Por: Dionicio Mantilla León
Nos encontramos a menos de un año del proceso electoral destinado a renovar los cargos de Alcaldes y Regidores de las municipalidades provinciales y distritales, así como de Gobernadores y Consejeros Regionales del país y ya se sienten los pasos de los ciudadanos que aspiran a ocupar dichos cargos. Cargos gubernativos que para algunos constituye un elevado honor, el honor de servir al pueblo que nos vio nacer o nos da cobijo, pero para muchos, lamentablemente, una ansiada oportunidad para servirse y ganar poder político, social y económico.
Un proceso electoral en el que habremos de ejercer nuestro derecho a elegir y ser elegidos, derecho cimentado en el sistema democrático que es el que rige nuestra sociedad. Sistema legado por nuestros ancestros quienes construyeron con heroísmo y denuedo el edificio de la República peruana. República basada en la independencia de los 3 Poderes del Estado: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, en la vigencia y respeto a la Ley y al Estado de Derecho contra los que nadie debe atentar y quienes lo hagan devienen en autoritarios y dictadores.
Estamos próximos, pues, a la fecha señalada por el Jurado Nacional de Elecciones, previa convocatoria del Presidente de la República, al augusto acto que convierte al pueblo en el soberano de la democracia que delegará por un período de 4 años a un grupo de ciudadanos su poder de conducir los destinos de la Patria. Ciudadanos para los cuales les tiene destinado un sueldo mensual con la condición de trabajar con eficiencia y honestidad labrando el desarrollo y grandeza del país en un ambiente de paz y bienestar.
Convertirse en autoridad de un pueblo constituye un altísimo honor al que de salir elegido tiene la obligación de responder positivamente a la confianza en él depositada. Si esto es así se hace merecedor al reconocimiento, respeto y gratitud de parte del pueblo. De no ser así se hace merecedor a la condena y repudio popular y a una sanción de acuerdo a ley. En ese sentido quien postule al cargo de autoridad debe reunir los lógicos requisitos que su función demanda.
Cada pueblo tiene la autoridad que merece dice el dicho popular y en el caso de Huamachuco no puede ser cualquiera. Si Huamachuco es crisol de grandeza y dignidad quien ose postular debe ser consciente que va a tener el gran honor de ser su autoridad.
Quien se autoevalué y vea que tiene una hoja de vida manchada por la incapacidad, falta de honradez, problemas judiciales, escándalos públicos, no tener experiencia en gestión pública, carecer de preparación cultural y ostentar una personalidad inadecuada que motive nuestra vergüenza no es digno de ser autoridad huamachuquina y mejor no postule pues sería un sinvergüenza, y sino no postula estaríamos muy agradecidos.
Hasta donde se conoce se van perfilando como candidatos a la alcaldía Provincial de Sánchez Carrión los siguientes ciudadanos: Santos Ruiz Guerra, (actual Alcalde distrital de Sanagorán); Róbert Contreras Morales, (ex Gerente Municipal de la comuna huamachuquina); Abimael Segura Romero; Edmundo Mallqui Alzugaray; Alexis Rebaza López; Joel Espinoza Alayo, (actual teniente Alcalde del municipio huamachuquino); y, extraoficialmente: Santiago Tamayo (actual Alcalde de Sarín); y varios más. Al parecer, en esta ocasión fácilmente se va a superar la decena de postulantes.
Los postulantes antes referidos posiblemente se han autoanalizado y han concluido que si son dignos de constituirse en la nueva autoridad que represente a nuestro pueblo, pero aún falta el ojo evaluador de la comunidad electoral el que, en un pueblo pequeño como el de Huamachuco, conoce “quien es quien”, sabe de las debilidades y fortalezas de cada postulante. Confiamos en la sensatez y el buen criterio del pueblo huamachuquino para elegir a quien lo represente, alguien que no motive nuestra vergüenza y, más bien, nos sintamos muy orgullosos de él llamándolo: ¡ALCALDE HUAMACHUQUINO!