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lunes, 6 de julio de 2020

El Maestro: ¿apóstol o demonio?

A propósito del Día del Maestro es necesario hacer un análisis del rol que él desempeña en la sociedad peruana.

El Maestro es un instructor y educador

Por: Dionicio Mantilla León

Es 6 de julio y las miradas de la sociedad peruana convergen en el Maestro, aquel trabajador de la educación sin el cual no es posible un devenir normal de la vida nacional y cuya ausencia del tejido social resulta inconcebible. El Maestro, sin embargo, se ha convertido en estos últimos años en la piedra de toque de la sociedad particularmente de las autoridades educativas quienes, de la mano de la casi totalidad de medios de prensa ávidos de satisfacer el ansia de noticias alarmantes de la población, coadyuvan a edificar en el maestro una suerte de espectro grotesco y sobredimensionado que tiene mucho de benigno, pero también de maligno. O, dicho de otra manera, un personaje que tiene mucho de APÓSTOL y también, de DEMONIO.

El Maestro hace lo posible por facilitar la educación virtual

¿APÓSTOL ADMIRABLE?

Sin lugar a dudas el maestro desempeña un rol trascendente en la sociedad, por esta razón es objeto de reconocimiento. Un papel que es mayormente valorado en los pueblos y comunidades del Perú profundo en la sierra, costa o selva. Y lo es porque en estos lugares el Maestro se convierte en el paradigma de la comunidad, en modelo, guía y autoridad en quien los pobladores confían plenamente. En caseríos pequeños en donde el Maestro muchas veces no sólo se limita a realizar tareas escolásticas que le son propias sino que también reemplaza al Médico, al Sacerdote, al Ingeniero, Juez, o cualquier otro personaje que sirva para atender los problemas comunales.

Existen profesores dignos de admiración que poseen mística, capacidad, honestidad y laboriosidad, que se ganan el cariño de los alumnos porque los tratan con amor y respeto. Profesores que saben enseñar con el ejemplo que predican, que practican los valores humanos y que trabajan coordinadamente con los padres de familia y autoridades. Maestros que saborean las peripecias y privaciones que presenta la dura realidad educativa, con locales insalubres, semi destruidos y carentes de mobiliario y material didáctico, y, que muerden su rabia impotentes ante la pobreza y el hambre de sus alumnos.
El 6 de julio la comunidad escolar hace un alto para rendir homenaje al maestro peruano premiando su abnegada labor con presentes y halagos, tanto que las autoridades del gobierno de todos los niveles le fabrican una aureola interesada de “apóstol”, pero como sinónimo de conformismo, sacrificio y como un modelo de virtudes que no debe tener ningún error o defecto y que en aras de la educación debe continuar resignándose al trato marginal que el gobierno les da. Un trato que se empeora cuando llega a jubilarse entregándole una pensión miserable y abandonándolo completamente cuando muy bien podría constituirse en personaje de consulta y hasta de asesoramiento educativo.

¿DEMONIO DETESTABLE?

El homenaje dedicado al Maestro el día 6 de Julio; dura, sin embargo, solo 24 horas, por ende los reconocimientos y saludos duran ese lapso pues al siguiente día todo será diferente, pues el Maestro sólo será uno más de las mayorías nacionales marginales, un trabajador más en este injusto mundo globalizado. Ya no se verán sus virtudes sino sus defectos. Se opacarán y silenciarán los primeros y magnificarán los segundos. Se generalizarán las faltas o delitos cometidos de manera aislada por uno que otro individuo metido a profesor por error no del destino, sino de una errónea estrategia administrativa aplicada por los gobiernos de turno que no tamizan adecuadamente el ingreso de los postulantes a los centros de formación pedagógica tal como si ocurre con los postulantes a Médicos. Centro de formación pedagógica que hoy pululan en el país ofreciendo títulos al mejor postor o sea quien paga más “fabricando” seudos profesores.

Irregularidades sobre dimensionadas por las autoridades educativas actuales que dejando a un lado su rol de máximo servidor de la educación se convierten en policías, fiscales o jueces que condenan sin investigar que se dedican únicamente y exclusivamente. Que se dedican única y exclusivamente tareas de moralización abocándose a hurgar algún yerro en el lado oscuro del magisterio en lugar de cumplir su función de superador de la inmensa problemática educativa, bajísimo calidad académica, falta de actualización magisterial, carencia de infraestructura, equipamiento pedagógico y mobiliario. Y cuando lo encuentran lo publicitan de manera desatinada y desmesurada con grandes titulares en los diarios justo en los días dedicados a homenajear a los maestros. No sabemos si lo hacen con el afán de crearle una falsa imagen de demonio resistiéndonos a creer que quien promueve desde hace buen tiempo esta especia de “caza de brujas” oculte algún trauma o vindicta en contra del magisterio nacida de su época escolar.

Ha llegado la hora de poner los puntos sobre las iies: El noble maestro peruano no es ni pretenderá ser jamás un “sumum” de virtudes, tampoco desea ser considerado como el APÓSTOL que desean interesadamente los gobiernos de turno. No es el DEMONIO, tal como a lo largo de estos últimos años pretenden hacer creer al pueblo algunas autoridades y funcionarios educativos sin darse cuenta que varios de estos se encuentran en la cárcel por traficar con los títulos pedagógicos.

El verdadero maestro peruano es un ser humano como cualquier otro con virtudes y defectos que cree en la moralización magisterial predicada y practicada con el ejemplo comenzando por las autoridades educativas. Que cree en la meritocracia y en cargos jerárquicos y de los funcionarios obtenidos por concurso y no por favor político. Que jamás avalará a sujetos que infiltrados en su seno cometen actos dolosos e inmorales a quienes se les debe aplicar todo el peso de la Ley, ubicando su acto en su verdadera dimensión sin enlodar la digna imagen del magisterio.

El maestro es promotor del desarrollo nacional

NI APÓSTOL NI DEMONIO

Definitivamente el Maestro no es ni apóstol ni demonio. El es un PROFESIONAL y, por ende, alguien que se actualiza y capacita permanentemente en la ciencia de la educación. Es un EDUCADOR y, por lo tanto, un instructor y forjador de la personalidad de las futuras generaciones. Es un TRABAJADOR y por lo mismo alguien que respetuosa, pero consecuentemente, lucha junto a su sindicato el SUTEP, por la conquista y defensa de sus derechos laborales y profesionales. Finalmente, es un PROMOTOR SOCIAL por ello alguien que convive con su comunidad local y nacional en la búsqueda de una sociedad justa, digna y desarrollada.

Oportuno es recordar con reverencia al Maestro de Maestros: JESÚS, quien nos supo legar su sabia doctrina, al líder sindical, Horacio Cevallos Gámez, ejemplo de consecuencia, al combativo SUTEP. Nuestro homenaje a los maestros de los más apartados rincones, así como a quienes laboran en las grandes ciudades del país, haciendo Patria cada día de su vida. Y, hacemos nuestra, aquella inmortal sentencia del Maestro Ricardo Dolorier: “Ser Maestro en el Perú, es un una forma peligrosa de vivir. Ser Maestro en el Perú es una forma hermosa de morir”.