jueves, 26 de enero de 2012

UN DOLOR INTERMINABLE

Para los familiares de los ocho periodistas y su guía, que hace 29 años fueron asesinados en Uchuraccay, la impunidad y la falta de una profunda investigación que sancione severamente a los responsables de esas muertes, les produce, según afirman, la misma sensación que sintieron ese 27 de enero, el día siguiente que se informó del crimen contra los hombres de prensa sucedido el fatídico 26.

“Ellos solo buscaban la verdad de lo que sucedía en las alturas de Huanta”, repiten los familiares y los colegas de los masacrados. Precisamente el entonces presidente Belaunde felicitó a quienes días antes asesinaron a varios jóvenes en la comunidad de Huaychao, vecina a Uchuraccay, a quienes acusaron de senderistas.

Las madres, viudas e hijos, ahora adultos, de Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez, Félix Gavilán, Jorge Luis Mendivil, Willy Retto, Amador García, Jorge Sedano, Octavio Infante y el guía Juan Argumedo, siguen convencidos que no hubo ninguna confusión de los comuneros de Uchuraccay, como lo aseguró la comisión que presidió el escritor Mario Vargas Llosa cuyos miembros llegaron a aseverar que los campesinos confundieron las cámaras fotográficas con armas y que los periodistas llegaron con una bandera roja vivando a Sendero Luminoso.

Las fotos del valiente reportero Willy Retto, halladas meses después, que se constituyeron en un valioso testimonio, desmienten esa aseveración al comprobarse que hubo conversación entre los periodistas y la gente del lugar. Incluso se aprecian individuos que no son de la zona y que bajo los ponchos esconden botas y otros implementos propios de la ciudad. Corrobora la tesis de la no confusión el hecho que tres de los periodistas eran quechuahablantes y que el guía Argumedo y su familia eran conocidos en Uchuraccay y poblados aledaños.

Las madres

Gloria Trilles de Mendívil, una de las madres emblemáticas, se encuentra actualmente en Ayacucho de donde partirá con una delegación a Uchuraccay para participar en el homenaje que cada año se efectúa en la comunidad huantina. “De repente es el último aniversario que puedo hacerlo, mi salud está muy deteriorada. Me siento impotente porque no se ha hecho nada para esclarecer estos asesinatos. El crimen de mi hijo a sus 22 años me produjo no solo un fuerte dolor espiritual sino también físico, pero saqué fuerzas para vencer el Cáncer, el lupus y otros males, todo por seguir luchando porque se haga justicia. Dentro de poco cumpliré 80 años pero hasta mi último suspiro exigiré sanción para los verdaderos asesinos”.

Luego recuerda que el expresidente Alan García señaló en una oportunidad en su presencia que ninguno de los familiares de víctimas de la guerra interna quedaría sin reparación, “pero fue otra mentira, no nos dieron nada, sé que todo el oro del mundo no me devolverá a mi hijo pero los padres necesitamos medicinas ahora que estamos viejos y que en mi caso son muy caras”.

Seguidamente se interroga “¿no entiendo porqué los gobiernos siguen pidiendo prórrogas cuando la Comisión Interamericana de derechos humanos exige se investigue a los uniformados que estuvieron en esas zonas”?

Gilma Torres de Retto es la otra madre de Uchuraccay quien también atraviesa una dura enfermedad que la tuvo postrada varios días en un hospital, sin embargo agradece “a los colegas que todavía recuerdan a mi hijo y sus compañeros”.

Su esposo Oscar Retto, reconocido reportero gráfico y actual dirigente del Colegio Regional de Periodistas de Lima, dice con indignación “cómo se puede seguir repitiendo esa mentira respecto a que confundieron a los periodistas con senderistas cuando están las fotos de mi hijo Willy donde se aprecia que conversan, tampoco se tiene en cuenta a los quechuahablantes del grupo, por qué?”




NO SE VALORÓ AUTOPSIAS

Julio Falconí, el primer abogado del caso Uchuraccay y que precisamente con ese nombre publicó un libro el año pasado, precisa que las autopsias a los cadáveres de los periodistas no fueron valoradas debidamente. “Según los legistas, en todos los casos las muertes se produjeron en forma similar, un golpe mortal en la base del cráneo mientras las víctimas se encontrabas inmovilizadas, sentadas o de cuclillas, lo que significaría que no se produjeron por un ataque masivo, un linchamiento. Es cierto que varias de las víctimas presentaban diversas heridas, pero la causa determinante de las muertes, dijeron los forenses, era la grave lesión en el cerebro utilizando un madero sólido o la culata de fusil debido a la huella ovoide típica que dibuja dicho instrumento al momento de fracturar el hueso lesionado”.

Para el jurista, las muertes, llamadas técnicas, echan por tierra cualquier hipótesis o teoría de confusión o de ser consecuencia de un ataque de personas enfurecidas y descontroladas que atacan a unos extraños hasta darles muerte. “Sin embargo esto no fue tomado en cuenta por la comisión Vargas Llosa”.

También señala que otro hecho fuera de lo común en una comunidad andina es la forma como los enterraron, desnudos, remojados y de dos en dos, al parecer para ser mostrados a las autoridades y periodistas que llegarían a la comunidad a retirar los cuerpos.

Falconí recuerda, además, las trabas que pusieron las autoridades militares para la investigación del Poder Judicial. “El atestado enviado por la Policía de Huamanga no era resultado de pesquisa o indagación, pues se limitaba a reproducir la falsa historia de que los periodistas fueron victimados por los comuneros al portar una bandera roja y ser confundidos con miembros de Sendero Luminoso. La Policía no interrogó a ningún comunero, no se detuvo a ningún sospechoso, era un documento a todas luces inservible para cualquier Juez Instructor, lo que obligó al juez Luis Flores Rojas a iniciar la investigación a partir de cero, sin contar con el apoyo de infraestructura, transporte y seguridad necesarios y que debía proporcionar el general Noel quien negó toda colaboración”.

“Frente a tal realidad, el juez Flores se desplazó caminando hasta las alturas de Huaychao y Uchuraccay con el objeto de efectuar las diligencias de inspección ocular e interrogar a los testigos que aún se encontraban viviendo en la zona. En una de dichas visitas fue encontrada la cámara fotográfica de Willy Retto Torres, de lo contrario el expediente se hubiera archivado sin poder llegar a juicio oral”.

Otro de los obstáculos, afirma Falconí, fue al momento de enviar oficios y diferentes peticiones a las autoridades civiles y militares respecto de las dos patrullas de Policías y militares que se encontraban en la Comunidad de Uchuraccay y la vecina Huaychao, en días previos a las muertes de los periodistas.
SILENCIO MILITAR

“La presencia de ambas patrullas en la zona donde se produjeron las muertes fue anunciada por el general Noel y difundida por los medios de comunicación. LA PRIMERA patrulla mixta compuesta por 80 Policías y militares fue destacada a la comunidad de Huaychao el 23 de enero de 1983 con el objeto de proteger a los comuneros de los probables ataques de senderistas en represalia a las muertes anteriores y la otra a Uchuraccay el 24 de enero de 1983, igualmente con el objeto de proteger a los comuneros de similares ataques de los subversivos según lo precisa el diario El Comercio”.

Sin embargo se produjo una reiterada negativa en todas las instancias militares, hasta llegar al Ministerio de Defensa que respondió al Tribunal que las exigencias de los jueces eran consideradas secretas porque comprometían la seguridad nacional.

“Lo que privó a los jueces de contar con información sumamente valiosa y decisiva para determinar la verdad de los hechos dejando truncada la tarea de administrar justicia que compete a los jueces en un Estado democrático y de derecho quedando pendiente el esclarecimiento del caso Uchuraccay hasta la actualidad y pese a haber transcurrido tres décadas y sucedido diversos gobiernos civiles”.

Existe grabación reveladora

Eudocia Reinoso, viuda del periodista Félix Gavilán, tiene en su poder una grabación donde el profesor ayacuchano Raúl Palacios Hernández afirma que su amigo el entonces teniente gobernador de la comunidad de Uchuraccay Fortunato Gavilán le expresó que fueron los uniformados, aunque confunde a los militares con los Policías, enviados a la zona los que dieron muerte a los periodistas.

“Tengo la grabación para quienes quieran verla, es del año pasado, ahí el profesor dice que el 27 de enero, al otro día del múltiple crimen, su amigo Fortunato llegó al Tambo con un bulto en la espalda y que cuando él le preguntó qué tenía ahí le respondió “las cámaras de los periodistas que me han entregado los señores militares para venderlas, quieren tres mil soles por cada una”.

“Luego, en otra parte de la grabación Palacios señala que Fortunato Gavilán le contó que el extinto general Clemente Noel hizo disfrazar a Policías de campesinos para que vayan a Uchuraccay y que serían los que se aprecian en las fotos de Willy Retto. Es lo que no se ha querido investigar pese a la insistencia de la Comisión Interamericana de derechos humanos que lo ha solicitado en varias oportunidades”, señala la viuda.

Eudocia recuerda que después el citado gobernador, al igual que cientos de comuneros de Uchuraccay, fueron asesinados. “Parece que se tenía miedo que hablaran lo que habían visto o lo que sabían. Después culparon a tres campesinos que todo el juicio permanecieron callados y temerosos y que después desaparecieron”, reveló.

Denis Merino
Redacción(la primera)