" AÑO DEL BICENTENARIO, DE LA CONSOLIDACIÓN DE NUESTRA INDEPENDENCIA, Y DE LA CONMEMORACIÓN DE LAS HEROICAS BATALLAS DE JUNÍN Y AYACUCHO "

viernes, 16 de julio de 2010

BATALLA DE HUAMACHUCO Y "FUSILAMIENTO" DE LEONCIO PRADO

Por Luis Peña Rebaza.
Crudas lecciones por aprender
En días recientes, exactamente el sábado 10 de julio, se cumplió el 127 aniversario de la batalla de Huamachuco y este jueves 15, el "fusilamiento" del Coronel Leoncio Prado. Sobre ambos hechos es conveniente efectuar rotundas aclaraciones con miras a conocer la verdadera, la auténtica historia que nos muestre tal cual fuimos y nos comportamos en momentos trágicos para el país y, así mismo, nos desvele algunos mitos, que, en mala hora, persisten en nuestra conciencia colectiva.
El maestro Manuel Gonzales Prada, en su famoso discurso en el Politeama escribió que los verdaderos enemigos que nos derrotaron en la fatídica Guerra del Guano y el Salitre fueron el injusto olvido, la marginación, la miseria, analfabetismo e ignorancia en la que sucesivos y mediocres gobiernos oligárquicos condenaron a millones de indígenas y mestizos que vivían y sobrevivían en los Andes. Entre otras frases decía que: "La historia de muchos gobiernos en el Perú cabía en tres palabras: imbecilidad en acción" y, resaltando el papel de la educación: "A ustedes maestros de escuela les toca galvanizar a una raza que adormece bajo la tiranía del juez de paz, del corregidor y del cura, esta trinidad embrutecedora del indio"
En aquel entonces, nuestros implacables enemigos fueron también los egoísmos, las rivalidades y mezquindades entre un jefe militar, un caudillo civil y otro. Así, mientras Andrés Avelino Cáceres era derrotado en las llanuras de Purrumpampa, durante la batalla de Huamachuco donde se produjo el execrable repase con los soldados heridos, el general Miguel Iglesias en Cajamarca y cual un orgulloso chileno más, celebraba esta aciaga derrota; se trataba de sacar de competencia a un rival en la ambiciosa carrera por tomar el poder e iniciar la vergonzosa repartija personal y de casta. A dicha batalla, los sangrientos y sacrificados soldados que participaban en la heroica campaña de la Breña, arribaron desde el centro del país caminando en larga y cansada marcha trepando cimas, cruzando ríos y bajando quebradas. Tropas mal pertrechadas e integradas mayoritariamante por indígenas y mestizos, quienes portaban anticuados fusiles de diferentes marcas, las escasas municiones servían para un fusil más no para el otro y, para colmo, sin bayonetas. En tanto, en Arequipa, otro caudillo militar, el general Lizardo Montero, guardaba celosamente en su almacén miles de fusiles que se oxidaban ante la falta de uso.
Veamos ahora la historia del "fusilamiento" del Coronel Leoncio Prado, un héroe sin discusión alguna. Según versión de Abelardo Gamarra, cuando en la mañana del 15 de julio de 1883, el ejército sureño abandonaba la ciudad de Huamachuco, al haberse decretado una peligrosa epìdemia de gangrena, en vista de la gran cantidad de sangrantes muertos y heridos en el campo de la batalla, Gorostiaga, el jefe chileno, ordena a un subalterno que, a quemarropa, descerraje un disparo en la frente del joven oficial quien tendido en un humilde camastro, a duras penas se mantenía con vida sufriendo los dolores de las heridas recibidas en la batalla. A fin de amenguar el alevoso crimen cometido en contra de un militar de alto grado, postrado y moribundo, la versión del fusilamiento fue inventada por el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackena, versión que, por desgracia, aun se sigue difundiendo a través de los contenidos curriculares, se escucha en ceremonias realizadas en instituciones educativas de todos los niveles y hasta se lee, observa y escucha en diversos medios de comunicación.
Entonces, es urgente e imperativo volver a enseñar y repasar la historia, por más trágica y dolorosa que parezca. Será esta la única garantía para seguir construyendo un proyecto de país, una identidad nacional que, sin distingos de ningún tipo, nos cobije y brinde oportunidades a todos los peruanos y así no persistir tercamente siendo una patria ancha y ajena para las grandes mayorías.