Sucesión. Presidenta juró hasta el 2026. No mencionó adelanto de elecciones. Dijo que su gabinete incluirá a “fuerzas democráticas”. Oposición aplaude por ahora, pero la designación de sus ministros puede determinar el tiempo que dure esta luna de miel. Por la noche abrió las puertas de Palacio a la Fiscalía.
Por: Diego Quispe
Boluarte asistió puntual al Congreso, donde la esperaba Williams para ponerle la banda presidencial. Con el brazo izquierdo alzado y el derecho sobre una Biblia, ella asumió el cargo y dijo: “Juro por Dios y por la patria desde este momento hasta el 2026″.
Esto era el preludio de que en su primer discurso no iba a mencionar la propuesta de adelanto de elecciones. Más bien, propuso un alto al fuego entre el Ejecutivo y Legislativo. “Mi primera invocación es convocar a la más amplia unidad de todas y todos. Nos corresponde conversar, dialogar y ponernos de acuerdo. Convoco a un amplio proceso de diálogo entre todas las fuerzas políticas. Solicito una tregua política para instalar un Gobierno de unidad nacional”, manifestó.
Boluarte, además, pidió un lapso para que su gestión luche contra la corrupción, aseguró que solicitará apoyo del Ministerio Público y la Procuraduría para escarbar sobre las instituciones corrompidas durante el mandato de Castillo. Y cuando llegó el momento de referirse a su eventual gabinete, dio otro gesto.
“Tendremos que constituir un gabinete de todas las sangres, donde estén representadas todas las fuerzas democráticas”, planteó.
Acabado el discurso, miró hacia el palco del hemiciclo, donde se ubicaban los altos mandos de las Fuerzas Armadas, guardó silencio unos segundos, mientras los congresistas los aplaudían por no avalar el intento de golpe de Estado de Castillo y dijo: “A nuestras FF. AA. y a la Policía Nacional les digo que confíen en que el Gobierno que se inicia respetará su misión”.
Así acabó su discurso y ni una palabra sobre convocar a nuevas elecciones.
Entre saludos y aplausos abandonó el Palacio Legislativo rumbo a Palacio de Gobierno, donde primero saludó a los trabajadores de este edificio y luego recibió a los magistrados del Tribunal Constitucional (TC). Más tarde se reunió con monseñor Carlos Castillo.
La tregua que se tejió
La asunción de Boluarte responde a una serie de acontecimientos. El 29 de noviembre, este diario adelantó que la entonces vicepresidenta se había alejado del exmandatario debido a la intransigencia de este para poner paños fríos a la gresca con el Congreso.
Ella, además, no había firmado las actas del Consejo de Ministros que aprobaron plantear una cuestión de confianza por la ley de referéndum y la que interpretaba que el Congreso le había negado la investidura al gabinete y que, por ende, se había gastado la primera “bala de plata”, dejando abierta la puerta para que el presidente disuelva el Parlamento.
Para esa fecha, Boluarte había decidido no continuar en el nuevo gabinete, el de Betssy Chávez. En su entorno afirmaron a fines de noviembre que la exministra no iba a renunciar en caso sea destituido Castillo. Respondieron que ella iba a proceder de acuerdo a la Constitución. Es decir, reemplazarlo.
Mientras tanto, en el Congreso, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales le daba oxígeno a Boluarte. A comienzos de este año, el plan de la oposición era inhabilitarla luego de derrocar a Castillo. Pero eso cambió. El 5 de diciembre, días antes del debate de la vacancia, la Subcomisión aprobó el informe del congresista de Cambio Democrático Edgar Reymundo que recomendaba archivar la denuncia por infracción constitucional contra Boluarte por el caso Club Apurímac.
Pese a que fue expulsada de Perú Libre, el partido de Vladimir Cerrón apoyó que la acusación sea encarpetada. La bancada de Acción Popular también respaldó el informe de Reymundo. Así, Boluarte se salvó con 13 votos del oficialismo y la oposición hasta que su caso se vea en la Comisión Permanente.
Con ello quedó en evidencia que el plan para la oposición había cambiado: dar la posibilidad a Boluarte de ser presidenta y que ella no renuncie luego de la vacancia de Castillo garantizaba que no convoque a nuevas elecciones y así todos se queden para el 2026. Y Castillo, al intentar un golpe de Estado anunciando el cierre del Congreso y la reorganización de todas las instituciones, le dejó la mesa servida a la oposición vacadora.
Boluarte y Cerrón habían rechazado la maniobra del profesor cajamarquino. Trascendió que el expresidente se aventuró porque le informaron que había un acercamiento entre Boluarte y Cerrón. Esa versión no está confirmada. Cerrón, luego del último mensaje de Castillo, incluso tuiteó que era precipitado el anuncio de Castillo porque no había votos para la vacancia.
Con Castillo fuera del mapa, Cerrón defendió a Boluarte de quienes la cuestionan por no haber planteado que se vayan todos. “Empezó la campaña anti-Boluarte, la tildan de impresentable, investigada y le sugieren adelanto de elecciones y reformas constitucionales”, dijo.
Pero no solo el líder de Perú Libre la respalda. Su rival Keiko Fujimori también: “Deseo que su gestión se cumpla con respeto a la institucionalidad democrática. Para ello podrá contar con el apoyo y respaldo de Fuerza Popular”, tuiteó. Cerrón y Fujimori en un mismo coro.
Pero es incierto saber cuánto tiempo durará dicha tregua. Tampoco es claro quiénes serán los actores políticos de oposición y del oficialismo. Al igual que cuando Martín Vizcarra reemplazó a Pedro Pablo Kuczynski, Boluarte no tiene bancada. Eso dejó sin posibilidades a Vizcarra para frenar su vacancia.
Para el analista político Jeffrey Radzinsky, si bien la nueva presidenta no tiene bancada, puede encontrar soporte en los presidentes regionales. “Ahí podría tener cierta consistencia y alianza política”, comentó.
No obstante, agregó, será determinante en su relación con el Parlamento, el gabinete que designe. “Cuando digo que debe armar un buen gabinete me refiero a que este tenga capacidades para gestionar políticamente con el Congreso, aparte de los conocimientos en políticas públicas”, recalcó.
En esto también coincide la politóloga Alexandra Ames. “Vamos a tener una tregua democrática hasta que el Congreso vuelva a mostrar su obstruccionismo. Ella tiene que convocar a un gabinete técnico, pero que recoja las aspiraciones de todas las tiendas”, refirió.
Para el politólogo José Alejandro Godoy, además del factor del gabinete, estarán también en tela de juicio sus investigaciones en contra. “En su momento se le ha querido vincular al caso de Los Dinámicos del Centro”, recordó.
Con fiscales
Al cierre de esta edición, Boluarte abrió la puerta de Palacio de Gobierno a la Fiscalía y a la Diviac, pero también a la prensa para que se registrara el inicio de la investigación, ahora sin obstrucciones, a la gestión de Castillo. También hubo operativos simultáneos en la PCM, y los ministerios de Vivienda, Justicia, Interior, Produce y Trabajo.
Mintió
Promesa incumplida. El 7 de diciembre del 2021, la entonces vicepresidenta Dina Boluarte aseguró que, ante la eventual vacancia presidencial de Pedro Castillo, ella iba a renunciar. “Si al presidente lo vacan, yo me voy con el presidente”, expresó en Juliaca. Ayer se cumplió un año de esa declaración, Castillo fue destituido y Boluarte no hizo honor a su palabra y juró como nueva presidenta.
Reacciones
Jeffrey Radzinsky, analista político
“A lo que apunta Dina Boluarte es a estar hasta el final del mandato. Ahí encuentra un punto de concordancia con el Congreso. Los congresistas lo que más quieren es mantenerse en el cargo”.
Alexandra Ames, politóloga
“Dina Boluarte ha dado un mensaje de consenso, pero una cosa es con guitarra y otra con cajón. Vamos a tener una tregua democrática hasta que el Congreso vuelva a mostrar su obstruccionismo”.
José Alejandro Godoy, politólogo
“El tiempo de la tregua va a depender de tres factores: quiénes van a ser los nombres en el nuevo gabinete, que ella misma no esté involucrada en actos de corrupción y, tercero, dependerá del Congreso”.
(LA REPÚBLICA)