Por: Augusto Álvarez Rodrich
Riesgo de que el gobierno sea más de lo mismo.
Habiendo transcurrido el diez por ciento de su mandato, el presidente Ollanta Humala vuelve hoy al país luego de una gira europea que es valiosa para la definición del futuro de su gobierno, pero enfrentando, al mismo tiempo, el riesgo de quedarse atrapado por un statu quo que ya se sabe dónde termina.
Las reuniones y compromisos realizados entre Madrid y Davos son el tipo de experiencias que ayudan a las definiciones que requiere un presidente cuya prédica y prejuicios estuvieron siempre en el lado opuesto.
El regreso del presidente ocurre, además, en medio de un debate sobre el destino ideológico de su gobierno, desde el espacio donde él construyó su presencia política, conocido como ‘la izquierda’, hasta ese donde varios lo colocan hoy, el de ‘la derecha’.
Se trata de un debate mediocre pues, hasta ahora, enfrenta a dos visiones –la de derecha y la de izquierda– más preocupadas por la defensa de intereses y de puestos (que es lo mismo), pero sin adentrarse en las implicancias sobre las políticas públicas específicas para resolver los problemas de la gente, ni en la consideración de un presidente como Humala poco interesado en la ideología.
El balance del primer medio año de este gobierno llevó a concluir a esta columna que el presidente ha sido capaz de moverse, con inteligencia y rapidez, desde las posiciones cavernícolas en materia económica que tuvo hasta hace poco, hacia esquemas como los que han permitido promover la inversión privada y el crecimiento durante las últimas dos décadas. Para un presidente en proceso de mutación, la gira europea debe haber funcionado como ratificación del camino que ha emprendido.
Sin embargo, a su regreso el presidente también deberá encarar un conjunto de problemas para los cuales aún no tiene un plan creíble para resolver los factores del atraso de un sector importante de la población: salud, educación, justicia y seguridad.
Asimismo, el gobierno no parece interesado, a la luz de las evidencias, en combatir a la corrupción y, lo que es igualmente lamentable, empieza a recaer en vicios tradicionales como el reglaje a periodistas incómodos o una capitana de la policía que denunció a un general por acoso sexual.
Salvo que el presidente dé un salto cualitativo frente a lo hecho en el primer medio año, al paso que vamos, en este lustro político tendremos más de lo mismo, es decir, bastante crecimiento económico, poca inclusión y mucha corrupción.
Seguramente el presidente Humala querrá un final diferente para su gobierno, pero eso requeriría planes, visiones, ilusiones y un capitán de equipo distinto al aspirante a ‘Chiricuto’ que hoy maneja el gabinete ministerial.(la república)