Por: Luis Peña Rebaza
Lic. en Educación
luisprebaza1@hotmail.com
Lo que en estos días viene aconteciendo en España es motivo de evidente preocupación, sobre todo para quienes sentimos y reconocemos, en mayor o menor medida, los fuertes lazos históricos y culturales que nos ligan con la península.
La severa crisis económica que se agudiza, saca a relucir una serie de contradicciones, pasiones y antagonismos. Y es que en épocas cuando cunde el desconcierto y caos, es usual que asomen y se exacerben ideologías nacionalistas y extremistas, que jalando agua para su molino, echan más leña al fuego en el afán de encontrar directos culpables. Por cierto, esto no es nada novedoso, solo por citar el caso más emblemático, así sucedió en los años veinte en Alemania, cuando las dramáticas consecuencias de la primera guerra mundial, crisis y desempleo, agudizadas por el crac de la Bolsa de Nueva York en 1929, precipitaron la fulgurante escalada política de un ex cabo austriaco, usando un bigotillo al estilo Chaplin, y quien mediante un discurso nacionalista, oportunista y demagógico, apelando a la absurda supremacía racial y la necesidad del “espacio vital”, comenzó rápidamente a ganar adeptos y en pocos años conquistó el poder, precipitando al mundo al más terrible conflicto bélico que la humanidad ha sufrido hasta hoy.
Sin duda, España a lo largo de su historia, y como muchas otras naciones o conjunto de naciones, tiene sus glorias y miserias. Una Inquisición que persiguió a Miguel de Cervantes, un sublime García Lorca que cantaba a la vida y al amor, y que murió fusilado por acción de las mentes más reaccionarias y retrogradas enquistadas durante décadas en el gobierno y poder. Aquellas que como hienas hambrientas gritaban ¡viva la muerte y muera la inteligencia!, y que estuvieron a punto de linchar al insigne humanista Miguel de Unamuno o cómo olvidar el bombardeo de Guernica, que inmortalizó un genio llamado Picasso o más recientemente, un rey que se ufana de ser defensor del medio ambiente y los animales, y sin embargo, malgastando miles de dólares, alegremente se va de safari al África mientras la desesperación y el desempleo cunden entre sus súbditos.
Creo que pese a todos sus avatares, España debe encontrar mecanismos y concesiones políticas que preserven su unidad en la diversidad de naciones que la conforman, y así los planteamientos separatistas no se conviertan en mayoritarios. Causa zozobra lo expresado recientemente por el presidente del PNV, Partido Nacionalista Vasco, Iñigo Urkulu, comprometiéndose a que Euskadi, es decir el país vasco, sea una “nación europea”. Similares posturas se plantean en fuerzas políticas catalanas, aunque es muy saludable la reciente elección de Pere Navarro como candidato del Partido Socialista de Cataluña PSC, a la Generalitat, el gobierno, quien ha manifestado que no está por la independencia y que lo que reclama el PSC es "una Cataluña libre en una España y una Europa federales", con un pleno reconocimiento del "carácter plurinacional, plurilingüístico y pluricultural del Estado".
En tal sentido, las elecciones que se avecinan son claves. Desde lo más profundo de mi sentimiento y corazón anhelo una España unida y sólida, que más temprano que tarde vaya superando este difícil momento que vive. Por último, permítanme una breve digresión, quizá un tanto cursi en medio de esta furiosa tempestad, en un hipotético caso de independencia de Cataluña, me cuesta imaginar que jamás volveríamos a deleitarnos, sea en el Nou Camp o el Santiago Bernabeu con aquel arte majestuoso dispuesto en un verde gramado: el insuperable clásico entre Real Madrid versus Barcelona.