Por: Dionicio Mantilla León
Nuevamente la tranquilidad del pueblo de Huamachuco viene siendo interrumpida por el accionar de la delincuencia y la criminalidad. Nuevamente las bandas organizadas de elementos inescrupulosos venidos de fuera vienen sembrando la inseguridad y el terror en nuestra ciudad. Un clima de inseguridad y terror que torna insostenible un normal transcurrir de la población que viene reclamando un mayor accionar a las autoridades encargadas de brindar justamente dicha seguridad. Un trabajo de inseguridad y terror que viene motivando para que nuestra comunidad diga: ¡Basta ya!, y , ¡No a la delincuencia!
Huamachuco, un pueblo que a sus indiscutibles pergaminos de ser un emporio de riquezas naturales, fecunda historia, numerosos atractivos turísticos y constituir un puerto de pase para numerosos pueblos ubicados al Este y al Norte de la serranía liberteña, desde hace muy poco viene siendo escenario de la intensificación de la explotación pequeña, mediana y gran minería todo lo cual ha propiciado el aumento de la población, pero también la ha convertido en una pieza apetecible para gente de mal vivir que ha creído, que Huamachuco es un escenario fácil para sus actos delictuosos de rapiña.
Un escenario que lamentablemente, tal como así lo afirma la población, con un actuar de “mano blandengue” y hasta “negligente” de parte de algunos malos representantes de la administración de justicia de la Provincia, vale decir, Ministerio Público y Poder Judicial que no sancionan con toda la fuerza que permite la Ley de tal forma que la población ha perdido totalmente la confianza en ellos optando, muchas veces, por hacer justicia por sus propias manos.
Entre los numerosos actos delincuenciales acontecidos en estos últimos días recordamos los asaltos ocurridos a uno de los buses de la conocida empresa de transportes Tunesa, el cajero público de la empresa Caja Trujillo y, últimamente, el asalto al gimnasio “Olimpo Gim” ubicado en el jirón Bolívar. Todos ellos, presumiblemente, cometidos por delincuentes venidos de la costa en la infeliz idea de que en Huamachuco se roba y ya, todo queda impune y poco o nada se hace por esclarecer y sancionar tales hechos.
Infeliz idea que se topa con la fuerza indetenible de las rondas campesinas y urbanas verdaderos centauros de la seguridad ciudadana y heraldos de la verdadera justicia. Antiguas y modernas, a la vez, brigadas del orden y la seguridad tanto en el campo como en la ciudad, pero que, hasta ahora, no han sido valoradas en toda su plenitud por la sociedad satanizando su actuación al magnificar sus errores y minusvalorar sus virtudes y aciertos. Junto a ellas, los buenos jefes y efectivos policiales que de su trabajo con honor realmente hacen su divisa.
De hecho la delincuencia viene de fuera, muy poco es de dentro, porque el digno y verdadero pueblo de Huamachuco, criado con valores, trabaja diligente y honestamente y no necesita robar.. Un pueblo que asombrado observa como descaradamente se roba y se asalta, se extorsiona y se amenaza creyendo que Huamachuco es un pueblo más en su larga lista de escenarios delictivos.
LA PREVENCIÓN
Pero la ola delincuencial se viene incrementando por la falta de medidas de prevención que podrían darse si por un lado las empresas de transportes adoptan las medidas de seguridad pertinentes registrando adecuadamente a sus pasajeros y no permitiendo pasajeros de ruta; asimismo, si se potencia el control en la garita policial existente en la entrada sur de la ciudad y se creara otras en la entrada norte y este en donde se revise exhaustivamente a los pasajeros de todo tipo de vehículos; además, si se intensifican las batidas policiales y un adecuado registro de huéspedes en los hostales y hospedajes todo ello con el propósito de detectar a los elementos perniciosos que ingresan a la ciudad.
Este acciones más el fortalecimiento de la presencia disuasiva de nuestras heroicas rondas urbanas y campesinas junto a los pocos pero probos policías y representantes de la justicia en los que la comunidad aún confía servirán de muro de contención a la ola delincuencial convertida en una verdadera pesadilla de la sociedad. Un muro de contención cuya solidez de sus bases se encontraría en una correcta formación en valores brindada en todo hogar huamachuquino.