Fuente: RPP/Créditos:Alberto Mendoza
La ciudad de Huamachuco evoca la semana santa con devoción, compartiendo su fe con los miles de visitantes que llegan para postrarse ante el amor magnánimo del Supremo Hacedor.
“Aquel que tiene fe, nunca está solo”.
La frase, esbozada por Thomas Carlyle, refleja el sentimiento de todo un pueblo que se une para rememorar la Semana Santa en la ciudad de Huamachuco, homenajeando al hijo de un humilde carpintero que cambió la historia del mundo con su sacrificio de amor.
Enclavada a más de 3 mil 200 metros sobre el nivel del mar, allí donde se respira aire sin polución y la vida tiene todavía el aroma de la inocencia, la ciudad de Huamachuco en la provincia liberteña de Sánchez Carrión prepara con sabia anticipación las actividades de una fecha trascendental para el calendario religioso y turístico.
Tras los afanes iniciales, el sábado previo al Domingo de Ramos, pobladores del barrio San Salvador alistan las coloridas alfombras naturales, los arcos de ramos y las flores de olivo para brindar un cálido recibimiento a la venerada imagen de Jesucristo en su advocación del Señor de Ramos.
Llegada la fecha, un mar de gente acompaña la procesión desde la tradicional avenida 10 de julio hasta la Plaza de Armas de Huamachuco. Montado en una burrita y su cría, cuidadas con nuestra telúrica ternura ancestral, Jesucristo cruza la ciudad en medio del enfervorizado aplauso de los presentes.
A partir el día lunes una deliciosa tradición se apodera de todos los rincones. Oriundos y foráneos se confunden en calles y plazas para disfrutar de la sensación que produce un dulce particularmente requerido en estas fechas.
El motivo de tan sabrosa conjunción nace de la dulzura característica de los buñuelos preparados con aceite, miel de chancaca y hoja de higo. Tan apetitoso manjar, es ofrecido entre las 4 y 5 de la tarde por jóvenes alumnos de diversas promociones escolares que, de esta manera, se agencian de recursos para sus actividades.
El momento más emotivo de la celebración llega el Jueves Santo,cuando unos 120 actores representan los momentos más dramáticos de la vida terrenal de Jesucristo a través del Vía Crucis.
Ataviados con trajes e época y recorriendo varios escenarios como la Plaza de Armas o el coliseo taurino, los intérpretes reciben la cálida y atenta mirada de, al menos, 5 mil personas que aplauden el espectáculo basado en la versión bíblica. Horas más tarde, y en el cerro de Fátima, compartirán con tristeza los momentos más álgidos de la crucifixión del hijo de Dios.
Con el Domingo de Resurrección, se avecina el momento de la algarabía popular.
Danzantes de dos barrios extremos, el San Salvador y Los Chancas, salen al mismo tiempo para manifestar su alegría por el triunfo de Jesucristo. Antes, y para tomar algo de fuerza necesaria par el agrietado camino, se ingiere un agitador y sustancioso caldo de carnero.
Con regocijo y cargando en hombros las imágenes del Señor Resucitado y la Virgen de la Alta Gracia, los huamachuquinos alaban al Supremo Hacedor, mientras las iconografías bailan en plena Plaza de Armas para luego recibir la bendición oficial en la solemne misa de las 8 de la mañana.
Llegar a este punto implica un arduo trabajo de elaboración de actividades y su respectiva difusión. Si bien los eventos son presididos por la Prelatura de Huamachuco, reciben el respaldo de entidades públicas y privadas según lo confirmó el obispo de la zona, Monseñor Sebastián Ramos Torrens.
Si usted visita esta hermosa ciudad andina, llena de atractivos turísticos, no se olvide de acompañar sus plegarias con algo de la típica gastronomía andina. Un plato de cuy con papa o chicharrón de chancho con mote serán motivo suficiente para bendecir al altísimo por tanta maravilla culinaria propia de nuestro país.
En suma, Huamachuco se convierte en la prueba palpable de que la semana santa se recuerda también con la adición de costumbres ancestrales que perduran en el tiempo, y que hacen aún más trascendente nuestro entorno cultural.
Por: Jorge Rodríguez(RPP)
Datos: Beto Mendoza