Por: Luis Peña Rebaza
Estamos a dos escasos meses de las decisivas elecciones presidenciales y congresales, en tal sentido, las recientes encuestas de Datum y la Universidad Católica, nos permiten visualizar el actual panorama político, naturalmente con los márgenes de errores y/o suspicacias que, con razón o no, despierten entre uno y otro candidato, sea favorecido o perjudicado.
Un segundo gobierno aprista a pocos meses de expirar y el cual, si bien es cierto, gracias a la estabilidad y crecimiento económico heredado de anteriores gobiernos, a realizado obras importantes; sin embargo, una cifra superior al setenta por ciento de la ciudadanía percibe que el rasgo más característico de este régimen es el escandaloso nivel de corrupción. Actos cometidos por encumbrados dirigentes apristas o funcionarios de extrema confianza designados desde Palacio y que han dejado imborrable huella: Para la historia universal de la infamia, quedan registradas algunas “famosas” frases: “hemos hecho un faenón hermano” o “la plata llega sola”.
Un segundo gobierno aprista a pocos meses de expirar y el cual, si bien es cierto, gracias a la estabilidad y crecimiento económico heredado de anteriores gobiernos, a realizado obras importantes; sin embargo, una cifra superior al setenta por ciento de la ciudadanía percibe que el rasgo más característico de este régimen es el escandaloso nivel de corrupción. Actos cometidos por encumbrados dirigentes apristas o funcionarios de extrema confianza designados desde Palacio y que han dejado imborrable huella: Para la historia universal de la infamia, quedan registradas algunas “famosas” frases: “hemos hecho un faenón hermano” o “la plata llega sola”.
Quien está capitalizando tan notorio desprestigio del gobierno es Alejandro Toledo, mediante un discurso populista y confrontacional. A este abierto y benéfico enfrentamiento con Alan García, agrega una serie de ofertas y promesas populistas, poco claras en su aplicación, lo cual no interesa mucho frente a un electorado poco analítico al respecto y que lo han permitido encumbrarse en el primer lugar en la intención de voto.
La cercanía con el gobierno, un cómplice contubernio según la percepción de muchos, está pasando la cara factura a Luis Castañeda Lossio, cifra mayor que la de Comunicore. A ello se agregan sus escasas dotes para la comunicación y falta de carisma. En algún momento no muy lejano llegó a liderar la intención de voto, por encima del treinta por ciento, hoy en día parece ser una ilusión que muy difícilmente podrá volver a concretarse.
Keiko Fujimori cuenta con el respaldo de aproximadamente un veinte por ciento de fieles y fanáticos electores, beneficiados directa o indirectamente del muy cuestionado gobierno de su padre. A su inicial y simplista discurso de amnistiar al Chino en caso de ganar, ha sumado ofrecimientos demagógicos y con escaso sustento técnico para hacerlos realidad. En una coyuntura política donde el tema corrupción constituye el punto de quiebre, la siniestra sombra del montesinismo le ahuyenta al potencial electorado.
Ollanta Humala, en cierta medida, ha aprendido la lección anterior, ha atemperado un discurso que asustaba y hacia persignarse a los decisivos sectores de clase media. Cuenta con un interesante equipo técnico. Según su habilidad y manejo, también puede canalizar hacia sus predios el descontento con el régimen saliente. Sobre todo la creciente oposición y repudio a esos sospechosos decretos de urgencia, por decir lo menos, tras los cuales se esconden una serie de millonarios negociados. Se vislumbran nuevos faenones.
Pedro Pablo Kuscinsky, debe dar un giro radical a su campaña. Muestra una postura miedosa frente al gobierno, no ha dicho esta boca es mía sobre la corrupción, aquella principal y vergonzosa lacra. Contando con gente honesta y capaz, su postura conciliadora, “ni chicha ni limonada”, no lo permite ampliar la base de su electorado y, en consecuencia, sus posibilidades de aceptación son muy limitadas.
Veremos que sucede en las próximas semanas. Finalmente, de saber elegir a los gobernantes depende el presente y futuro del país. Es el reto de cada uno, analicemos a los candidatos y sus propuestas, quizá así después no estemos llorando sobre la leche derramada.