Por: Dionicio Mantilla León
El gobierno considerando la aguda sequía que debido a la ausencia de lluvias se viene presentando a lo largo de la zona andina del territorio nacional ha declarado el estado de emergencia, durante 90 días, en varias administraciones de agua del país. Este fatídico fenómeno que se viene presentando desde hace 5 años consecutivos por el aumento del calentamiento global afecta gravemente, como es de suponer, a la economía principalmente de los miles de agricultores andinos pese a las reiteradas gestiones realizadas ante las instituciones del Estado en pos de solución a sus demandas.
En esta oportunidad, las regiones afectadas terriblemente son: Piura, Lambayeque, La Libertad, Ancash, Lima, Moquegua, Arequipa, Tacna. Asimismo, Cajamarca, Amazonas, San Martín, Huancavelica, Junín, Huánuco, Huancavelica, Ayacucho, Apurímac, Cuzco y Puno, es decir gran parte del país. Este periodo de intenso y largo estiaje representa toda una hecatombe que repercute ostensiblemente en la economía nacional afectada ya por el desproporcionado déficit del 3.5% heredado del gobierno anterior.
Un período de estiaje que ocasionará una escasa producción agrícola, ganadera y avícola y, lógicamente, la carestía de la vida con el alza desmesurada de los precios de los productos de primera necesidad. Problema del cual el gobierno intenta salir con la declaración del estado de emergencia que contempla, entre otras medidas, implementar restricciones en la captación, distribución y uso del agua a través del ANA (Autoridad Nacional del Agua). Acción que, por supuesto, sólo es coyuntural y no se orienta a solucionar lo central del problema como es la carencia del recurso hídrico.
Una medida gubernativa que demuestra la carencia de una política de prevención para este tipo de problemas tan igual como el caso reciente de la quema masiva de pastizales realizadas en las alturas de los andes. Carencia de políticas que ha sido reconocido por el mismo Ministro de Agricultura, Ing. Manuel Hernández, quien, al parecer, no hace nada para remediarlo o, al menos, no los da a conocer a la opinión pública.
Ahora bien, el problema de la sequía se hermana con la quema de pastizales hecho por los campesinos. Así, esta quema, hecha para “atraer a las lluvias”, aumenta el calentamiento del planeta o “efecto invernadero” causando más bien un efecto contrario al desequilibrar el clima y provocar, entre otros daños, aluviones, friajes y, como en este caso, sequías.
A la carencia del agua dedicada al riego de nuestros campos de cultivo se agrega otra, como es el agua para el consumo humano, tema que se topa con la promesa hecha por el Presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, de solucionar prioritariamente, pero que, contradictoriamente, su gobierno ha disminuido el presupuesto del sector salud para el 2017.
A nivel de nuestra región el tema no es ajeno pues la sequía se viene presentando en nuestra zona andina entre ellas nuestra provincia aunque la última llovizna motive alguna ilusión. A esto tenemos que agregar el tema del agua potable para Huamachuco y Curgos que sigue siendo el problema de siempre, pero que en estos días se ha convertido en una angustia insoportable lo cual nos hace recordar la promesa electoral del actual Alcalde, Arturo Rebaza, de solucionar el tema en el primer año de gobierno edil.
Han transcurrido dos años y aún no hay solución confirmando aquello de que “Una cosa es estar fuera del ruedo” y otra, muy distinta, es “Hallarse en el centro del ruedo”. Aun así, hacemos votos porque las autoridades municipales encuentren una pronta solución a este agobiante problema para que huamachuquinos y curguinos cuenten con el indispensable servicio del “agua nuestra de cada día”.
Una auténtica política de estado destinada a aliviar la carencia de agua para riego y para consumo humano pasa por estructurar un plan nacional de programas de represamiento hídrico principalmente en la serranía así como el uso adecuado de las aguas, aparejado esto con la dotación del presupuesto necesario.
Obras de Represamiento que nos hace recordar aquella “mega obra” de la represa de Tinguish en las alturas de Cochás, en Sarín, impulsado por el ex Alcalde Rafael Calderón Martell destinado para el período de sequía y del cual no se conoce nada. Y, para el agua potable de Huamachuco, el uso consensuado con la comunidad campesina “Juan Velazco Alvarado”, de las aguas de la laguna Huangagocha, en Yamobamba y La Florida.