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domingo, 16 de febrero de 2020

La zonificación económica territorial

Por: Dionicio Mantilla León

¡Estupefacción! ¡Terror! La escena era algo que no se podía creer. ¿Era una pesadilla? ¿Estaba en el infierno? ¡No!!. Estaba en las afueras de la amada tierra huamachuquina, en el camino al caserío de Cumumbamba, cuando una explosión acompañada de un tétrico ulular musical de ultratumba se escucha una fuerte explosión parecida al de las bombas con las que EE.UU. destruyó las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki durante la segunda guerra mundial. Una explosión cuya fatídica y oscura nube cubre rápidamente varias viviendas y terrenos de cultivo de humildes campesinos como el macabro manto negro de la muerte.

Una escena que casi a diario se repite por las cercanías del histórico Cerro El Toro que hoy languidece moribundo por la insanía de los depredadores mineros formales e informales quienes no vacilan en atentar flagrantemente contra los pueblos empujados únicamente por su ambición desmedida de acumulación de riquezas a costa de la destrucción de miles de Has. de cultivo, viviendas, animales y, sobre todo, de la esperanza e ilusiones de los comuneros que hoy ven morir el hogar natural que Dios les brindó.

Hoy, el cerro el Toro, su pueblo y los pueblos de sus cercanías prácticamente ya no existen los pocos pobladores que van quedando van vendiendo a precios irrisorios a los magnates mineros de hoy. La campiña de El Toro ya no existe. Lo han asesinado los mineros informales y también los formales convertidos hoy en los nuevos millonarios y en los amos y señores de Huamachuco.

Huamachuco ha sido un pueblo agrícola por antonomasia años atrás fue el primer productor de papa en sus cientos de variedades; asimismo, productor de maíz, cereales, menestras y frutales; y, en sus alturas, poseía una ganadería de auquénidos esplendida amén de la ganadería lechera a nivel doméstico. ¿Qué pasó entonces? Sencillamente que el subsuelo huamachuquino es también rico en el preciado mineral dorado: el oro. Un mineral que hoy es el imán de la ambición humana y que ha dado lugar al surgimiento de la minería irresponsable aquella que destruye el medio ambiente, abusa de sus trabajadores y evade el pago de los impuestos al Estado.

Una minería irresponsable convertida en una pesadilla que atenta contra la agricultura, ganadería y la vida humana al contaminar las aguas que es la esencia de la vida. ¿Así las cosas, puede existir una salida? ¡¡Sí !! La zonificación económica territorial, vale decir un mapa que identifique el uso ordenado y sostenible de nuestros recursos naturales en armonía con el espacio geográfico en que se desarrollan considerando sus potencialidades y sus fragilidades, es decir, las zonas apropiadas para la agricultura, la ganadería y la minería. Un documento valioso, pero que muy pocos se interesan en su concreción por repudiables y mezquinos intereses económicos.

Es entendible que existen casos en donde confluyen tierras fértiles con suelos ricos en minerales al mismo tiempo. Frente a ello el Estado debe privilegiar aquella economía que es sostenible en el tiempo, esto, es la agricultura y ganadería a pesar de los posibles filones de minerales que existan; sin embargo, estos casos son excepcionales pues nuestro país a lo largo y ancho de su territorio es pródigo en yacimientos mineros e hidrocarburos, así como lo es en ubérrimas tierras de cultivo.

Para lograr la identificación de esas zonas y lograr una convivencia armónica de nuestra economía natural es necesario el levantamiento del mapa de la “Zonificación Económica Territorial”. Una tarea que no se hace realidad por la negligencia de las autoridades, pero eso si se “rasgan las vestiduras” cuando surgen los conflictos sociales calificando como terroristas y revoltosos a quienes defienden sus tierras, es decir, su hogar natural.

En nuestra provincia se observa el avance incontenible de la minería informal que va destruyendo nuestras tierras y según el Consejero Delegado, Greco Quiroz, en la minería de Sánchez Carrión y Pataz más del 80% los trabajadores son menores de edad y el 60 % de agricultores han abandonado sus tierras vendiéndolas a precios irrisorios a las mineras. 

Existiendo una flagrante explotación y abuso a los trabajadores amen del atentado contra el medio ambiente y la evasión de impuestos. Una verdad harto conocida y que según dicho Consejero regional podría desaparecer con la interdicción o intervención por parte del Estado en toda la zona de explotación minera de El Toro. Una petición que se ha planteado, pero que nuestros gobernantes hacen oídos sordos. ¿Incapacidad ¿Corrupción?

Frente al clamor ciudadano que pide se acabe la pesadilla de la minería irresponsable urge que nuestras autoridades escuchen dicho clamor y actúen inmediatamente. Mientras tanto el pueblo debe mantenerse alerta a que esto suceda y, simultáneamente, fortalecer sus organizaciones sociales de base como el FEDIP.