Por: Luis Peña Rebaza
Lic. en Educación
luisprebaza1@hotmail.com
La reciente huelga magisterial, iniciada el 05 de setiembre y culminada luego de un mes en muchas regiones, por cierto no en todas, ha puesto directamente en el brasero una tenaz pugna política, ideológica y sindical, que se viene arrastrando desde hace casi dos décadas atrás. Me refiero al abierto antagonismo entre el Sutep, controlado por Patria Roja, frente al sector nucleado en torno al CONARE (Comité Nacional de Reorientación y Reconstitución), escindido el año 1993, que cuenta con bases sobre todo en Puno, Ayacucho, Apurímac y Cajamarca, y .con evidente ligazón al Movadef, y por ende al grupo mesiánico e irracional autodenominado Sendero Luminoso, que de luminoso solo tenía el resplandor que provocaba la dantesca explosión de la dinamita y los coches bomba, con el dolor, la sangre, muerte y lágrimas que ello acarreaba.
El Sutep es fundado el año 1972, en plena dictadura militar de Juan Velasco Alvarado. Desde entonces Patria Roja se enquistó en la dirigencia del sindicato magisterial, en donde a raíz de un discurso reivindicativo y contestatario frente a un sistema que concede tan poco interés e importancia a la educación, convocó a la gran mayoría de docentes del país. Sin duda, sus épocas de mayor esplendor y luchas fueron la huelga nacional indefinida a fines de los años setenta, en contra del régimen de Morales Bermúdez. Al iniciarse los años ochenta, la postura de Patria Roja, así como de otros grupos marxistas leninistas, fue ambigua y timorata ante la irrupción de Sendero Luminoso. Decían discrepar con la metodología usada, mas no con el objetivo final que era dizque la construcción de una nueva sociedad, sin clases sociales y sin explotadores ni explotados, que reemplazaría al viejo y caduco estado semifeudal.
En la actualidad en el sistema educativo público hay más de trescientos mil docentes en ejercicio, la gran mayoría de los cuales, estoy plenamente seguro de esta afirmación, no comparten ni la ideología de Patria Roja, ni menos aun la del Conare-Movadef.
Mientras el Sutep acusa de aventureros, infantilistas y anarquistas, de adoptar conductas radicaloides proponiendo una huelga “hasta las últimas consecuencias”, cuyo único fin es que el SUTEP se derrumbe para “sobre sus escombros” construir su propio sindicato (CONARE), este contraataca condenando las prácticas antidemocráticas, el sectarismo partidario y afán controlista de la Derrama Magisterial por parte de Patria Roja y califica a René Ramírez, secretario general del sindicato, como el Judas vendehuelgas.
En definitiva, si la educación es la piedra angular del desarrollo, entonces coincido plenamente en que hay urgentes reivindicaciones que demanda el magisterio peruano, y que es obligación del Estado el atender como prioridad número uno, en aras de una sustancial mejora de la educación pública.
Pero de manera categórica también afirmo que dichas reivindicaciones no deben ser aprovechadas, manipuladas y manoseadas por unos y otros, en el afán innoble de obtener réditos para sus particulares intereses políticos e ideológicos.