Nuestro jubiloso saludo al arribar a los 199 años de vida independiente y nuestros mejores augurios de llegar exitosamente al Bicentenario de la Independencia Nacional.
Por: Dionicio Mantilla León
“¡Somos libres, seámoslo siempre! /Y antes niegue sus luces el Sol,/ que faltemos al voto solemne/que la Patria al eterno elevó.” Y así, con el corazón henchido de patriotismo, entonamos nuestro Himno Nacional prometiendo nunca romper el sagrado juramento de ser libres. Un juramento que repetimos desde hace 1999 años en que, una cálida mañana de un 28 de julio, elevaron con unción miles de peruanos al Señor de los Cielos el blanco humo del incienso bendito de la gratitud por permitir, bajo el liderazgo del General José de San Martín, proclamar nuestra libertad terminando así 300 años de oprobio.
“El tiempo de la impostura y del engaño, de la opresión y de la fuerza está ya lejos de nosotros y sólo existe la historia de las calamidades pasadas. Yo vengo a poner término a esta época de dolor y humillación”, dijera en aquel entonces el denominado Santo de la Espada”, José de San Martín, al arribar a Huaura para luego proclamar rotundo en la Plaza de armas de Lima: “¡El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende! ¡Viva la Patria Viva la Libertad! !Viva la independencia!”
Proclama que con energía repitieran miles de peruanos que ese día nacían a una nueva etapa de la historia. Proclama acompañada del eco de los tupidos bosques de la selva, las agrestes punas de la sierra, los cálidos arenales de la Costa y el encanto azulino de sus olas marinas. Todo un paraíso que permaneciera tres siglos en la oscuridad de la opresión y la ignominia. Un paraíso de nombre Tawantinsuyo construido por los inteligérrimos gobernantes incas que bajo la guía de tres sencillos preceptos morales: Ama Sua, (No seas ladrón), Ama Llulla (No seas mentiroso) y Ama Kella (No seas haragán) fueron capaces de forjar un país con una extraordinaria organización social donde no cupo la pobreza ni el hambre, pero si una gran riqueza económica y cultural que hasta hoy es la admiración del mundo.
Un paraíso que un fatídico 16 de noviembre de 1532, 168 barbudos hispanos cubrieron del negro manto de las tinieblas de la explotación. Un paraíso que hollaron después de asesinar vilmente a Atahualpa, último gobernante Inca de nuestra patria antigua. Tres siglos en manos de extranjeros que depredaron las entrañas de nuestras tierras hambrientos de oro, mineral dorado por el que no vacilaron en cegar la vida de 10 millones de hombres y mujeres del gran Imperio Incaico que emergió a la vida no para la esclavitud sino para el goce de la libertad y la grandeza.
El sueño de San Martín sobre la bandera peruana. Plaza de Armas de Huamachuco.
Un escenario de oprobio que no podía durar mucho tiempo al surgir cientos de peruanos y peruanas conscientes de la necesidad de ser libres. Cientos de próceres y precursores que enarbolando el estandarte de la libertad y la independencia comenzaron a escribir las nuevas páginas de la historia patria. Próceres y precursores que de la mano de hermanos de fe y esperanza de la futura Patria Grande, América Latina, enarbolaron las inmaculadas banderas de la libertad.
Fue así, entonces, que con José de San Martín se inició la jornada y con Simón Bolívar se selló. Uno, liderando el Ejército libertario del Sur que como heroicos centauros cruzaron la helada cordillera de los andes después de lograr la independencia de Argentina y Chile. Y otro, epónimo personaje que liderando el Ejército Libertador del Norte arribó a nuestro suelo después de destruir las oprobiosas cadenas hispanas de tres países: Venezuela, Colombia y Ecuador. Ambos, titanes de la libertad y la independencia de los pueblos sudamericanos. Ambos, seres predestinados a ganar la gloria de la historia de ser los constructores de la libertad y la independencia de la nueva Patria. Una patria bendecida por las manos de Dios con ingentes riquezas naturales que hoy, como ayer, son codiciadas por potencias extranjeras.
Hoy, que recordamos los 199 años de la proclamación de nuestra independencia y que nos acercamos al Bicentenario de la Independencia Nacional, renovemos el gran juramento de ser libres. Renovemos el juramento de defender nuestro suelo, de re construir la grandeza de la Patria Antigua de nuestros ancestros, los Incas. Nuestro compromiso de trabajar sin desmayo por construir un país justo y desarrollado; un país sin pobres y libre de la dependencia económica respecto de otros países.
¡¡Somos libres, seamos lo siempre!!!
¡¡Viva la Patria!! ¡¡Viva el Perú!!!