Por: Dionicio Mantilla León
Es semana santa. “Y la multitud, muy numerosa, tiende sus mantos en el camino, Otros cortan ramas de árboles y las tienden por el camino. Y la gente que iba delante y los que lo seguían aclamaban diciendo: “¡Gloria al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Gloria en las alturas!” Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y decían: ¿Quién es este? Y la gente respondía: ¡Este es el profeta, Jesús de Nazareth de Galilea!” (Mateo: 21: 8 al 11.) “Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas. Lo golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían... Cuando llegaron al lugar lo crucificaron” (Lucas: 23: 33) “Entonces Jesús, exclamó a gran voz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y habiendo dicho esto, expiró.”. (Lucas: 23: 46)
Es Semana Santa y los cristianos del mundo nos conmovemos ante la lectura de los pasajes bíblicos recordando al Hijo de Dios. Libro santo que narra el acontecimiento histórico de su recibimiento por el pueblo de Jerusalén. Un acontecimiento histórico magnificado por la alegría, pero, que días después, se trocara en tortura, sacrificio y derramamiento de sangre, al recorrer con pesada cruz la vía crucis del calvario para luego ser crucificado, muriendo sin ningún rencor ni odio por quienes lo crucificaron.
Jesús, murió por el único delito de proclamar su mensaje de paz y amor: “¡AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA Y TODA TU MENTE!”, y , “¡AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO!” Dos de los Mandamientos rectores de la vida de todo buen cristiano. El Hijo de Dios nació, vivió, lloró, sufrió, murió y resucitó por nosotros.
NACIÓ, de manera misteriosa trayendo su mensaje de paz y amor en un acontecimiento trascendente anunciado setecientos años antes por los profetas; VIVIÓ, sin ostentación, con humildad, trabajando diligentemente para ganar el pan con el sudor de su frente como cualquier ser humano; LLORÓ, para demostrar la grandeza de espíritu por la muerte de su amigo Lázaro y por el dolor de ver perderse en el fango del pecado a los seres humanos; SUFRIÓ, estoicamente por la crueldad de muchos seres humanos; MURIÓ, como cordero de sacrificio para saldar la deuda del pecado de la Humanidad y RESUCITÓ, para demostrar que aún existe la esperanza de una vida eterna en un mundo nuevo.
Es Semana Santa y el pueblo cristiano, sin distinción de grupo religioso, se une para reflexionar en el significado de la vida, pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios que naciera para ser mensajero de esperanza. En un escenario convulsionado por las inclemencias de la naturaleza, la debacle de la moral y la crisis política la semana santa debe ser motivo de reflexión y no de jolgorio como muchos, equivocadamente, toman estos días destinándolos a la diversión.
Es Semana Santa y es momento de interrogarnos: ¿Por qué en estos días la naturaleza se ve conmovida y nos golpea con dureza? ¿Por qué, persistimos tercamente en destruir nuestro mundo, envenenándolo día a día con guerras fratricidas, deforestación, derrames de petróleo y relaves mineros? ¿Por qué no cuidamos nuestro mundo, aquel maravilloso regalo de Dios que nos sirve de morada? ¿Por qué, algunos humanos se comportan peor que bestias salvajes menospreciando la vida, denigrando y acabando con ella a través de la delincuencia, la extorsión y el sicariato ? ¿Por qué nuestros gobernantes, de todos los niveles, de la corrupción han hecho su bandera? Sus obvias respuestas nos indican que urge un cambio y, para ello, mirar a Jesús.
En medio del torbellino en que se debate hoy el mundo reconozcamos el sacrificio de Jesús a través de la plegaria: “Como expresar mi gratitud/ a ti, mi Salvador/dejaste tu grandeza/ por venir a sufrir y morir.// Ahora que te miro en la cruz/derramando tu sangre por mi/me postro y me entrego / y con lágrimas, pido perdón. // Abrió sus brazos para morir/ Así hoy te esperará/. La pasión de Cristo eres tú/, entrega ya tu corazón.// Porque de tal manera amó Dios al mundo/ que ha dado su hijo unigénito/ para que todo aquel que en ÉL crea/ no se pierda, más tenga vida eterna. // ”…