2015

No olvidemos a los compatriotas del ande liberteño

No abandonemos a los ronderos, empujándolos a adoptar medidas desesperados frente a la delincuencia que, empero, entendemos aunque no justificamos.
Ronderos usan armas para enfrentar la delincuencia.| Foto: Referencial
Ronderos usan armas para enfrentar la delincuencia.| Foto: Referencial

Es peligroso el anuncio efectuado recientemente por el presidente de las Rondas Campesinas de Sánchez Carrión, Faustino Guevara, de que se van a armar para combatir a la creciente delincuencia que afecta a esa provincia del ande liberteño. Los ronderos no deben usar armas de fuego ni tomar la justicia por su propia mano.

Sin embargo, cabe recordar que esos grupos de autodefensa sí usaron escopetas, retrocargas y otras armas que ellos mismos fabricaban, y que ahora anuncian como los elementos que usarán próximamente. Fue durante la época del terrorismo y particularmente en el periodo en que Alberto Fujimori gobernó al país.

En aquella ocasión, su labor fue incluso ponderada por las autoridades y analistas. Se consideró que ellos actuaron como la primera columna para hacer retroceder a las huestes senderistas y emerretistas. Hubo en los enfrentamientos no pocos muertos de uno y otro lado, producto de los duros enfrentamientos.

Los ronderos, en su mayoría campesinos, veían peligrar sus exiguos ingresos debido a las exacciones y cupos que los terroristas les exigían. Asimismo, les robaban animales que criaban con mucho esfuerzo.

Pero las cosas han cambiado y desde hace unos años los ronderos han entregado sus armas. No habría razón para que se rearmen ahora, porque la amenaza terrorista, si bien no ha desaparecido por completo, ha amainado.

No está contemplado dentro de la actual legislación que los ronderos usen armas de fuego, como en los 90. Pero los delincuentes hace tiempo han puesto a esas personas en su mira. Al igual que los terroristas, ellos también les quitan sus pertenencias, les exigen cupos y los amenazan si no cumplen. Es la misma modalidad de extorsión que ocurre en Trujillo y otras localidades cercanas, solo que en el ámbito rural y con otro tipo de bienes.

El Estado debe intervenir frente a esta situación. La policía no puede concentrarse en ciertos puntos donde vigila intereses privados a cambio de pagos. También debe hacerse trabajo de inteligencia para desbaratar a las bandas criminales. No creemos que sea tan compleja como en Trujillo la labor de hacer seguimiento para posterior captura de esos sujetos.

La justicia, por su parte, debe hacer su trabajo a través del Ministerio Público y del Poder Judicial. Hay que agilizar los procesos y darle prioridad a los casos penales que pueden aparecer en las diversas zonas de Sánchez Carrión.

No abandonemos a nuestros hermanos del ande, empujándolos a adoptar medidas desesperados que, empero, entendemos aunque no justificamos. Tendámosles la mano que necesitan para que no se sientan ni estén desprotegidos. Pero, a la vez, presentemos acciones con resultados para que no tengan que voltear la mirada a opciones que podrían acarrear consecuencias insospechables.(la industria)