CAOS EN HOSPITAL DE ESSALUD
Baño no tienen agua potable y techos están rotos. Gerente de red, Juan Tafur Ganoza, no respondió llamadas.
Nadie puede tapar el sol con un dedo. Pese a ser un establecimiento de salud de nivel uno de complejidad y estar ubicado en una zona céntrica y residencial de Trujillo, el hospital Albrecht de EsSalud viene ateniendo a sus miles se asegurados en medio de un terrible caos logístico y de infraestructura, el mismo que no solo se ve reflejado en la mala atención, sino, también, en el descuido administrativo que a todas luces evidencia.
Esta indigna situación fue comprobada la tarde del último miércoles cuando, fingiendo ser sus familiares, periodistas de La Industria acompañaron a un paciente que ingresó al servicio de Emergencia, presentando un terrible cuadro de desvanecimientos, presión arterial baja e insoportables cólicos estomacales.
Durante la espera, se constató cómo el ascensor destinado para uso exclusivo de pacientes hospitalizados, situado frente a la Sala de Ecografías, estaba inoperativo (entiéndase malogrado) y obstruido con una larga banca de espera, a manera de tranquera que impedía el paso. Como si fuera poco, a solo un paso del elevador se observó varias bolsas plásticas de color rojo conteniendo sábanas, mandiles e indumentaria nosocomial sucios, desperdigados y expuestos al aire libre.
Encima, se intentó cubrir eso ante la visión de los usuarios colocando un biombo en posición incorrecta, pues en lugar de que éste impida el paso, estaba situado a un costado del sucio corredor, en donde también habían maderas tiradas en el piso. Por otro lado, amén de las blancas paredes ennegrecidas con suciedad, destartaladas divisiones de triplay y señales de advertencia arrancadas, la seguridad en el seguro de Albrecht dejó mucho que desear.
Solo bastó levantar la mirada hacia los techos de madera prensada y notar las innumerables marcas de humedad sobre éstos, rendijas y huecos por donde se filtró el agua de lluvia, restos de cinta adhesiva utilizada en celebraciones navideñas anteriores, además de conexiones eléctricas y cables expuestos. Para colmo, el único cuarto de servicios higiénicos, común para asegurados de sexo masculino y femenino, ubicado junto a Triaje de Emergencia, despedía un olor nauseabundo y no tenía agua potable.
La indiferencia mata
Cabe precisar que cuando el paciente acompañado por los reporteros camuflados sufrió un desmayo, ninguna enfermera ni médico lo socorrió y solo se limitaron a sugerir un consultorio donde se le podía medir la presión. Los minutos pasaron y el asegurado fue atendido en Cirugía, pero con la puerta del consultorio abierta, exponiéndosele a la compasión y escrutinio públicos.
“Cuando entré a sala, el ecógrafo estaba mugriento, la papelera de desperdicios rebalsaba y la silla de espera tenía manchas de suciedad”, contó a este diario el afectado, cuya identidad no revelaremos por obvias razones.
Carlos Flores Balarezo | Redacción La Industria