ANÁLISIS CRÍTICO Y LECCIONES EXTRAÍDAS DE LA BATALLA DE HUAMACHUCO QUE SELLARA LA GUERRA CON CHILE.
Escenificación de la Batalla de Huamachuco. Foto: Beto Mendoza.
Por: Dionicio Mantilla León
Era la madrugada del 10 de julio de 1883. Se sentía un frío muy intenso y la llanura de Purrumpampa (Huamachuco) cubierta de una densa neblina, se mostraba triste, mientras, los liclics lanzaban mil graznidos de quejumbrosa tonada como presagiando algo siniestro a ocurrir. Algo, que anunciaba el registro en el libro de la historia peruana un ingrato y epónimo encuentro bélico que significaría la última batalla que nuestra Patria, en desigual guerra, libraría contra Chile en justísima defensa de la soberanía nacional.
Batalla que significaría el cercenamiento de nuestro territorio con la pérdida de nuestras ricas provincias de Arica y Tarapacá, la negligente actitud del gobierno de aquel entonces de afrontar una guerra sin estar preparado, cubrir de gloria el holocausto de 1440 soldados peruanos y la traición de dos personajes: El Presidente Mariano Ignacio Prado y el General Miguel Iglesias. El primero, por haber huido cobardemente al extranjero en el momento que más se le necesitaba y, el segundo, por ser el promotor de la entrega de nuestro territorio.
Estallada la guerra con Chile el 1879 llevado por sus apetitos caudillescos, Iglesias maquina con los chilenos un pacto secreto y lanza en Cajamarca el Manifiesto de Montán, el 31 de agosto de 1882, dando a conocer la rendición y la entrega de Tacna, Arica y Tarapacá provocando el rechazo de los peruanos entre ellos el General Andrés Avelino Cáceres quien con su ejército se enfrasca en una patriótica lucha contra los invasores.
La posición de Iglesias fue compartida por los chilenos cuyo ejército comandado por Alejandro Gorostiaga se lanzó con denuedo contra el ejército de Cáceres encontrándose ambos en Huamachuco. Los chilenos en la llanura de Purrumpampa y, los peruanos, en las colinas de Cuyurga. Ante una rápida arremetida de los patriotas los chilenos huyeron hacia el cerro Sazón, pero ante una mala maniobra peruana y la falta de municiones los chilenos regresan enfrentándose ambos ejércitos en una feroz batalla imponiéndose las huestes chilenas. Fue una batalla desigual y a la falta de pertrechos bélicos los peruanos dieron las más epónimas muestras de patriotismo.
Empero, la victoria chilena fue manchada por la condenable acción de barbarie del “repase” es decir el ensañamiento del que hicieron gala al rematar con bayoneta a los soldados peruanos heridos, asesinando a todos ellos. Actitud condenada por las normas bélicas del mundo.
La batalla de Huamachuco trasciende por el heroísmo de nuestros soldados y constituye el último esfuerzo patriótico por recuperar la dignidad en la defensa de nuestra soberanía nacional. La última batalla de una guerra que no debía producirse, pero que se produjo por una errónea solidaridad con Bolivia. Una guerra que no era nuestra y para la que no estábamos preparados. Una guerra que Chile buscaba muchos años impulsado por su ambición de expandir su territorio, un territorio pequeño y carente de riquezas naturales.
Una guerra que lacera nuestro patriotismo por la traición de los caudillos entre ellos Miguel Iglesias el que, sin embargo, fue considerado, en actitud condenable, como “Héroe Nacional” por el ex presidente Alan García, mediante R. S. 254_2011 del 22 de junio del 2011 disponiendo, que sus restos mortales fueran trasladados a la “Cripta de los Héroes de la Guerra con Chile”.
Pero qué se podría esperar de Alan García que, durante su nefasto primer gobierno, devolviera (En un negociado donde el Perú perdió 350 millones de soles) 14 aviones “Mirage 2000”, de un total de 26, comprados por el Presidente Belaunde Terry, aviones que fueron necesarios durante la guerra con Ecuador.
134 años han transcurrido de la batalla de Huamachuco y las huellas que ha dejado se convierten en lecciones que nos impelen a asumir el patriótico compromiso de no repetir los errores del pasado para lo cual urge fortalecer nuestra identidad y conciencia nacional en las escuelas, fortalecer nuestras fuerzas armadas, sancionar drásticamente a los traidores y elegir gobernantes idóneos y de un patriotismo a toda prueba para conducir los destinos de la Patria.