domingo, 17 de marzo de 2013

Una feria con estilo español en la playa Las Delicias de Trujillo

San José es el patrono de Las Delicias, playa norteña que durante algunos días adopta usanzas españolas y las convierte en una auténtica fiesta.

La playa Las Delicias pertenece al distrito trujillano de Moche y limita por el sur con el puerto de Salaverry y por el norte con Buenos Aires. La fiesta es también una oportunidad para probar los más emblemáticos platillos de la gastronomía española que, sin igualar al sabor de los potajes nacionales, tienen su particular encanto.

No es necesario cruzar el Atlántico ni viajar por 12 horas hasta España para experimentar la casi despiadada emoción de correr despavorido con un avispado torete a escasos metros de nuestra espalda, tal como se hace en la llamada Madre Patria desde tiempos remotos.

Aquí, a miles de kilómetros de distancia de la península ibérica, existe un rincón que ha guardado celosamente las tradiciones españolas para revivirlas durante casi una semana. Un espacio de ensueño que permanece incólume para el disfrute de quienes admiran las usanzas venidas desde el viejo continente.

Ese lugar se llama Las Delicias, un balneario norteño que se viste de banderines y guirnaldas para festejar a la figura de San José, aquel sencillo carpintero convertido en el Santo Hombre que recibió el encargo de resguardar con humilde y completa entrega al hijo del Supremo Hacedor y a su madre María.

La playa Las Delicias pertenece al distrito trujillano de Moche y limita por el sur con el puerto de Salaverry y por el norte con Buenos Aires, balneario también pero incluido en el distrito Víctor Larco Herrera.

Cuenta la historia reciente que fue una dama de nombre Mariana de Orbegoso quien, hace más de veinte años, desarrolló la idea de escenificar con sumo detalle las costumbres hispanas convirtiendo las residencias veraniegas en tascas incluyendo el contagioso ritmo de tunas y tablaos con danzas flamencas además de , claro, la gastronomía y las bebidas ibéricas.

La feria suele realizarse durante el mes de marzo, acorde con la fecha destinada en el calendario religioso para el santo patrón. En el 2013 se inicia el día viernes 15 para prolongarse hasta el martes 19, tiempo en el que se podrá apreciar la procesión en honor a San José, desfiles, el esperado toromatch y tunas por doquier.

Más allá del riesgoso atractivo de la pamplonada, denominación que recuerda al lugar de origen de aquella tradición que consiste en ser perseguido por un robusto toro durante la fiesta en honor a San Fermín, hay otros detalles que llamarán sin duda la atención de los visitantes.

Así, y recorriendo las coloridas y estrechas calles de La Delicias, será natural encontrarse con elegantes damas y refinados caballeros vestidos a la usanza ibérica. Se trata de personajes considerados como los anfitriones de la fiesta además, claro está, de la alcaldesa de la feria ataviada con una notoria llave y el clásico varayoc o bastón de mando.

Pasos más o pasos menos, el foráneo se verá cara a cara con la enigmática señora Abanico, considerada como la Madre de la Feria, junto a don José o doña Josefa acompañando a las cuatro hermosas majas, quienes representan a la belleza del balneario trujillano.

La fiesta es también una oportunidad para probar los más emblemáticos platillos de la gastronomía española que, sin igualar al sabor de los potajes nacionales, tienen su particular encanto.

Los dueños de casa, durante los llamados días de tasca, abren sus puertas al público para compartir potajes como la paella, la clásica tortilla o la sopa de lentejas, además de una infaltable pierna de chancho, garbanzo a la española o la refrescante sangría.

No faltan las voces que atribuyen a la fiesta cierto aire elitista, considerándola una celebración de familias acomodadas. Sin embargo, tratándose de eventos abiertos al público, cualquier mortal puede decidirse a disfrutar de las variadas actividades bajo el sol que brilla todavía durante las últimas fechas de la temporada de estío.

El balneario Las Delicias se viste de gala y al ritmo de un desenfadado “olé” celebra tradiciones que durante mucho tiempo acompañaron la vida cotidiana de los peruanos. Para muchos, se trata de costumbres dignas de ser resaltadas y, mejor aún, convertidas en fiesta para el deleite de todos.

Por: Jorge Rodríguez (RPP)