martes, 27 de marzo de 2012

¿INTEGRACIÓN Y AMISTAD DESECHA?


Por: Luis Peña Rebaza

Lic. en Educación

luisprebaza1@hotmail.com

Hace más de dos siglos, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán preconizaba que por su historia y cultura comunes, Latinoamérica debiera ser un continente sin fronteras, posteriormente con visión de estadistas Simón Bolívar y Sánchez Carrión, días antes de la decisiva batalla de Ayacucho, firmaron la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, fruto del cual sería la conformación de una gran nación desde el sur del rio Bravo en México, hasta la Patagonia en Argentina. Una nación fuerte y poderosa que compitiera en igualdad de condiciones con la Europa de la Santa Alianza y con los nacientes Estados Unidos de Norteamérica. Lamentablemente una serie de factores: la mezquindad y el egoísmo de la mano con intereses políticos y de casta, las intervenciones extranjeras, los chauvinismos y caudillismos regionales que derivaron en sangrientas guerras civiles, frustraron tan prometedora visión. En consecuencia, nos dividimos en más de veinte repúblicas incapaces de articular un proyecto integracionista, y así enfrentar los desafíos propios que demanda la historia, el progreso y desarrollo.

Así luego del proceso independentista resultamos convertidos en los Estados Desunidos del Sur, enfrentados en conflictos fronterizos y cruentas guerras entre unos y otros, el Perú tuvo guerras con todos sus vecinos a excepción del Brasil. El colmo de tal situación sería en el año 1969, una guerra de cuatro días entre Honduras y El Salvador, con un saldo de cuatro mil víctimas aproximadamente, y cuyo pretexto inmediato fueron los incidentes derivados de un partido de futbol entre ambas selecciones y clasificatorio para el mundial de México 70, ¡aunque usted no lo crea!

Pasados los años y quizá aprendida la lección, y al margen de la OEA cuestionada por el papel determinante de los EE.UU., comenzaron a surgir en Latinoamérica proyectos que buscaban y buscan convertirse en un contrapeso de poder en las relaciones internacionales con nuestro dominante vecino norteño. Así tenemos organismos como el ALADI y el SELA y organizaciones intergubernamentales, llámese Comunidad Andina, el Mercosur, ALBA y UNASUR, que en ciertos casos han concretado acuerdos de carácter energético, comercial, social, político y cultural, pero en otros simplemente cumplen y ejercen funciones meramente retóricas y declarativas antes que prácticas, conferencias y reuniones anuales con viajes, hoteles, cenas, poses para las cámaras etc Organizaciones que tampoco son capaces de evitar que entre sus miembros sucedan acciones tan condenables para una comunidad que pregona sus ansias de integración, solo por citar un caso la escandalosa venta de armas de Argentina al Ecuador, durante el gobierno de Carlos Menem, en pleno conflicto bélico con el Perú.

Este tema viene a propósito de lo sucedido con la cancillería peruana, que en solidaridad con Argentina por el tema de las Malvinas, prohibió a última hora, la llegada de una fragata inglesa al puerto del Callao. En el ámbito nacional tal hecho ha originado reacciones de las más diversas, mientras que de la contraparte inglesa un comunicado en donde algunos de sus párrafos evocan al otrora imperio británico dirigiéndose a una de sus colonias repartidas en el mundo. Ciertas voces de protesta se rasgan las vestiduras y anuncian que es un pecado mayúsculo perder la amistad anglosajona, al respecto les recuerdo una famosa frase de Lord Palmerston, el primer ministro del Reino Unido a mediados del siglo XIX. «Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes».