Por: Dionicio Mantilla León
Nos encontramos a escasamente dos meses del 5 de octubre fecha en que 18 millones de ciudadanos habremos de renovar el mandato de nuestros gobernantes regionales y locales , y , luego de cuatro años de ejercicio gubernativo miles de ciudadanos se aprestarán a entregar la posta a los nuevos gobernantes que el pueblo elija en este nuevo proceso electoral.
A nivel de nuestra región y nuestra provincia decenas de personas se han presentado como candidatos o candidatas a ganar el honroso encargo de conducir el destino de sus comunidades y, otros, para solicitar al pueblo ser favorecido con la reelección considerando, tal vez, no haber defraudado las expectativas ciudadanas del pueblo que lo eligiera hace cuatro años. Así las cosas, oportuno es poner sobre el tapete la interrogante: ¿De todos los candidatos o candidatas que se presentan a esta nueva jornada democrática quién o quiénes son los candidatos idóneos?
La tarea de elección no es sencilla considerando el sombrío panorama que se presenta a nivel nacional con autoridades enjuiciadas y, algunas de ellas purgando prisión, por diversos delitos, fundamentalmente, por haberse apropiado ilícitamente de los dineros del Estado. Entre ellos, 19 presidentes regionales y 1,699 alcaldes, entre provinciales y distritales, lo cual nos decepciona y nos produce desconfianza para ejercer nuestro derecho a elegir a nuestros nuevos gobernantes.
Aun así, por mandato de la Ley, así como por la continuación del devenir normal de las actividades de nuestra sociedad y por nuestra terca esperanza de encontrar un gobernante diferente, participaremos en este nuevo proceso electoral motivo por el cual preciso es conocer cuáles son los requisitos y cualidades que debe reunir nuestro futuro gobernante.
En principio, el candidato deberá ser consciente de que postula a un trabajo muy especial y honroso: el de administrar los bienes y servicios de la comunidad por un determinado tiempo (en este caso, por 4 años); asimismo, que cada tiempo deberá informar, a quienes lo han contratado, del avance de su trabajo el cual deberá ser marcado por la eficiencia y, por ende, por la productividad. El pueblo no elige a un jefe omnipotente, mandón o tirano que haga y deshaga de los bienes y servicios comunales o que haga mal uso del dinero de dicha comunidad, elige a un servidor, a un administrador.
Condiciones funcionales y personales
Como todo postulante a un empleo el candidato a autoridad deberá exhibir pues un “currículum vitae” u hoja de vida en el cual señale los méritos ganados a lo largo de su vida los cuales deberán servirle de base para desenvolverse con eficiencia y eficacia en el futuro trabajo. Preferentemente, deberá contar con una profesión o un oficio solvente (Es decir que no sea un vago, sin oficio ni beneficio), tener experiencia o trayectoria de un servicio honesto en favor de su comunidad, no estar envuelto en líos policiales o judiciales o tener condena judicial, deberá exhibir una comprobada moral ciudadana, conocer a cabalidad los problemas de su comunidad planteando las mejores propuestas de solución a los mismos, conocer las fortalezas y recursos positivos de su comunidad cuyo uso adecuado le permita conducirlo por la senda del desarrollo y el bienestar.
Junto a estas condiciones funcionales los postulantes a autoridad de un pueblo deberán exhibir cualidades personales como: Iniciativa, responsabilidad, honestidad u honradez, humildad, tolerancia, ecuanimidad, carisma, capacidad de concertación, coraje, elocuencia, respeto a las ideas ajenas, capacidad para prevenir y superar los conflictos sociales y tener visión de futuro; en suma, todo aquello que lo convierta en un verdadero líder. Y, junto a estas cualidades funcionales y personales deberán presentar su respectivo Plan de Trabajo debidamente estructurado y no sólo una lista de posibles obras a ejecutar. Asimismo, deberán presentar la documentación de sus propiedades y el respectivo certificado de antecedentes policiales y judiciales.
Lamentablemente, con mucha desazón, podemos observar como la mayor parte de nuestras autoridades y, creemos que la mayoría de los que se presentan hoy para reemplazarlos, tienen todo lo contrario a las cualidades antes señaladas pues son soberbios, intolerantes, cortoplacistas, carentes de propuestas viables, carentes de una trayectoria de servicio popular, de capacidad administrativa y honestidad guiándose únicamente por su ambición monetaria, persiguiendo sólo los famosos “diezmos”(10% del costo) a cobrar a las empresas contratistas de las obras que dolosamente entregará. Y si antes de las elecciones se acercaban humildemente a saludarnos, una vez que son elegidos sencillamente ni nos conocen y pasan empujándonos con sus camionetas 4 X 4 adquiridas ilícitamente con las sobrevaluaciones de las obras, los “arreglos” por lo bajo, los frondosos viáticos y los famosos “diezmos”, que ahora son “quinciesmos” (15%) y, si van a pie, pasan como “pavo real” mirándonos por encima del hombro con mirada despreciativa.
Ser autoridad de un pueblo es la ocupación de mayor honra y orgullo para el ciudadano idóneo, pero es la oportunidad buscada por el corrupto e inmoral para enriquecerse a costa del dinero del pueblo. Si buscamos al candidato idóneo exijamos la exhibición de sus méritos. Si un candidato es consciente que no reúne las cualidades suficientes para gobernar su comunidad mejor sería que renuncie a su peregrina intención. Lo felicitaríamos de veras.