" AÑO DEL BICENTENARIO, DE LA CONSOLIDACIÓN DE NUESTRA INDEPENDENCIA, Y DE LA CONMEMORACIÓN DE LAS HEROICAS BATALLAS DE JUNÍN Y AYACUCHO "

 

domingo, 9 de septiembre de 2012

La cacería del “Cachetón”


Los protagonistas de la detención de Abimael Guzmán Reinoso narran en la siguiente crónica cómo un pequeño grupo de agentes policiales, en un corto plazo de tres años, logró descubrir la guarida del jefe máximo de Sendero Luminoso y destruir la dirección partidaria de la organización terrorista más letal de la historia. Es un relato repleto de valor, inteligencia y sacrificio.

Por Doris Aguirre Y María Elena Hidalgo/

“¡Este pedazo de papel vale oro!”, exclamó el cabo de la policía Carlos Iglesias Iglesias al encontrar en una bolsa de basura un trozo de manuscrito donde se leían las iniciales “RBP”. Era la última semana de agosto de 1992. Iglesias formaba parte del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), formado el cinco de marzo de 1990, bajo la conducción del comandante Benedicto Jiménez Bacca. El objetivo de la organización policial era capturar al jefe de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reinoso. El fragmento de papel que detectó Iglesias conduciría a los agentes a la guarida del “Cachetón”, como llamaban a Guzmán.

Jiménez fue quien reclutó a Iglesias para el GEIN. “Tú eres el hombre perfecto que estoy buscando para un trabajo de inteligencia”, le dijo Jiménez al cabo Iglesias. El “trabajo perfecto” era disfrazarse de basurero y recoger los desperdicios de una residencia ubicada en la calle Varsovia 459, en la urbanización Los Sauces, en Surquillo. Los agentes sospechaban que en la vivienda, donde aparentemente solo vivía una pareja de jóvenes –los que luego serían identificados como Maritza Garrido Lecca y Carlos Incháustegui Degola–, se ocultaba un líder importante, sin saber con certeza que se trataba de Guzmán. El hallazgo del trozo de papel con las siglas “RBP”, encontrado en la bolsa de desperdicios que lanzó Garrido Lecca al camión recolector, sin darse cuenta de que el cabo Iglesias era un agente disfrazado de basurero, confirmó a los policías que estaban en buen camino. “‘RBP’ significaba Reunión del Buró Político. El Buró Político era la máxima instancia directiva de Sendero Luminoso. Lo que quería decir que en esa casa que estábamos vigilando había senderistas de alto nivel”, recordó el ahora suboficial superior PNP Carlos Iglesias Iglesias, el “basurero” del GEIN.

El Grupo Especial de Inteligencia, adscrito a la Dirección contra el Terrorismo (Dircote), tuvo un nacimiento accidentado. En febrero de 1990, cuando los senderistas incrementaban sus violentas actividades en Lima, el entonces comandante Benedicto Jiménez fue separado de la Dincote por discrepancias con su jefe, el coronel Victoriano Blanco. Al enterarse del incidente, el director de la Policía Técnica, general Fernando Reyes Roca, llamó a Jiménez a su despacho. Jiménez le propuso formar un equipo especializado dedicado exclusivamente a desmontar la dirección senderista. Reyes apoyó la iniciativa. Benedicto Jiménez convocó al capitán Félix Castro Tenorio, a los alféreces Jorge Luna Chu y Joe Sánchez Alva, y al cabo Carlos Iglesias. Así empezó el GEIN: con un jefe y cuatro efectivos.

OBJETIVO: "CACHETÓN"

Para llegar a la cumbre, debían escalar desde abajo. Y eso hicieron. El primero de junio de 1990, menos de tres meses después de la constitución del GEIN, los agentes debutaron exitosamente con la “Operación Isa”. “Isa” era el alias de Judith Díaz Contreras, responsable del Grupo de Apoyo Partidario (GAP). Se encargaba de ofrecer alojamiento, alimentación y logística a los terroristas que llegaban a Lima de todas partes del país. Judith Díaz era parte de la cadena de mando de Sendero Luminoso en Lima. Cinco años antes de la formación del GEIN, Benedicto Jiménez, cuando trabajaba en la Dincote, recibió una carta anónima de una madre de familia que denunciaba a una mujer que había captado a su hijo para formar parte de Sendero Luminoso. Esa mujer era Judith Díaz, “camarada Isa”.

Al ejecutar la “Operación Isa”, los agentes no solo atraparon a Judith Díaz. También a otros dos dirigentes de mando medio: Elvia Sanabria Pacheco, jefa del Departamento de Apoyo Organizativo (DAO), y a Carlos Torres Mendoza, otro integrante del GAP. “Con el ‘Operativo Isa’ incursionamos en treinta inmuebles y detuvimos a cuarenta terroristas que formaban parte del GAP y del DAO. El allanamiento más importante fue a una residencia ubicada en la Calle Dos, en la urbanización Mariscal Castilla, en Monterrico Norte. Allí funcionaba el DAO. Encontramos una documentación impresionante, como las ‘cartas de sujeción’ de todos los dirigentes nacionales de Sendero Luminoso, lo que contribuyó a conocer sus identidades, algo que no se sabía hasta entonces. Y había una lista de teléfonos de los terroristas con sus sobrenombres, entre ellos estaba el ‘camarada Manuel’. Al hacer el seguimiento, descubrimos que ‘Manuel’ era Luis Arana Franco, responsable de la academia preuniversitaria César Vallejo. Lo apodamos ‘Sotil’ porque se parecía mucho al jugador de fútbol. Sería clave para lo que vino después porque era el hombre de la plata y por eso lo buscaban los dirigentes. Por eso lo mantuvimos bajo vigilancia durante dos años”, relata el general PNP Carlos Morán Soto, que en 1990, con el grado de capitán, trabajaba como analista del GEIN.

En noviembre de 1991, asumió la jefatura de la Dincote el general Antonio Vidal Herrera, quien mantuvo la continuidad del GEIN. Al poco tiempo, el 22 de junio de 1992, Benedicto Jiménez decidió que era el momento de atrapar a “Sotil”. Para sorpresa de sus captores, Luis Arana Franco se derrumbó fácilmente y suministró información clave sobre las casas que había visitado para entregar dinero e identificó a los senderistas con los que se reunía en la clandestinidad.

"Pero el dato más importante que nos dio ‘Sotil’ fue que en un ocasión lo llevaron a conocer a Abimael Guzmán. Lo condujeron a una playa de estacionamiento donde lo esperaba un vehículo con una mujer atractiva acompañada de un hombre joven y barbudo. Averiguamos en la playa la placa del vehículo y resultaba que pertenecía a Carlos Incháustegui. Le aplicamos vigilancia a este sujeto que vivía con una mujer joven en Los Sauces, Surquillo”, narra el general PNP (r) Marco Miyashiro Arashiro, el número dos del GEIN.

En la primera semana de agosto, un grupo de agentes del GEIN instaló un puesto de observación frente a la casa de Los Sauces. También participaron los falsos basureros, entre ellos el cabo Iglesias, quien halló el providencial trozo de papel con las iniciales “RBP”, lo que indicaba que en la vivienda había más gente. En la noche del 11 de setiembre, durante un apagón, y cuando Incháustegui y su pareja estaban en la azotea, en el segundo piso se prendió una luz, lo que probaba la existencia de otras personas en la residencia. Se fijó para el 15 de setiembre la incursión en la casa, pero se precipitó el día 12, a las siete y media de la noche, ante el temor de un escape. Aprovechando que salían de la residencia una pareja de visitantes, acompañados de la mujer de Incháustegui –luego identificada como Maritza Garrido Lecca–, los agentes Julio Becerra y Cecilia Garzón, que estaban por la calle como enamorados, aprovecharon la oportunidad para sacar sus armas. Garzón se quedó en el primer piso y Becerra se dirigió al segundo piso, donde encontraría a Abimael Guzmán sentado frente a su escritorio. “¡Ya perdiste, carajo!”, le gritó el agente Becerra. Era el fin del “Cachetón”.(la república)