Por: Blasco Bazán Vera
Nació en Huamachuco, el 10 de junio 1942. Hijo de Estanislao Reyna Sánchez y Herminia Marín Rojas. Su primaria y secundaria las cursó en el colegio San Nicolás de su pueblo, viaja a Lima y se gradúa con todos los honores de Médico cirujano, y es quien nos sorprende al publicar su importante y ameno libro titulado “Chapas y chirapas de mi tierra”.
Sin lugar a dudas el contenido de este libro es fundamental debido la cantidad de modismos, regionalismos, apelativos, anécdotas, recuerdos de los juegos de la infancia y poemas costumbristas que nos llevan a reír a mandíbula batiente y nos predispone admirar la calidad literaria que ostenta.
Víctor Manuel Reyna Marín, por un lado, nos presenta casi dos mil modismos donde las lenguas quechua y aimara recobran lucidez, prestancia y eternidad; y eso, es un tremendo acierto literario porque permite que lo nuestro, lo autóctono, lo castizo, no desaparezca.
Loable es reconocer la tremenda acuciosidad y esmero impuestos para recoger esa enorme cantidad de modismos del habla Huamachuquino, que desde ya catapultan a nuestro médico literato a la mansión del asombro.
Por otro lado, Víctor Reyna Marín, con agradable sutileza ha recopilado los alias o motes aplicados a las gentes de su pueblo de Huamachuco, nos los da a conocer para de esa manera recordar a estas gentes honorables con el alias que se antepone al nombre de nacimiento.
Casi 500 apodos contienen este libro, realista y veraz donde ni su autor, demostrando honradez en lo que hace, oculta el suyo en la larga lista de los apodados.
Desde ya, “Chapas y chirapas de mi tierra”, es un libro sumamente original, escrito con mucha inteligencia, que tiene la virtud de haber nacido para dulcificar las amarguras de la vida.
Víctor Manuel Reyna Marín, nos relata bellas anécdotas de su pueblo, los juegos infantiles del ayer que cual cinta de cine pasan por nuestra mente al recordar: El lobo feroz, el rayuelo, el mate y deja, el ángel de la bola de oro; y, con destreza poética, extrae de su numen hermosos poemas costumbristas que concitan maravilla.
Nuestro escritor ha desempeñado importantes cargos en el ejercicio de su profesión y ha recibido importantes distinciones honoríficas, lo que no queda sino, reconocer con algarabía su valor literario que engalana una vez más el cielo intelectual de nuestras letras liberteñas.