Por: César Lévano
La prisa por condenar a los interceptores telefónicos de Business Trak (BTR) y aplicarles todo el peso de la ley contrasta con la lentitud con que se actúa en los casos de Alan García, Jorge del Castillo, Hernán Garrido Lecca y Miguel Hidalgo. Estos últimos son remitidos, como corresponde a ley, pero con la santa paciencia, a una investigación del Congreso de la República.
Los personajes políticos del caso BTR tienen culpas muy graves. Desde el arranque, se produjo el hecho de que el entonces Presidente Alan García encargara la investigación a Miguel Hidalgo, su amigo, quien encabezaba la Dirección AntiDrogas de la Policía. García excluyó de esa misión a Mauro Remicio, Director de la Policía, y al Ministro del Interior Remigio Hernani.
Esa manipulación permitió que se mutilaran las grabaciones de lo chuponeado. El almirante (r) Elías Ponce Feijóo ha expresado que la exposición de las grabaciones evitó un negociado, un robo, de más de 800 millones. Se conjetura que por lo menos parte de esa suma estaba destinada a financiar la campaña presidencial de Jorge del Castillo.
Del Castillo no ocultaba su ambición y, desde la Presidencia del Consejo de Ministros, había extendido una red de prensa y televisión. Las elecciones del año pasado volvieron ridícula su aspiración. Entre Alan García y del Castillo habían sepultado, bajo el lodo de la corrupción, al APRA, otrora poderosa.
El caso BTR tiene un valor fundamental en cuanto muestra la podredumbre de nuestros políticos, la sustitución de las ideas y los ideales por el dinero y el poder. Habrá que recordar en lo futuro cómo el abandono de doctrinas se acompañó de una renuncia al sentido de patria. Vengan inversiones aunque destruyan bosques, medio ambiente, soberanía nacional, justicia, fue la bandera de un partido que se decía antiimperialista y antioligárquico, y que está ahora en extinción.
La interceptación de las comunicaciones es un delito grave, y por ello han sido sentenciados los integrantes del BTR. Pero sería tonto omitir que estos habían creado un aparato de inteligencia paralelo al oficialmente establecido. Alguna vez habrá que investigar los fines y los vínculos internacionales de la inteligencia oficial, y de la otra. Sin duda que el almirante (r) Ponce puede proporcionar información y pistas al respecto.
En los últimos días, del Castillo, Secretario General del APRA, derrocha declaraciones. Del Castillo superstar. En verdad, lo que dice expone su carencia de ideas. Pero, eso sí, su repertorio de insultos contra LA PRIMERA no se ha agotado. Cuánto debe de sufrir por las verdades que exponemos, y que nos han permitido crecer, y que, entre otros méritos, ahora lo lleva a la investigación en el Congreso.
Hay que esperar nuevos coletazos de desesperación de del Castillo, mientras su carnal García tiembla como gelatina.(la primera)