lunes, 15 de agosto de 2011

¡HUAMACHUCO SE VISTE DE FIESTA!


Por: Dionicio Mantilla León
Allende los andes de La Libertad, donde se anidan los halcones y cóndores, bajo un diáfano manto azul orlado de perlas y algodones este pueblo exhibe, hoy, más que nunca, su envidiable encanto. Es Huamachuco, legendario pueblo gestado por Ataguju y Katequil y honrado por el fundador de la Patria, José Faustino Sánchez Carrión, que estos días se viste de gala porque está de fiesta. Fiesta, que comenzó un 29 de julio con la devota algarabía de las huarangas, que al ritmo del ¡jonda!, ¡jonda! en ancestral ritual izaron el mástil y el gallardete símbolo de religiosidad y jolgorio en homenaje a su “Virgen de Alta Gracia” y recordando 458 años de su creación como ciudad. Al alegre son de los “chirocos” y el danzar de “Incas” y “Quillallas”, altivo se alzará hasta el 31 de Agosto y, cual eximio danzarín, acariciará con su sedoso pañuelo, día y noche, los andinos cielos bailando un jacarandoso “huaynito con caja” acompañado del batir de las palmas de verdes eucaliptos y alisos.
Huamachuco está de fiesta y los huamachuquinos lo celebran jubilosos bajo la paternal mirada de su coloso vigía, el Huaylillas. “Con el pañuelo del alba / los tejados se han limpiado y / con el aguita de los luceros / el cerrito se ha peinado”, cantó así, con embeleso y, fiestero, uno de sus poetas, Néstor Gastañaduí, como así también cantó, Clodomiro Magno Guevara, (CLOMAGGUE) con “La voz de la sangre”, animando al “Cholo Goyo” y saboreando el “cushalito” en un ranchito abrigador.
“Cati, llegó la fiesta” --- dice el “yanasito” alegre y optimista. “Si, no pue”--- responde entusiasmado el poblano. Porqué con él ha llegado la hora del encuentro y del reencuentro; con él, llegó la hora del abrazo y la caricia; la hora de la risa y el contento. Llegó el momento de vivir, junto al recuerdo de los años idos, de la nostalgia aquella. LLegaron los mejores momentos de la vida en el hogar andino. La hora de henchirse de orgullo por esta tierra que nos vio nacer, que defendemos con coraje, que trabajamos con amor por su grandeza merecida.
Llegó el 14 de agosto y con él, las nocturnas y calurosas “candeladas” en la plaza de armas, junto al termolín y la cushpirana. Es la víspera de fiesta y con él llega el tronar de los cohetes, las bombardas chinas de colores, los majestuosos castillos de fuegos artificiales, los globos térmicos. Es la hora de deleitarse con el cantar de artistas de fuera y de dentro y la algarabía del gentío apretujado. Llegó el día central, es 15 de agosto y con él, las madrugadoras dianas y el loco repiquetear de las campanas coloniales anunciando el católico encuentro con la fe y la devoción con Dios en la catedral de los ensueños. Más tarde, cuando el rubicundo sol desde su balcón algodonado otea el distante horizonte saldrán los feligreses tras un milagro de la “Virgen de Alta Gracia” acompañándola en solemne procesión por la senda abierta por jubilosos danzarines: Incas, ñustas, canasteros, contradanzas y quiyayas. Luego vendrán los bailes sociales, las discutidas peleas de gallos, las coloridas tardes taurinas, ferias gastronómicas, artesanales, agropecuarias y ¡cómo no!, las tardes deportivas. Todo en un hato de matizadas diversiones.
Son días de fiesta en los andes, en las estribaciones del Perú profundo. Allende los helados cerros y llanuras donde arrogantes y vanidosas se pasean las vicuñas, las majestuosas águilas y los gigantescos cóndores. Allende, los húmedos “huachaques”, donde picotean los “liclics” y bailan las “pichushas”. Allí, en donde el sol amanece más temprano para insuflar de vida el corazón de los labriegos que día a día hunden en las entrañas de la tierra la semilla que dará el fruto, de fe y esperanza pa´ nutrir a sus “caishas” y su “vieja”. Así es de linda es mi tierra con sus joyas turísticas, su laguna “Sausacocha”, su colosal fortaleza “Markahuamachuco”, sus reconfortantes baños termales de “Yanasara”, su paisaje encantador.
Así es de hermoso mi pueblo, ninguno como él. Así es mi Huamachuco festivo, mi añorado pueblo, que abre las puertas de su corazón hospitalario, siempre franco y siempre amigo. ¡Bienvenido seas!
Foto: Beto Mendoza