lunes, 23 de enero de 2012

HUMALA EN EL PAÍS


Por: César Lévano

El presidente Ollanta Humala concedió a Juan Luis Cebrián, del diario español El País, una extensa y reveladora entrevista. En las declaraciones destacan la referente a su definición como no izquierdista, ni centrista, ni derechista, y el recuerdo de que, en plena era de la violencia, se negó a aplicar el Manual de Contrainsurgencia ME 41-7 que ordenaba a los militares matar a jefes y colaboradores de la insurgencia, aunque no estuvieran armados.

Ésta era la otra cara de la guerra sucia entre dos barbaries, como la definí por escrito cuando las papas quemaban.

Un problema central se deduce de la entrevista: ¿en cuál espacio ideológico se sitúa el Presidente, si no es ni de izquierda, ni derecha, ni centro?

El enigma encierra otro: si no es de derecha, ¿por qué la derecha lo aplaude?

Hace más de medio siglo, Simone de Beauvoir, la filósofa y feminista francesa, escribió que si alguien afirma que no es de izquierda ni derecha, con toda seguridad que es de derecha.

Francisco Umbral, el gran cronista y crítico español, expresó en 1994 en su libro Mis placeres y mis días: “la izquierda, el doble movimiento de progreso y protesta que llamamos izquierda, es natural a la Historia y al hombre”. Fustigó Umbral “esa manía, tan consoladora, de que la izquierda no se lleva, ni la minifalda, pero mientras el hombre entierre vivo al hombre, habrá izquierda. Allí donde el gerente tiene panoplia de látigos y el pobre come ricinas de hambre enfermo, allí está la izquierda.”

“Esa división entre izquierda y derecha es algo del pasado. Terminó con la caída del muro de Berlín”, adujo el presidente Humala.

¿Dónde colocar, entonces, al movimiento que derriba dictaduras en África, a la aparición de los indignados en Europa y hasta en Estados Unidos, a los movimientos estudiantiles en Chile, Colombia y México?

Puntal de la entrevista es la defensa que hace Humala de la institucionalidad y el Estado de derecho. Acierta en eso, y quizá lo hace en defensa propia. Sin duda que el Jefe de Estado sabe que, por muchas concesiones que haya hecho a la derecha, hay un sector recalcitrante que considera que a las masas que reclaman y a la izquierda hay que aplicarles la cárcel y la bala.

La derecha siempre se refugia en el pasado. Las dictaduras –Leguía, Sánchez Cerro, Odría– son su memoria y su esperanza.

En cuanto a Cebrián, habría que recordar que su padre fue el director de Arriba, órgano de la Falange Española, de cuño fascista, y que él mismo fue, muy joven, jefe de redacción de Pueblo, vespertino del franquismo. Alguna vez se pronunció contra una huelga de los sindicatos españoles a la cual definía como “el ejercicio apasionantemente inútil del derecho al pataleo”. Lo registran María Cruz Seoane y Susana Suero en su libro Una historia de El País y del Grupo (2004).
(la primera)