martes, 18 de octubre de 2016

Huamachuco: monumento histórico

Por: Dionicio Mantilla León


En estos días un equipo técnico del Fondo Social Alto Chicama viene ejecutando las labores de recepción de obra del mejoramiento de la plaza de armas de Huamachuco. Luego de la verificación de su estado la empresa constructora tendrá un mes para levantar las observaciones que se hicieren para después de un período de prueba de otro mes, el Comité Técnico del Fondo Social Alto Chicama poder recepcionarla y entregarla oficialmente a la comuna huamachuquina para que esta, a su vez, proceda a inaugurar.

De esta manera, los huamachuquinos, después de un largo tiempo de espera, tendrán la oportunidad de contar con una plaza de armas remozada. En esta oportunidad quien les habla se abstiene de emitir opinión sobre las bondades o defectos en detalle de los trabajos de mejoramiento de dicho escenario citadino por no visitar la ciudad desde hace un año; sin embargo, confiamos en que las autoridades municipales que han impulsado la obra lo han hecho acorde con el sentir ciudadano e imbuidos, seguramente, de amor al pueblo donde han nacido.

Lo que si podemos afirmar es que esta obra se une a los méritos que Huamachuco posee para ser considerado como un monumento histórico así como a los numerosos atractivos turísticos con que cuenta este hermoso pueblo el que posee una serie de bondades naturales y culturales. Bondades que comienzan en la misma ciudad. En efecto, Huamachuco, como ciudad, constituye por sí sola un preciado monumento que resume en su devenir todas las etapas históricas: pre inca, inca, virreinal, independentista y, republicana.

Por ejemplo, el mismo lugar donde se levanta la plaza de armas sirvió como anfiteatro para los ceremoniales de los jefes del reino de los Wamachucos, el promontorio existente debajo de la Ermita San José, sirvió de estrado para la ceremonia de adhesión del reino wamachuquino al gran imperio del Tawantinsuyo.

La ermita o iglesia de San José fue mandada construir por la ilustre matrona huamachuquina, Florencia de Mora de Sandoval. Templo que hoy es utilizado para el culto católico por la feligresía huamachuquina y que también es tema de leyendas y, dígase de paso, requiere un adecuado mantenimiento.

La Torre del Campanario ubicado en un vértice de la plaza de armas constituye el único vestigio del convento hispano erigido en el escenario de la ceremonia de fundación de Huamachuco como ciudad española, 15 de agosto de 1553. Fundación realizada por un grupo de sacerdotes liderados por Fray Juan del Canto. Una Torre que sirve de base para una serie de leyendas y anécdotas y constituye el elemento de identificación de nuestro pueblo. Un fiel testimonio del inicio de la época virreinal, pero, también, del transcurrir de los agitados días de la Emancipación con el arribo del libertador Simón Bolívar y su Secretario, el ínclito José Faustino Sánchez Carrión. Ni que decir de la calle Bolívar y la tradicional 5 esquinas, lugar de ingreso del gran libertador Simón Bolívar y su comitiva.

Y nuevamente en el lado norte de la plaza de armas, la Casa de Sánchez Carrión que sirviera de despacho y alojamiento del Libertador y, por el lado sur, la gran casona, hoy semi abandonada, que sirviera de lugar de concentración y cuartel del Ejército Libertador denominada hoy como Casa de Arcos por el diseño arquitectónico que tiene.

La presencia de calles solariegas todas ellas ribeteadas por casonas con aire colonial y de inicios de la República le brindan a Huamachuco todo un atractivo de gran admiración, pero, también, de singular respeto por cuanto la mayoría de ellas durante la época de la emancipación “se convirtieron en inmensos talleres de sastres, herreros y talabarteros trabajándose en ellas días y noches”, como patriótico aporte del pueblo huamachuquino a la forja del Ejercito Libertador de Bolívar, tal como así lo afirma el historiador Nicolás Rebaza Cueto.

A ello se unen otros dos lugares históricos: las faldas del cerro Sazón, escenario de la primera reacción del pueblo incaico por la irrupción en tierras incaicas de las huestes de Pizarro y la muerte del último Inca, Atahualpa, reacción que fuera liderada por Titu Atauche, uno de los hermanos de Atahualpa. Años más tarde, las llanuras de Purrumpampa, al norte de la ciudad, servirían de escenario del holocausto de miles de soldados peruanos y entre ellos decenas de solados huamachuquinos que sucumbieron en las manos asesinas de las hordas chilenas que con el horror del “repase” crearon un estigma criticada por todo el mundo.

Así es Huamachuco. Pueblo heroico, glorioso, admirable que ha sido cuna de grandes prohombres y mujeres que hoy no solo son referentes de la provincia sino también de la región. Huamachuco, un pueblo que merece ser considerado como un monumento histórico, por ende, motivo de valoración y conservación por la misma población huamachuquina y todo el pueblo peruano.