El Estado en su conjunto protege a los agresores de los periodistas Rosa María Palacios y Gustavo Gorriti.
A la actuación del grupo delincuencial de "La Pestilencia" ya no solo lo promueve el fujimorismo o la organización de López Aliaga, sino también lo hace todo el aparato estatal, que con su inacción alimenta y protege las intervenciones de esta banda, que agrede a periodistas, funcionarios públicos y políticos opositores con total impunidad.
La protección brindada se deduce de las múltiples denuncias que por diferentes actos reprobables se han realizado sin que las autoridades atinen a dictar una medida de protección a las víctimas del acoso, o de sanción o coerción a los autores del hostigamiento.
En esta oportunidad fueron los presuntos domicilios en Miraflores —distrito designado intangible— de los periodistas Rosa María Palacios y Gustavo Gorriti, quienes mantienen posiciones independientes y críticas que, por supuesto, no coinciden con la visión ideológica estrecha y oscurantista de los integrantes de la banda.
Las denuncias han sido elevadas a las diferentes instancias que tienen como deber proteger la integridad de las personas, la tranquilidad pública y el honor y la vida privada de los ciudadanos. Nada ha funcionado. La Policía, el Ministerio Público y hasta las autoridades del Mininter no han movido un dedo para detener a estos acosadores que irrumpen en los alrededores de las viviendas de sus víctimas y corean lemas e insultos por horas, lo cual afecta a todo el vecindario.
La celeridad para detener a los participantes de las protestas recientes no se aprecia en el caso de "La Pestilencia". A unos con garrote y a otros con guante de seda. Tolerancia, impunidad y neutralidad para que sigan hostigando a los opositores. Por el otro lado, 30 meses de prisión preventiva sin prueba alguna, intervenciones y allanamientos, agresividad y violencia para reprimir indiscriminadamente.
“Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado”, dice uno de los personajes de Ingmar Bergman, el doctor Vergerus, quien vaticina el auge del totalitarismo nazi en la Alemania de los años 20. La organización delincuencial de "La Pestilencia" es este embrión ya formado que nadie quiere ver, pero que entraña un serio peligro para la vigencia democrática en un contexto tan virulento y polarizado como el que vivimos.(LA REPÚBLICA)