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domingo, 28 de octubre de 2012

El indulto a Fujimori


Por: Dionicio Mantilla León 

Luego de una serie de marchas y contramarchas tanto Keiko como Kenyi se animaron a pedir formalmente el indulto a su padre, Alberto Fujimori, bajo el argumento “humanitario”. No lo hicieron antes porque siempre esgrimieron la tesis de la inocencia, por ende, merecedor de la absolución, y pedir el indulto era como reconocer su culpabilidad. Según el Presidente de la República, Ollanta Humala, ahora, “por cálculo político”, se han animado a pedirlo el que, según el inefable y ocurrente Kenyi, nuestro primer mandatario tenía la “obligación de disponerlo de oficio y no esperar que se lo pidan”.

Así las cosas, y con el pedido formal el tema ha desatado una terrible tormenta política en el país: ¿Debe o no ser indultado el dictador Alberto Fujimori? Algunos dicen. “Pobrecito ya debe salir y estar con sus hijitos. Mucho sufre. Debe ser indultado”. Mientras otros, sobre todo los deudos de las víctimas de los años de la barbarie, manifiestan: “Él ha sido condenado con toda justicia por crímenes de lesa humanidad y no debe ser indultado”. Posición que es apoyado con sustento legal por Amnistía Internacional, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, la CGTP y otros. Dos caras de la misma moneda, pero que deben ser vistas a la luz de la verdad y la ley.

Según las normas nacionales e internacionales que han sido suscritas por el Perú el indulto lo da el Presidente de la República (118-21 de nuestra Carta Magna) en caso de enfermedad terminal, buen comportamiento y no haber sido condenado por crímenes de lesa humanidad; sin embargo, hasta la saciedad se ha demostrado que Fujimori no tiene cáncer terminal, ha sido condenado por crímenes de lesa humanidad y, de buen comportamiento nada que ver por cuanto contraviniendo las normas su celda lo convirtió en búnker político desde donde ha dirigido su partido y ha asesorado a su hija Keiko en las pasadas elecciones, además por disposición del gobierno anterior que se ha continuado hoy con la anuencia del presente gobierno su celda no es tal sino toda una “suite”, de tal suerte que su vida no corre peligro y transcurre con confort, lujo y con atención médica diaria.

En ese sentido y muchísimas otras razones más la solicitud de indulto no procede y, peor aún, el mismo condenado Fujimori no lo ha pedido es decir él no ha pedido que le perdonen la pena sino sus hijos y por sentido común un beneficio de esta naturaleza no tiene razón de ser toda vez que no está impedido de pedirlo y no lo ha hecho justamente como dice el Presidente de la República, “por cálculo político”, por cuanto pedirlo él mismo significaría reconocer su culpabilidad algo que siempre se negado y aún se niega a hacerlo.

Ahora bien, a los muchos delitos cometidos por el dictador “calculador” se agrega otro que tiene que ver con otra realidad. Sí, por cuanto durante los años de la barbarie y de dictadura en que la palabra del dúo Fujimori - Montesinos era ley y se habían convertido en 2 reyezuelos con el pretexto de disminuir la explosión demográfica y con ello la pobreza en el país se dispuso la esterilización de hombres y mujeres sobre todo en los sectores de escasos recursos económicos. Nuestra región ni Huamachuco se escaparon de estos desenfrenos maquiavélicos de la dictadura pues a cada médico de los hospitales del Ministerio de Salud, a cargo del ahora congresista, Alejandro Aguinaga, se les había ordenado que cada uno realizara obligatoriamente 300 esterilizaciones, entre vasectomía (varones) y ligadura de trompas (mujeres). Algo a cumplir, sí o sí, so pena de ser desaforado del puesto.

El indulto a Fujimori está en proceso y es al Presidente de la República, Ollanta Humala, a quien, le tocará decidir. Lo que llama poderosamente la atención es el porqué hoy la balanza del amor filial se inclina en favor del padre, pero estuvo ausente cuando la madre, Susana Higuchi, a quien sus hijos llamaban “loca”, fue apresada y sometida a torturas con electro shock en el “Pentagonito” por su propio esposo. Si bien la mayoría de ellos estaban pequeños ya Keiko, era mayor e, incluso, llegó a ser Primera Dama. En esos días el humanismo y el perdón de quien pretendió ser nuestra Presidenta de la República estuvo ausente. En esos años de la barbarie dicha palabra no existía en el diccionario de los hermanos Fujimori Higuchi. Ahora sí.