Poco que celebrar y mucha reflexión en el Día del Periodista.
En el Día del Periodista hay poco que celebrar y mucha reflexión que debe hacerse, tanto sobre el rol en la sociedad como en las responsabilidades que se deben cumplir, en tiempos en los que el absurdo se mezcla con el abuso y la impunidad.
El fin es fiscalizar al poder, sin más compromiso que la verdad. Es una labor que no admite subterfugios ni dilaciones. Una tarea inherente a la profesión, y que demanda la sociedad. La mayor o menor credibilidad dependerá de la convicción con la que se proceda en términos éticos y criterios de objetividad y de independencia.
El periodista tiene el apoyo de la tecnología y las redes sociales, que permiten el acceso rápido a fuentes informativas y contar con el esfuerzo colaborativo de la propia sociedad. Sin embargo, desde el poder se establecen barreras para transparentar los actos públicos, lo que hace más complicada la tarea de cruzar datos y establecer hechos.
En el Perú es lamentable que la opacidad oficial sea una constante de la administración pública. A ella se ha sumado una sistemática pretensión del Congreso, con proyectos de ley destinados a poner cortapisas al acceso de la información sin que se respeten los derechos básicos de libertades de opinión, información y prensa que definen un Estado de derecho.
Se acumulan los cargos, procesos e investigaciones por corrupción u otros delitos, y los descargos de las autoridades brillan por su ausencia, o se recurre a lugares comunes sin admitirse réplicas o más preguntas.
El periodismo tampoco pasa por su mejor momento. Hay un sesgo ideológico cuando lo que debería imperar es la verdad, y en muchas ocasiones se aplican proximidades y simpatías sin enfoque crítico. La permisividad en los casos de los 49 fallecidos en las protestas habla por sí sola.
La persecución del Sodalicio contra periodistas que lograron abrir las compuertas de una institución secreta y peligrosa para la sociedad nos coloca ante una realidad cotidiana para los hombres de prensa, quienes deben defenderse ante los intentos del poder económico que judicializa las libertades a informar y publicar.
Hay, sin embargo, una esperanza para la prensa que mantiene firme sus banderas de verdad y justicia. A ellos, los que luchan y que abren caminos para desentrañar los casos que permanecen apartados del ojo público, el saludo y el respeto. Feliz Día del Periodista.