martes, 1 de septiembre de 2020

El derecho a divertirse y ...morir

 

Por: Dionicio Mantilla León

La tragedia ocurrida en el distrito de los Olivos con la muerte de 13 jóvenes en un evento social clandestino nos debe llevar a la reflexión y al replanteo de nuestra manera de tratar a la juventud. El problema que, es tema reiterativo en el país en estos días de pandemia, pone sobre el tapete del análisis no sólo la desobediencia a la Ley de parte de un buen número de personas que creen tiene que ver con la idiosincrasia de los peruanos sino, también, la particular manera de pensar de un sector de jóvenes la cual se ha visto graficada en la expresión de una joven de 18 años en el momento de ser detenida por la policía: ”Déjenme, yo tengo derecho…a divertirme”. Una preocupante expresión que debe convertirse en un  tema de reflexión para padres de familia, sicólogos, así como pedagogos y autoridades.

                      Una expresión de parte de un sector de la juventud peruana sin norte que nos debe llevar a revisar el rol que compete a la juventud y a nosotros los adultos a preguntarnos: ¿Qué está pasando con nuestros jóvenes? ¿Acaso piensan que sólo tienen derechos y no tienen deberes? ¿Porqué se niegan a asumir  obligaciones las que podría evitarles exponerse al peligro y a la muerte, y , de paso ser la causa del dolor de sus familiares y la preocupación de la sociedad?

                    Una preocupación que nos debe llevar a reflexionar: ¿Los adultos cumplimos nuestro deber de forjadores del futuro de los jóvenes? ¿Les brindamos alternativas que tengan que ver con el buen ejemplo, el desempeño capaz y honesto de nuestros deberes como padres, maestros, comunicadores sociales y autoridades? Un tema que nos obliga a replantear nuestro actual enfoque de la educación: En el hogar educando a los hijos con amor y disciplina, preparándoles, con el ejemplo, en el cultivo y práctica de valores y concientizándolos en el usufructo de derechos y el cumplimiento de deberes desde la infancia.

                       Y en la Escuela, fortaleciendo dichos valores desarrollando un currículum que gire realmente en torno al interés del niño y joven; los medios de comunicación, brindando programas artísticos, culturales y deportivos positivos que inculquen valores morales y promuevan la superación. En cuanto a nuestras autoridades, erigiéndose en modelo de responsabilidad y honestidad ejecutando obras que mejoren su calidad de vida y ofrezcan alternativas de sano entretenimiento, así como, elaborando leyes y normas a ser acatadas primero por ellos imponiendo sanciones drásticas a quienes las infrinjan.  

                         La tragedia ocurrida el sábado 22 en el distrito de Los olivos en Lima es sólo un botón de muestra de lo que ocurre en el país en estos tiempos del COVID 19 en donde el desacato a la ley y a la autoridad “es pan de cada día”. Una desobediencia que indigna, esperando que los organizadores del evento social clandestino sean sancionados con todo el peso de la ley. Un desacato de la ley, que aunque no lo acepten los críticos del Gobierno, de Martín Vizcarra es la causa principal para el avance de la pandemia a pesar del esfuerzo que el Ministerio de Salud viene realizando por mejorar la pésima realidad sanitaria del país heredada de gobiernos anteriores.

                       Urge pues, no sólo coadyuvar a la contención del Covid 19 sino preocuparnos, también, por la correcta formación integral de nuestra niñez y juventud.