La noble ciudad en donde José Bernardo Torre dio el primer grito de libertad en el en 1820, celebra hoy su más alegre fiesta de año: el Festival Internacional de la Primavera.
Desde que la ibérica espada trazó su glorioso destino, Trujillo quedó marcada para siempre en la historia de la humanidad. La noble ciudad en donde José Bernardo Torre Tagle dio el primer grito de libertad en el Perú, el 29 de diciembre de 1820 —con sus hermosas ventanas coloniales y tradicionales solares en donde los ancestros preincaicos asentaron una fuerte cultura de identidad— celebra hoy su más alegre fiesta de año: el 63º. Festival Internacional de la Primavera.
Cuna de reinas de belleza, sede oficial del Concurso Nacional de Marinera, Ciudad de la Eterna Primavera, pionera de la emancipación peruana, casa de las huacas del Sol y La Luna y sinónimo de Chan Chan, fue cantera de pensadores y excelsos líderes como los próceres Luis José de Orbegoso y Moncada, José Faustino Sánchez Carrión y Toribio Rodríguez de Mendoza. Pero Trujillo también obsequió un dignatario a la Nación: Justiniano Borgoño Castañeda, militar y político peruano que ocupó la presidencia durante un breve periodo en 1894.
He ahí donde radica lo tradicional de nuestra ciudad. Por ello, la importancia del 63º. Festival Internacional de la Primavera para fortalecer el impacto económico, turístico, cultural y de proyección de buena imagen. Además, de transmitir alegría, diversión, color y belleza, este certamen cumple una actividad de proyección social trascendente porque las soberanas nacionales y extranjeras realizan destacables obras benéficas a favor de instituciones necesitadas como el asilo de ancianos y el Hogar de la Niña.
Pero lo mejor de todo es que todo lo recaudado por este certamen se invierte en ejecutar obras de ayuda y mejorar la calidad de vida de los pobladores más humildes. Para este año, el Club de Leones se ha trazado la ambiciosa meta de edificar un hospital del niño en la zona más pobre de la ciudad. Es decir, toda una labor de titanes en beneficio de los más necesitados de Trujillo.
Sin embargo, lamentablemente, alguien dijo una vez que nuestra Trujillo era capital de las balas, de la delincuencia o de las extorsiones y ahuyentó a buena parte de visitantes nacionales. La imagen de ciudad extremadamente peligrosa, insegura y anárquica saltó a las pantallas de los noticiarios más sensacionalistas del Perú, asestando un duro golpe moral al ánimo de los trujillanos.
Aunque también es cierto que en toda casa existen problemas y que nadie puede tapar el sol con un dedo, es menester que las autoridades y quienes ejercen el poder trabajen con ahínco para superar estas dificultades.(la industria)