Por: Dionicio Mantilla León.
“Cual bandadas de palomas que regresen al vergel /ya volvemos a la escuela anhelantes del saber…”.Con este canto brotado de lo más profundo de un corazón alegre y optimista más de 8 millones de niños y jóvenes de todo el país regresan, los primeros días de marzo, al templo de la sabiduría en donde como tesoneros y hábiles artesanos sus maestros habrán de ir forjando al nuevo ciudadano que la Patria peruana necesita. Nuevamente las aulas se habrán de colmar con el bullicio de los estudiantes que algún día nos brindarán el encanto esperanzador del fruto de una formación académica, de un desarrollo físico pleno y una preparación humanista correcta.
Comienza una nueva jornada escolar pero esta vez con un nuevo gobernante que conducirá los destinos del país hasta el 2016. Un gobernante que ofreció hacer realidad una “revolución educativa” lo cual significa un cambio radical de las actuales bases y estructuras de este sector sensible del Estado, revolución que significa poner a un lado las anacrónicas concepciones pedagógicas del pasado y, sobre todo, las defecciones establecidas por el anterior régimen. Alcanzar los objetivos de una educación gratuita, democrática, científica y nacional dedicando para ello un 6% del P.B.I. Una educación con maestros idóneos debidamente considerados, con escuelas dignas, con un currículum escolar que haga posible el logro de un ser humano crítico, creador y solidario. Basando la labor pedagógica en el análisis y la investigación científica, en el fortalecimiento del raciocinio y en el cultivo de los valores y derechos humanos.
Con padres de familia conscientes de su misión de ser los primeros educadores de sus hijos y los decididos cooperadores de la tarea de instrucción de los mismos. Una educación que tenga como finalidad primordial hacer del educando un ser capaz de analizar críticamente su entorno familiar, comunal, nacional y mundial así como de plantear alternativas viables a la problemática de estos entornos; que sea capaz de defender y aprovechar adecuadamente su realidad natural y ecológica, que sepa recoger las sabias enseñanzas y ejemplos de vida de los héroes y egregios personajes de nuestro país y el mundo. Una educación, en fin, orientada hacia el desarrollo y dignidad del ser humano y la patria.
Empero, lamentable es reconocer, que a 7 meses de gestión de Ollanta Humala, la oferta de “revolucionar la educación peruana” fue sólo eso, una oferta, y nada más. Incumplimiento de promesa que implica llevar a nuestra educación por el sendero de los yerros de siempre: Una concepción pedagógica continuista sin rumbo doctrinario revolucionario. Un quehacer educativo sin una nueva Ley de Educación Pública que señale el derrotero a seguir, que norme los cambios radicales a implementar y que he señalado líneas arriba aunque a la verdad ¿Qué cambios revolucionarios va a normar si no existen? Con una Ministra cuya máxima preocupación es, como en el anterior régimen, sobredimensionar el bajo índice de comprensión lectora y el razonamiento matemático, disponiendo el incremento de una hora diaria al ya recargado horario escolar como si con eso se fuera a solucionar soslayando otros temas igual de trascendentes como la REINGENIERIA DEL CURRICULUM orientándolo hacia la humanización y la producción empresarial, la problematización de nuestra realidad comunal y nacional, la investigación científica y el compromiso de nuestra niñez y juventud con el desarrollo de la patria y la justicia social.
Preguntamos: ¿Porqué no volver al horario escolar alterno de mañana y tarde, incluyendo la mañana de los sábados como era hace algunas décadas? ¿Qué hay del almuerzo escolar? ¿Si el Estado solventa los gastos de mantenimiento del local escolar por qué se sigue cobrando el famoso “derecho” de APAFA? ¿Qué hay de las listas elefantiásicas de útiles escolares? ¿Acaso no es cierto que miles de escuelas no podrán abrir sus puertas por carecer de una infraestructura adecuada? ¿Porqué no hay preocupación por una adecuada capacitación a los maestros? ¿Por qué no se institucionaliza las “Escuelas para padres” y se las hace obligatorias?
Aún así, con estas reflexiones que esperamos merezcan la atención de las autoridades educativas las aulas del país se abren y nuestros alumnos “cual bandadas de palomas” acudirán a ellas con optimismo y esperanza.